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Matías Silva está muy concentrado practicando una elaboración que tendrá que replicar en un concurso dentro de unos días. Le ayudan dos profesores en una ... de las salas que Veles e Vents tiene reservada como aula para los alumnos de Cocina y Gastronomía del IES el Grau. «Nos vendría muy bien el premio, es un horno para la escuela», asegura Gisela Martínez, jefa del departamento de Hostelería y Turismo del instituto público. Mientras, Sergio Trujillo y Ashley Murillo echan una mano en el restaurante La Sucursal, hoy preparando trampantojos de aceituna. En La Marítima, Pau Cebolla se va a encargar de cocinar un arroz porque hoy su familia son los comensales. Van todos uniformados, y se mueven por las cocinas del Veles e Vents como auténticos profesionales. En total, una treintena de alumnos cursan un ciclo medio de FP de Cocina y Gastronomía que empezó gracias al empeño personal de Javier de Andrés, director gastronómico del Grupo La Sucursal, y que se ha convertido en un rotundo éxito.
No ha sido sencillo ponerlo en marcha -»no hay ningún caso parecido en toda España»- pero desde el momento en que se lo planteó ha habido mucha gente que le ha apoyado y ha apostado por el proyecto, tanto en la Conselleria de Educación como en la dirección del instituto. Y eso que no estaban acostumbrados en los despachos de la Administración a que un cocinero se planteara poner en marcha un ciclo de FP público. De hecho, no sólo las clases prácticas, también teóricas, se desarrollan en el edificio de Chiepperfield, en un entorno único, en el que tienen desde el primer momento que acoplarse a unos códigos que no por básicos son fáciles de integrar en unos adolescentes. Desde correr por los pasillos, dar voces, sentarse en el suelo a mirar el móvil o arrastrar los pies. «Aquí hay que seguir unas normas que después les vienen muy bien cuando salen al mercado laboral», explica Gisela.
Javier de Andrés todavía está sorprendido de todo lo bueno que ha ido sumándose a la formación en sí, empezando por la integración en el barrio. «Pusimos en marcha este invierno una iniciativa en la que los chavales cocinaban almuerzos. Una actividad que estaba principalmente enfocada a amigos y familia se desbordó porque se corrió la voz». ¿Quién dice que no a comerse un bocata en un lugar tan exclusivo como el Veles e Vents por seis o siete euros?
Otra de las gratas sorpresas fue la aceptación de esta formación, que arrancó el pasado año. En un momento en que los ciclos formativos dedicados a la cocina flaquean por falta de alumnos, la demanda del que se imparte en el edificio más emblemático de la Marina cuadruplicó la oferta disponible debido a la implicación del equipo de La Sucursal a nivel comunicativo. «Quedaron muchos alumnos en lista de espera, una situación que ha permitido elevar la nota de corte y, además, que quienes cursen este ciclo tengan mucho más clara su vocación». La empleabilidad está asegurada, y quienes no llegan al mercado laboral es porque quieren seguir formándose. «Este es un buen comienzo, porque les ayuda a elegir su camino; aquí tienen la oportunidad de trabajar en cocina de mercado, hacer arroces, probar la alta cocina, la sala, la cocina de colectividades», explica Javier de Andrés.
Los alumnos están encantados con la experiencia, porque han podido trabajar con género de calidad, algo muy complicado en los institutos públicos por falta de recursos, así cómo ir a la lonja a conocer cómo funciona la subasta o tener masterclass con chefs de la talla de Jorge de Andrés. E incluso participar en la gala de los Fifty Best que se celebró en Valencia hace un año, junto a chefs de la talla de Joan Roca o Aduriz.
El modelo ha sido tan exitoso que una comisión parlamentaria visitó a los alumnos hace unos meses para conocer un proyecto que en Andalucía quieren ahora replicar. «Lo que hemos hecho es adelantarnos a la FP Dual, así que pensamos que este es el camino», asegura Griselda. Javier de Andrés cree en este sentido que los concursos públicos de cesión de espacios como el Veles e Vents deberían incluir la obligatoriedad de incluir programas de formación en las bases de las convocatorias. «Son proyectos de interés general, y nosotros hemos llenado un hueco de cara al barrio».
Y como la cabeza de Javier no para de generar nuevas ideas, ha decidido para el año que viene poner en marcha un módulo que preparará a los alumnos interesados en ser cocinero de barco. «A la Marina llegan cada día más yates que necesitan este tipo de profesionales, que deben tener una formación muy específica que ahora no existe en Valencia, y nosotros la podemos dar», aventura.
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