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Carito Lourenço y Germán Carrizo, con el chef José Andrés. LP
José Andrés, premio Princesa de Asturias | Los fogones solidarios de Valencia

Los fogones solidarios de Valencia

Los chefs Germán Carrizo y Carito Lourenço recuerdan su experiencia con José Andrés, premio Princesa de Asturias, para repartir menús en plena pandemia

Noelia Camacho

Valencia

Jueves, 1 de julio 2021

Un trocito del Premio Princesa de Asturias de la Concordia que el miércoles recayó en el reconocido chef José Andrés y su ONG World Central Kitchen le pertenece a Valencia. Concretamente, a los fogones de Germán Carrizo y Carito Lourenço, los cocineros argentinos –aunque afincados en la ciudad desde hace años– responsables de establecimientos como Fierro, Doña Petrona y La Central de Postres.

Ellos fueron el contacto en la ciudad para que la entidad, fundada en 2010 y dedicada a abastecer de alimentos a las personas que han sufrido desastres naturales, trajese su solidaridad a la capital del Turia y alimentase a miles de personas durante la pandemia y el confinamiento. «Nosotros pasamos de dar 600 a 2.200 comidas cada día. Fue muy emocionante porque nuestros restaurantes estaban cerrados, pero teníamos que ayudar. No puedo decir que fuera fácil, al contrario, pero detrás había un equipo tan extraordinario que nos empujaba a seguir adelante», cuenta Germán Carrizo a LAS PROVINCIAS.

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Relata que el pasado miércoles, cuando se conoció el galardón, el director de la ONG les mandó un mensaje personalmente para decirles que el reconocimiento también era de ellos. «Es inevitable no emocionarse con el premio y con todo aquello. Al final, nosotros fuimos la cara visible pero detrás había mucha más gente», asegura un chef que, en la actualidad, está inmerso en diversos proyectos.

Carrizo y Lourenço capitanearon una iniciativa que se llevó a cabo en marzo de 2020, en las condiciones más complicadas posibles. Vieron, narra el propio chef, cómo el número de menús que se iban cocinando cada día fue creciendo conforme pasaban las semanas. De unos 600 a casi cuadruplicarse. Pero con los locales con la persiana bajada, había que mantener las cocinas en marcha y arrimar el hombro.

«Pasamos de dar 600 a 2.200 comidas cada día. Estábamos cerrados pero teníamos que ayudar», cuenta Carizo

«Cuando todo pasó, José Andrés vino a vernos. Nos dijo que, igual que nosotros somos inmigrantes en Valencia, él también había sido un inmigrante en EE UU. Nos felicitó y nos agradeció la ayuda, fue un momento único», asegura el cocinero, quien asevera que no pudieron decir que no a embarcarse en el proyecto. «Valencia es nuestra casa y si había que colaborar, teníamos que hacerlo. Porque nosotros sentimos como nuestra esta ciudad», cuenta emocionado.

El jurado del Premio Princesa de Asturias de la Concordia quiso el pasado miércoles galardonar al chef y a su ONG por volcar «su experiencia en el ámbito gastronómico para desarrollar formas de asistencia humanitaria ejemplar, atenta a ayudar a los más desfavorecidos en las situaciones más extremas, y sirven de catalizadores para la colaboración de agentes de diferentes ámbitos en pos de una sociedad más justa y sostenible». Con esta premisa, un pedacito del galardón inevitablemente corresponde a Valencia, a los chefs de Fierro, Doña Petrona y la Central de Postres.

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El respaldo del comensal

Ahora, pasado este tiempo, con los restaurantes de nuevo abiertos y la hostelería en funcionamiento, la solidaridad que en los peores meses de la pandemia del coronavirus ellos repartieron en forma de menús a miles de familias y personas desfavorecidas, se les ha sido devuelta. Afirma Carrizo que, desde que han vuelto a estar accesibles al público, los comensales han respondido. «Los valencianos son muy agradecidos. Nos han llenado el restaurante y la gente ha vuelto a confiar de nuevo en nosotros», narra justo el día en que Doña Petrona cumple cinco años desde su apertura.

Además, hace apenas unos meses se vieron obligados a renovar Fierro, es decir, a separar a los comensales en doce mesas. Algo que, cuenta, no ha influido en el apoyo de la gente. «Nosotros mantenemos el mismo espíritu, la misma ilusión y filosofía. Trabajamos con mucha responsabilidad», asegura.

La recompensa, dice, «es llegar todas las noches a casa con la camiseta sudada». «Eso significa que nos hemos dejado la piel. Somos un equipo de 20 personas que trabajamos por la excelencia. Al final, lo que buscamos es que el cliente sea feliz», asevera el chef.

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