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Uno de los bocadillos del bar Ávila. LP

El bar que no para de cumplir años ni de servir almuerzos

El abulense Félix Santos lleva casi medio siglo al frente del bar Ávila, el más antiguo de Benaguasil

Manuel García

Benaguasil

Viernes, 14 de abril 2023, 16:33

Casi medio siglo a sus espaldas con una fórmula sencilla pero que, visto el resultado, funciona como un reloj. Félix Santos es originario de la ... localidad abulense de Becedas, cerca de Béjar, y a sus 77 años de edad, no parece que tenga la más mínima intención de dejar de acudir cada día al bar Ávila, «somos más el antiguo de Benaguasil», recuerda. Y es que 46 años después de subir la persiana por primera vez, no hay secretos. O al menos Félix los explica con sencillez. Como si cualquiera pudiera hacerlo. Pero no es tan fácil. La honradez con el cliente, que en muchas ocasiones se convierte en amigo y casi familia, es un ingrediente fundamental.

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«Ofrecemos un precio asequible y queremos tratar bien a la gente y que coman». Félix Santos habla con campechanía y es muy querido entre sus numerosos clientes: «Son como de la familia», se puede leer en numerosas reseñas entre quienes se han desplazado hasta la calle Xiquet de Benaguasil para disfrutar, fundamentalmente, de sus almuerzos, aunque los fines de semana por las noches también se pueden degustar cenas en medio de un ambiente agradable en el que brilla con luz propia el buen carácter de Félix, un vecino más de Benaguasil.

La historia de Félix, sin embargo, no es sencilla e incluye un elemento común a muchos otros trabajadores. Durante 12 años estuvo trabajando en la ciudad suiza de Ginebra, en un restaurante de nombre tan español como El Quijote. Allí, con mucho esfuerzo, lejos de los suyos y sin rehuir el trabajo duro, pudo reunir el dinero suficiente para desplazarse más de mil kilómetros hasta la comarca del Camp de Túria, donde se sigue dejando la piel, «trabajo 20 horas al día», ha afirmado en alguna ocasión, junto a su inseparable esposa, Encarna.

Santos ha explicado que, en su momento y en el espacio que hoy ocupa su establecimiento, se encontró «un almacén» y lo transformó en un bar que, casi medio siglo después, sigue siendo punto de encuentro de vecinos y visitantes de todas las edades.

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Entre los clásicos bocadillos de la casa, que se piden muy especialmente para los almuerzos, Félix destaca el de lomo con queso y huevo, los tradicionales chivito y brascada o de embutido de todo tipo y el fin de semana el de sepia a la plancha.

No faltan, por supuesto, «las olivas y el picante», y, tras el bocadillo, «el 'cremaet' que preparan mis hijas». Todo ello en medio de un ambiente acogedor que invita a disfrutar de la comida y de la amabilidad y cercanía de sus dueños.

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A unos precios «asequibles» se une un hecho fundamental: «Mis clientes no se quedan con hambre», detalla. Entre ellos hay muchos miembros de la Policía Local o de la Guardia Civil, que reponen fuerzas en este bar durante una pausa de su jornada laboral. Félix no tiene más que palabras de agradecimiento para sus clientes: «Se portan todos muy bien».

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