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Una rápida búsqueda por Internet con las palabras clave 'hoteles sólo para adultos' muestra agencias de viaje y empresas hoteleras que trabajan con la premisa inicial de que allí no pueden entrar niños. Incluso hay páginas web que realizan una selección de establecimientos donde el ... acceso de menores está restringido. Es una tendencia en aumento, diversificar la oferta para dirigirse a un público muy específico que evita a los niños como fuente de gritos, juegos, carreras, salpicaduras…
Ahora hagamos una búsqueda de 'restaurantes sólo para adultos'. Los resultados que arroja son artículos, noticias, de restaurantes con tímidos intentos por restringir el acceso de menores. Por ejemplo, David Muñoz advierte en la web de sus restaurantes que no tienen lugar para sillas de bebé ni hay disponibilidad de tronas. ¿Qué mejor manera de ahuyentar a los padres? En el caso del restaurante Lavoe de Valencia, especializado en arroces y fideuàs, advierten al efectuar una reserva a través de la web que no está permitida la entrada a niños de entre cero y doce años. ¿Pero se trata de una práctica legal? Fernando Móner es presidente de Avacu, la Asociación Valenciana de Consumidores y Usuarios, y explica que el derecho de admisión, es decir, la posibilidad del hostelero de restringir el acceso a su local, tiene que estar fundamentada. Ha habido denuncias de entidades que defienden los derechos de colectivos de personas con discapacidad por no permitirles la entrada a establecimientos de ocio por ser una vulneración de sus derechos fundamentales. Y condenas posteriores. Móner explica, no obstante, que en el caso del veto de entrada a los niños no ha llegado todavía a ser motivo de denuncia ni en el acceso a hoteles ni restaurantes.
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Óscar Carrión, director de Gastrouni (Gastronomía y Universidad) y uno de los mayores expertos en hostelería, cree que los padres «tenemos la tolerancia al ruido muy desarrollada, pero no quiere decir que quienes están a nuestro alrededor tengan que soportar la vaina de nuestros hijos». Carrión cree que es un tema con muchas aristas y donde el sentido común debería de primar, porque hay muchos tipos de restauración y desde el punto de vista de las empresas «estamos hablando de libertad de mercado». Habla por ejemplo de establecimientos que están totalmente dirigidos al público infantil y a las familias porque esa es su especialización, como el 'fast food'. Ahí se cuida muchísimo a los niños, pero hay otro sector que «por sus características gastronómicas requiere de cierta tranquilidad para disfrutar de la experiencia». Ahora, el experto puntualiza: «de ahí a que lleguemos a hacer algún tipo de prohibición hay ciertos límites».
Pero entonces, ¿qué pasa con los restaurantes de estrella Michelin de Valencia, a los que se podría referir Óscar al hablar de la experiencia gastronómica?
La web del restaurante de Dénia, con tres estrellas Michelin, advierte de que el menú «no está pensado para niños menores de diez años, recomendamos no venir con ellos». No es una prohibición como lo hace, por ejemplo, Lavoe, aunque dejan bien claro que se cobrará «el precio del menú habitual». También David Muñoz avisa de que no disponen de tronas ni menús especiales para niños, aunque ofrecen «alguna alternativa que pueda satisfacer al pequeño».
Fuentes del restaurante Ricard Camarena explican que cuando se realiza una reserva, en el caso de que sean comensales que acuden acompañados de niños, «se les advierte de que el menú gastronómico puede alargarse entre dos horas y media y tres horas, para que estén avisados de que quizás sea complicado que un niño pueda aguantar sentado todo ese tiempo». En ese sentido, Móner explica que lo más importante es que los consumidores tengan toda la información. En el restaurante de Camarena a los pequeños se les puede servir un filete o una pechuga con patatas, aunque «te sorprenderías al ver niños de diez o doce años comerse el menú completo». Por eso explica que todo depende, y no tanto de la edad - «el otro día vino una pareja con un niño de meses al que le daban de mamar todavía y paramos un momento para que pudiera hacerlo. Y no pasa absolutamente nada»- como de cómo sea el niño. Y ahí los padres deberían de tirar de sentido común, aunque, como dice Óscar Carrión, es este el menos común de los sentidos. No es lo mismo un niño tranquilo de doce años que disfruta de la comida que otro de cinco muy movido. O un bebé que se pasa todo el tiempo durmiendo.
La chef Vicky Sevilla asegura que los niños son bienvenidos. Eso sí, «no disponemos de hamburguesas ni nuggets. Lo que tenemos son platos principales o entrantes de menús que adaptamos para ellos. Para mí no tendría lógica prohibir su entrada», explica la cocinera, la más joven con estrella Michelin.
Begoña Rodrigo, chef con estrella Michelin con su restaurante La Salita, cree que el problema «no es de los niños, sino de los padres, que en ocasiones parece que vengan al restaurante para que nosotros nos hagamos cargo de ellos». Eso sí, los menores que vayan a La Salita tienen que tomar el menú degustación, aunque es cierto que Rodrigo ha hecho una versión para ellos, «con productos que es más fácil que los niños acepten». Y si en algún momento algún pequeño llora mucho y los padres no hacen nada por evitarlo, «les invitamos a que salgan a la terraza y lo paseen». Eso sí, como también lo hace Ricard Camarena, cree que un restaurante con un menú degustación no es el lugar más apropiado para niños si son pequeños, porque se distraen, se cansan y es lógico que no aguanten todo el rato sentados.
El restaurante de los argentinos Germán Carrizo y Carito Lourenço, que consiguió la estrella Michelin el pasado año, sí admite niños, aunque en su web piden que se especifique en la reserva para poder adaptarles al menú.
La web de Lienzo, restaurante con estrella Michelin de María José Martínez y Juanjo Soria, advierte al realizar una reserva que no está permitido el acceso al restaurante a los niños menores de cinco años.
Una última recomendación. Carrión cree que, como padre «estudiaría a qué tipo de establecimientos voy a comer con mis hijos, y no forzaría a llevarlos a restaurantes donde alguien se pueda sentir molesto por el hecho de que haya niños». Lo paradójico es que, a la par que abren restaurantes a los que se puede acceder con mascotas, otros deciden prohibir la entrada de niños.
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