MANUEL GARCÍA
ESTIVELLA
Jueves, 28 de abril 2022, 19:10
En España reinaba Carlos IV, Francia bullía con su Revolución, Mozart estrenaba 'La flauta mágica' y moría a final de ese año. 1791 fue especial ... para la familia Arbiol, en Estivella. Un documento oficial que descansa en el Archivo del Antiguo Reino de Valencia corrobora que Ramón Arbiol fue multado por quebrantar el monopolio exclusivo, que correspondía al señor, de cocer pan.
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Lluís Mesa es el cronista oficial de la localidad y responsable de que esta información se pudiera corroborar. Nieves Arbiol regenta hoy, junto a su hermana Marisa, un horno más que centenario. Las conversaciones que Mesa mantuvo con José Luis, el padre de las actuales propietarias, quien falleció hace un año y medio a los 88 años de edad, fueron muy importantes para que este hito, muy poco común, se pudiera confirmar y recoger en el libro publicado por Mesa, 'La baronia d'Estivella (segles XV-XIX)'
El horno, recuerda Mesa, era un elemento imprescindible para las poblaciones agrarias, por lo que las Cartas Puebla regulaban desde el principio este derecho, que pertenece al señor. Además, el horno no suponía una concesión a los nuevos pobladores, sino la obligación de cocer el pan.
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Al tratarse de un producto de primera necesidad y debido a la creciente demanda, algunos habitantes de diferentes municipios tomaron la iniciativa de vender pan aunque fueran sancionados. El antecesor de esta dinastía de horneros, que se prolonga hasta hoy, fue multado en 1791 por el Ayuntamiento y un año después por la Audiencia por vender pan de Aragón, mucho más barato que el elaborado por el señor. Según la Carta Puebla, sólo podía utilizarlo para uso propio.
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Arbiol, según la investigación de Mesa, era un agricultor que combinaba el cultivo de sus pequeñas propiedades con la fabricación de pan. El punto estratégico en que se encontraba ubicado, en el camino real, y el hecho de conseguir trigo de Aragón, más barato que el molido por el señorío, son dos argumentos para que cociera pan no sólo para sí mismo, sino para los forasteros que transitaban por la zona. Pese a que en el proceso judicial, que se prolongó entre 1790 y 1792, alegó que había casos similares al suyo en Segorbe y Vinaròs, fue sancionado. La pequeña lucha de Arbiol, sin embargo, marcaba el camino hacia el lento final del feudalismo
Aún hoy, 231 años después, en las bolsas donde se envasan los productos de este horno, ubicado en la plaza de la Constitución de la localidad del Camp de Morvedre, se muestra con orgullo esta leyenda: 'Panadería y bollería Arbiol. Desde 1791'. De horno moruno se pasó a un horno de leña que hoy sigue funcionando con la leña del naranjo como combustible.
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Nieves Arbiol, quien señala que la larga historia de su negocio es algo de lo que se pueden aprovechar como indudable reclamo, recuerda además a su bisabuelo Joaquín, a su abuelo Lucinio y a su padre José Luis. La viuda de José Luis, Mari Nieves Mateu Blasco, quien en agosto cumplirá 78 años, es un pedazo importante de la historia del horno. Aún hoy es parte fundamental para elaborar la pasta en dulces como los 'pastissets de boniato', que trabaja con manos expertas.
Acceder a la parte posterior del negocio supone recibir una clase de historia gratuita. Una caja reúne recetas escritas en papeles que, en algunos casos, apenas se pueden leer debido al mucho tiempo transcurrido. Los moldes con los que se elaboran 'les coquetes de Sant Blai' también han ido pasando de una generación a otra.
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Precisamente la reciente Semana Santa y las Navidades son los dos periodos principales de venta de productos del horno. Las monas, los rollos 'assaonats' (con aceite y semillas), la coca de nueces y pasas y, por supuesto, el pan en múltiples variedades y tamaños, completan toda una serie de productos con aroma y sabor. Las cocas de bicarbonato, originadas en una época en la que no había otros productos a mano, y las 'coques de figues' también forman parte de una lista con sabores para todos los gustos.
Este negocio se nutre de vecinos de otras poblaciones: «Hay gente que compra pan para toda la semana y lo congela», explica Nieves, quien resalta el hecho de que en un municipio de apenas 1.400 habitantes como Estivella haya tres hornos, lo que significa que esta profesión está muy arraigada en el ADN de la población.
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Sobre la supervivencia de un negocio que forma parte de la historia de la localidad, Nieves espera la decisión de las nuevas generaciones. Aunque hay niños demasiado pequeños (6 años) como para tomar una decisión, por el momento los ojos se giran hacia Vicente, sobrino de Nieves, quien, a sus 21 años, aún no ha resuelto qué camino seguirá.
Si se decide, puede tener el ejemplo de su madre y de su tía para saber que no es un trabajo sencillo: «Desde las seis de la mañana hasta las ocho de la tarde estamos aquí. Y cuando se acercan los festivos, estamos hablando de casi 24 horas dedicadas a esto». Para tratar de ampliar y asentar aún más las posibilidades del horno, las hermanas Arbiol cubren las necesidades de quienes celebran bautizos y comuniones «con frivolidades dulces y saladas» sin olvidar nunca a su antepasado Ramón, quien marcó un camino que ellas siguen más de dos siglos después.
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