La hostelería que viene: y ahora, qué
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Desafíos de la sala de la Comunitat y del conjunto de la restauración valencianaHace unas semanas en estas mismas páginas me permitía reflexionar sobre un verano en el que íbamos a vivir peligrosamente. Desde la humildad del camarero me permitía vislumbrar los pros y los contras de un verano intenso y con facturaciones altas frente a una cuenta de resultados incierta, ajustada y totalmente mermada por una inflación desmesurada. Con la llegada de los primeros anuncios de coleccionables (¿os dais cuenta que cada año empiezan antes?) o con la vuelta al cole, servidor se da cuenta que esto casi ha acabado. Lo que conocíamos como temporada ahora es una mini liguilla de seis fines de semana y algunos días locos. Lo de las colas, los bares o restaurantes llenos, o las altas ocupaciones hoteleras ha sido un momento 'wow', buenísimo, que nos tiene que hacer a todos más analíticos y cautos ante un nuevo curso invernal más incierto que nunca.
Sin duda la pregunta que nos invade ahora es qué va a pasar en estos meses venideros. Según varios informes las ocupaciones en zonas costeras o en nuestros destinos urbanos del mes de setiembre son realmente buenas. Se percibe también una recuperación, casi exprés, del sector MICE, de eventos y congresos. Las empresas retoman sus reuniones, sus fórums o sus presentaciones a clientes. El sector hotelero revive datos de grupos realmente esperanzadores, aunque con la incertidumbre más presente que nunca. Pero y las ventas de octubre o sobre todo de noviembre, qué pasa con ellas. Pues pasa que todos dudamos. Los hay como servidor que somos un poco Van Gal, siempre positivos, nunca negativos. Los hay que están prudentes y viéndolas venir. Y también están los cenizos que lo ven todo negro. Como en el 'El Sitio de mi Recreo' siempre nos mojamos, mi opinión sincera es que va a ser un buen invierno. Con peros, pero buenos. Y esos peros pasan por ser prudentes, por contralar más que nunca la gestión económica con una visión global basada en datos diarios. Con cuidar, mimar y aprovechar para formar a nuestros equipos desde una conciliación real y no de palabras bonitas. Y cómo no, de ser autoexigentes, autocríticos y observadores desde la prudencia y la cautela medida, que no es el miedo.
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Aquí es donde voy a insistir, tal vez esta debería ser el invierno de nuestro cliente interno, de nuestros colaboradores. Lo más fácil, como se ha hecho siempre, es prescindir de las plantillas que tenemos y luego quejarnos de falta de personal y de su poca formación. Pues hay que volver a esos peros y repito, ser autocríticos y pensar que, si esta situación me pasa cada año, algo no estoy haciendo bien. Invertir en el capital humano es básico para el éxito y como cualquier inversión, que no gasto, puede tener un riesgo, pero un buen, consolidado y formado personal nos puede permitir un mejor invierno.
Y no puedo acabar, sin entrar en tontos peloteos, en alegrarme por la parte que han hecho nuestras instituciones para poder compensar el desatino en los planes del IMSERSO, que al menos, puede vislumbrar un invierno un poco mejor para muchos de nuestros establecimientos, destinos o de la hostelería de las zonas costeras. (seguro que el bueno de Francesc Colomer ha tenido mucho que ver. Bravo y gracias). Y acabo, hoy mi palabra bonita es: Lucha. Somos hosteleros y la lucha diaria es lo que nos caracteriza. No perdamos ese espíritu y sigamos luchando por lo que creemos y en quienes creemos. Siempre.
Reflexionemos.
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