Joaquín Schmidt, el señor de todos los sabores

rase hecha que suena a eslogan inspiracional y parece reclamar el Paulo Coelho que todos llevamos dentro, pero que ayuda estupendamente a dibujar el espíritu de Historias con Delantal: un canal gastronómico que procura echar sal a cada noticia, servirla en su punto, extremar la dulzura. Evita si es posible los amargores que trae consigo cada día que amanece, pero añade algo de picante porque ayuda a digerir la actualidad, incluida la gastronómica: ese toque ácido a menudo con propiedades curativas, que opera como el sol de invierno. Calienta pero no quema: el propósito con que nacieron los premios que anoche se entregaron para distinguir no sólo lo mejor de nuestra cocina, sino para celebrar el valor que late en el recetario común valenciano, en cada creación alumbrada en los fogones de la Comunitat, en la elegancia y el buen gusto con que preparamos la mesa para recibir a nuestros invitados. Es una invitación a saborear la vida. A extraer su jugo.

En todos los galardonados palpita esa misma intención pero, como suele ocurrir en un palmarés de esta índole, quienes peinan más canas o notan el pelo en retirada tienden a personificar ese ideal más cabalmente: Joaquín Schmidt, mago de los fogones, con su aire de hechicero feliz y la imaginación siempre en ebullición, era el único de los premiados que acudió a La Rotativa sin saber que le tocaría subir al estrado y recoger el reconocimiento de los asistentes. Un auditorio donde se mezclaban sus colegas con los miembros de esa legión de admiradores rendidos a su genio. Su particular club de fans que ovacionó a un chef modélico en la cocina y fuera de ella, para quien sirve muy bien lo que Kapuściński pedía a los periodistas: que fueran buenas personas. Es su caso. Da sabor a nuestra vida y siempre la mejora.