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Alba Santos Cloux
Jueves, 2 de junio 2022, 18:39
Makalú es el nombre de su marca. Instalaron su local en una calle peatonal del centro de Valencia, carrer del Bany, donde cada mañana, tras ... fantasear y fijarse nuevas aspiraciones, producen, embotellan y etiquetan una bebida milenaria que, tras un largo proceso de prueba y error, han conseguido adaptar a los paladares más modernos de entre nosotros: la kombucha. «La producimos, vendemos y comercializamos», han expresado a LAS PROVINCIAS los creadores de Makalú, la primera firma valenciana de kombucha.
Ellos son Álex Medina, Marta Jiménez y Daniel Andagu. Tres jóvenes que, desde su taller artesanal repleto de botellines de Makalú kombucha, sueñan con que, algún día, su bebida sustituya a esos refrescos nocivos para la salud asentados en el día a día de cualquier consumidor. Así lo dice su eslogan, 'bébete el cambio', una frase que, además de tener gancho, encarna su propósito principal.
El origen de este proyecto se remonta a muchos años atrás, cuando Daniel Dandagu, uno de los fundadores, vivía en Australia. Allí, descubrió que la kombucha estaba a la orden del día, todo el mundo la bebía y, como cualquier otra moda, la empezó a consumir. Su interés por esta bebida fue in crescendo, hasta el punto que, con la ayuda de un amigo, aprendió a hacerla. Un tiempo después, se mudó a Valencia y, un día en clase de surf, conoció a Álex Medina. Juntos comenzaron a elaborar kombucha y, tras muchos ensayos y reajustes, alcanzaron el éxito: elaborar el prototipo base que dio pie a Makalú. Fascinada por esta bebida, Marta Jiménez, ingeniera industrial, decidió unirse al proyecto de la única marca de kombucha producida en Valencia.
Proveniente de la región china Manchuria, el té kombucha es una bebida obtenida mediante un proceso de fermentación en el que la SCOBY —colonia simbiótica de bacterias y levaduras, que han apodado como «el bicho»— crece y adquiere bacterias beneficiosas para el organismo al mezclarse con azúcar y té verde o negro. Su elaboración oscila entre los siete y quince días y el resultado cambia dependiendo de la temperatura del lugar donde se produce.
Esta bebida, que, según los socios, «cualquiera puede preparar en su casa», alberga propiedades insólitas: «ayuda a regular la flora intestinal, el apetito, el tránsito intestinal e, incluso, los niveles de colesterol». Pero ¿y el azúcar? La respuesta de los promotores es rotunda: «No buscamos prohibirlo pero sí reducir su consumo. No utilizamos azúcar refinado y el nivel es muy bajo, por cada 100 ml solo hay 4,6 gramos».
Actualmente, Makalú cuenta con dos variedades de kombucha: 'Makalencha', fiel a la receta clásica; y 'Malalito', que con la introducción de la hierbabuena consigue emular el sabor del mojito. Ambas recetas son aptas para los paladares más sensibles que, debido a la acidez de la fórmula original, a veces la rechazan. «Utilizamos un té floral y de calidad que aporta un sabor muy suave», han explicado los emprendedores.
A través de su página web y su local, Marta, Álex y Diego venden la Makalú Kombucha que ellos mismos elaboran, embotellan y etiquetan en su mesa «multiusos». Algunos restaurantes y bares de Valencia ya han empezado a ofrecer su producto y, según cuentan, las previsiones son buenas, «la demanda está siendo exponencial, producimos y a los días todo está liquidado». Aún así, el objetivo del equipo no reside únicamente en el aumento de demanda de «kombucha», su propósito o, como ellos llaman, «fantasía», es que el cliente de esos restaurantes y bares pida, específicamente, «Makalú Kombucha».
Otra de sus intenciones, es «convertirse en una marca conectada a eventos deportivos», explican los artesanos, «las principales firmas que patrocinan estos acontecimientos, no son saludables para los deportistas. Queremos cambiar este tipo de incongruencias y convertir a Makanú en una marca que cuida el deporte y a los que lo practican».
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Con solo cuatro meses de actividad a sus espaldas, el equipo de Makanú consagra día a día su eslogan, 'Bébete el cambio', a través de un producto sostenible, local y artesano. «Queremos ser leales a nuestro producto y a nuestra marca. Todo cambio pasa por uno mismo, por un cuidado y por una consciencia respecto a nuestras relaciones de consumo. Queremos ser sostenibles con el planeta y con el entorno», han afirmado.
Esta determinación queda reflejada en el logo de su marca, un leopardo de las nieves que bebe Makanú Kambucha para protegerse. «Representar un animal en extinción es una llamada de atención, muestra las consecuencias de que el ser humano descuide al planeta y se descuide si mismo. Tenemos que aprender a cuidar y a atender nuestro alrededor», han manifestado Álex Medina, Marta Jiménez y Daniel Andagu, quienes han querido agradecer el apoyo brindado por 'Lanzadera: Aceleradora e incubadora de empresas' y, en especial, por sus «directores de proyecto, Salva y Santi».
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