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Delicias del mar en el Cabanyal
EN EL MERCADO ·
La pescadora Isabel Martínez relata cómo su pasión por el producto del mar le impulsó a abrir un puesto en el Mercado del CabanyalSecciones
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EN EL MERCADO ·
La pescadora Isabel Martínez relata cómo su pasión por el producto del mar le impulsó a abrir un puesto en el Mercado del Cabanyalpaula moreno
Jueves, 2 de septiembre 2021, 17:35
Es martes por la mañana, y el Mercado del Cabanyal está lleno de vida y de color. Con todos los puestos abiertos, hay toda clase de productos expuestos: desde jamones a quesos, pasando por torres de huevos y botellas de vino. Los clientes hacen cola en sus puestos de confianza y charlan entre ellos.
No obstante, conforme uno se acerca a la sección de pescadería, estas voces se pierden entre los mostradores vacíos. Las filas de encimeras blancas se encuentran a ambos lados de los pasillos desiertos, y tan solo la luz de un negocio ilumina la oscuridad de la sección: Pescados y Mariscos Isabel.
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En ese momento, Isabel Martínez está atendiendo a un cliente, que espera frente al mostrador lleno de pescado fresco. Calamares, lubinas y morralla están organizados encima del hielo de la encimera, que está rodeada por cilantro. Una vez el cliente se va, empieza a organizar un pedido online que será recogido en breves.
En el Mercado, cada vez son más habituales los clientes que nunca van al lugar pero que hacen pedidos regularmente. Una vez lo deja en el congelador, pasa la mano por un ramo de cilantro para quitarse el olor a pescado. Se ajusta su delantal de caucho rojo y empieza a hablar.
Cuando habla sobre su profesión, se nota la pasión en la pescadería que le impulsó a iniciarse en el oficio cuando tenía catorce años. «El pescado, la pesca, el comprarlo, y venderlo me han fascinado siempre», afirma. Este amor por el producto marino se lo inculcó su madre quien vendió pescado en el Mercado de Jesús y, años más tarde, abrió un puesto de pescado junto a su hermana, la tía de Isabel. A ellas, el interés por los productos del mar les venía por su padre, quien era marinero.
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Por su parte, Isabel se metió en el mundo del pescado a los catorce años y ahora, 38 años más tarde, sigue en el sector. Pudo encontrar trabajo en pescaderías y varios supermercados debido a su especialización, poco común entre las personas jóvenes. «Luego ya toca demostrar la valía tuya y los conocimientos que tengas», afirma.
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No fue hasta bastante más tarde que deseó trabajar para sí misma, y aunque le gustaría haberlo hecho antes, no se arrepiente de su experiencia. «En cada sitio aprendes algo nuevo», declara. Eso sí, tiene claro que es en la parada donde quiere jubilarse. «Esta es mi última faceta, que tengo 52 años», explica.
Y aunque el negocio le guste mucho, reconoce que hay aspectos muy duros del oficio que no se suelen tener en cuenta, como el frío que pasan los pescaderos en las cámaras frigoríficas donde se guarda el pescado, o los grandes pesos que han de levantar. Pero señala un hecho como el peor de todos: «La pescadería es un poco sufrida respecto a otras cosas porque los precios cambian mucho», lamenta.
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El tiempo meteorológico o los ritmos biológicos de las especies pueden hacer desaparecer o escasear productos del mercado. Aún así, ella se mantiene optimista. «No me importa, salimos todos los días a pelear», afirma.
Algo que le ayuda a llevar mejor las dificultades de su parada es la relación que mantiene con sus clientes, algunos de los que aprecia tanto que son casi como amigos. Incluso así, se centra en ofrecer dos cosas a aquellos que compran en su parada: «Dar confianza y buen producto, de calidad».
Es esta cercanía en la que su modelo de negocio se basa, y la que le ha ayudado a seguir teniendo clientes en un momento en el que muchos van a comprar en supermercados debido al poco tiempo libre disponible. «De ti depende que siga comprando o no», declara.
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De hecho, este trabajo dedicado por parte de los vendedores ha dado lugar a un hecho curioso en el último año. Las personas jóvenes que han dejado de ir a las oficinas han podido bajar al Mercado y cocinarse en casa. «Por desgracia, hace poco por la pandemia, nos ha conocido gente», cuenta.
Algunos, señala sorprendida Isabel, han aprendido a cocinar para ellos mismos y, en el proceso, han descubierto la calidad de los productos autóctonos. «Han notado una diferencia entre un producto de supermercado y uno fresco», observa. Varios de estos clientes ahora hacen pedidos online.
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Es este género de calidad, entre otras cosas, lo que ha mantenido a flote el Mercado del Cabanyal durante tantos años. Sin embargo, considera que hay otro factor más importante de todos a la hora de distinguirse de las grandes superficies: el trato con el cliente. «Tenemos un trato muy directo y muy personalizado que es difícil de encontrar en un supermercado», argumenta.
El hecho de que sea un recinto pequeño lo hace más cómodo a la hora de recorrerlo, y su posición cercana a la playa también ha sido un punto a su favor. El único inconveniente para Isabel es el horario de apertura del mercado, pero no encuentra defectos destacables.
A pesar de todas sus cualidades, Isabel considera que este horario podría dificultar el futuro de los mercados. De todas formas, y tal y como afirma ella, «creo que siempre habrá alguien que valore lo tradicional y la calidad». Y aunque este tipo escaso de cliente tampoco permita vivir de manera desahogada a los vendedores del Mercado, para ella es suficiente poder seguir trabajando de lo que siempre le ha apasionado en un negocio del que es dueña.
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En este momento, la conversación se interrumpe. Un repartidor llega al puesto y coge el pedido online que Isabel había preparado. Tras despedirse y acabar la charla, ella vuelve a organizar los pedidos que le llegan a su teléfono. La energía de Isabel contrasta con la tranquilidad que se respira en el resto del pasillo.
P: ¿Cuál es el producto que más venden de su parada?
R: Uno de los productos estrella es el calamar fino. Otro es la ventresca de atún roja, que siendo el producto más caro es el que más se vende.
P: ¿En qué época del año venden más?
R: El verano. Hoy en día afortunadamente comemos gamba todo el año, no solo en Navidad, por lo que vendo más.
P: Personalmente, ¿Cuál producto es el que más le gusta?
R: A mi todos. Mientras estén frescos…Un calamar a la plancha fino, un tartar de atún fresco, las ostras…
P: ¿Cuál es el cambio más notorio que ha visto en el mercado en los últimos años?
R: La forma de cocinar respecto a antes. Antes se compraba mucho por kilo para hacer guisos, y hoy en día la mayoría de gente los evitamos por no engordar. La mayoría de gente compra cosas rápidas para hacer a la plancha.
P: ¿Qué otra parada del mercado que no sea la suya recomendaría?
R: Muchas. No hay ninguna que yo diga 'no vayas a comprar', porqué la calidad es muy alta. En general, te recomendaría que vinieras al Mercado del Cabanyal tranquilamente.
Al salir a uno de los pasajes centrales, el paisaje cambia radicalmente y se vuelven a ver las hileras de paradas abiertas, con sus productos frescos expuestos y decenas de clientes esperando turno o paseando por la zona. Se acerca la hora punta del Mercado del Cabanyal.
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