Faus, la fruta más dulce
EN EL MERCADO ·
La tercera generación de fruteros en su familia ofrece su visión sobre el futuro del Mercado del CabanyalEN EL MERCADO ·
La tercera generación de fruteros en su familia ofrece su visión sobre el futuro del Mercado del CabanyalPAULA MORENO
Jueves, 9 de septiembre 2021, 18:52
Es lunes por la mañana en el Mercado del Cabanyal. Los clientes que han acudido ese día deambulan entre pasillos oscurecidos en los que se ... alternan negocios abiertos y cerrados. La sección de pescadería hoy tiene el toldo echado, pues los lunes no se vende pescado fresco. Los pasillos con encimeras blancas para el pescado están vacíos, y en ellos resuenan los ecos de las conversaciones en otros puestos.
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En el pasillo central, en una esquina, se encuentra el puesto Frutas Desiré. Un ligero olor dulzón hace al paseante pararse frente a la gran variedad de frutas: nísperos, albaricoques, cerezas y su producto estrella, el fresón. El dueño de la parada, Juan Faus, no tarda en aparecer. Aunque ya no dirige el negocio, cosa que hace su mujer, acude casi diariamente al mercado para saludar a todos sus amigos y conocidos, y estar al día de lo que ocurre en el lugar.
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A sus sesenta años, sigue ejerciendo el oficio de sus abuelos, quienes llegaron a Valencia después de que el abuelo de Juan fuese encarcelado por ser alcalde de la UGT. Empezaron a vender fruta y verdura en el mercado antiguo del Cabanyal, donde actualmente está la plaza del Doctor Lorenzo de la Flor. Fueron su padre y sus tíos quienes abrieron varios puestos dentro del edificio del mercado. “El único que queda es el puesto de mi padre”, explica.
Es en este puesto donde Juan pasó su infancia. “Salía del colegio a los once años y me venía aquí a vender”, cuenta. Y es que, hace décadas, un negocio de frutas y verduras necesitaba a más personas vendiendo que actualmente, pues vendían grandes cantidades. “He llegado a vender en tres horas mil kilos de fresón”, afirma.
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Ahora, en la tienda dos personas bastan para atender a los clientes. Junto a su madre y hermana, entraba a trabajar para que su padre pudiera salir a almorzar. A los dieciocho años, se metió de lleno en el negocio y acabó el instituto estudiando de noche.
Al estar tanto tiempo al frente del negocio, tiene clientes que han ido a su negocio durante cuatro décadas, con los que conserva una buena relación. “Yo me encontré la tienda ya con una clientela. Simplemente, fue mantener el estatus”, argumenta. No obstante, cada vez tiene más clientes jóvenes que, aunque no vayan al mercado, si que se han acostumbrado a hacer la compra online en su puesto.
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La venta en línea fue una de las medidas que Juan impulsó cuando fue presidente de los vendedores del Mercado de Cabanyal, y opina que es una de las claves para el futuro del mercado. “Cualquiera que entre al mercado y no tenga venta online está muerto”, declara.
Conocedor de los mercados a nivel mundial, afirma que, en continentes como Asia y América, estos lugares de venta de producto fresco están captando cada vez más clientes jóvenes, una tendencia que avisa que llegará a Europa. Los mercados tan solo han de resistir hasta que se de este cambio, y afirma que solo aquellos tradicionales aguantarán. “Hoy, un mercado solo puede triunfar si tiene un barrio tradicional al lado”, razona.
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Otros puntos a favor del Mercado del Cabanyal son la variedad de productos y de precios, aunque eso es algo que no es apreciado por clientes acostumbrados a comprar rápidamente en un supermercado. “Muchas veces no se valora el poder elegir”, opina.
No obstante, reconoce que el mercado tiene un defecto que lo ha estado lastrado los últimos años: su horario. Opina que es esto lo que les impide llegar al público de entre 20 y 30 años, que no puede acudir al mercado por las mañanas entre semana. “Si no les damos la oportunidad de que vengan a vernos, no tenemos nada que hacer”, sostiene.
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Afirma que el futuro del mercado es abrir durante todo el día, y que todo aquel que abra un puesto en el mercado debe hacerse a la idea. No recomienda que aquellos que no quieran abrir todos los días creen un negocio en el mercado, pues “aquí si sufres, sufres mucho”. Opina que esta perspectiva de futuro es lo que ha hecho que el valor de los puestos baje. Mientras que hace diez años, los puestos en el Mercado del Cabanyal eran de los más caros para traspasar, ahora esa cifra ha bajado considerablemente.
En cuanto al futuro de su parada o del mercado, no le preocupan. Frutas Desiré se encuentra en uno de los dos pasillos centrales del mercado, por donde compran el 80% de los clientes que entran. Esto es una de las ventajas que remarca frente a los supermercados, donde los productos esenciales suelen estar al fondo del local.
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En el mercado, hay toda clase de puestos en los pasillos centrales, lo que hace más fácil comprar tan solo lo que el consumidor necesita. Además, su parada cuenta con la reputación que ha ido construyendo a lo largo de los años. “Me siento orgulloso de que, si un día traspaso, voy a traspasar un nombre”, declara.
Por otra parte, asegura que los mercados pequeños terminarán por desaparecer, pero los más grandes como los del Cabanyal se convertirán en espacios donde probar el producto y comprarlo. Afirma que es necesario concienciar a los consumidores sobre el hecho de que la comida en los mercados municipales es de mejor calidad y más barata, al contrario de lo que muchos opinan.
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La compra en estos puestos incluso puede ayudar a evitar el desperdicio de comida: “Si quieres dos cortadas de lomo, compras dos”. La venta de producto gourmet puede ser otro atractivo para el mercado, como ya se ha visto en otros países. “Hay soluciones para los mercados”, asegura.
P: ¿Cuánto tiempo llevan en el mercado? ¿Son la primera generación de este negocio?
R: Mis padres entraron cuando se inauguró, pero mis abuelos ya tenían parada en el mercado viejo. llevamos tres generaciones.
P: ¿Cuál es el producto que más venden en su parada?
R: Mi especialidad es en géneros muy perecederos. Sobre todo, el fresón. Tengo fresones todo el año: ten en cuenta que fresones solo hay seis meses. Me preocupo por ir donde hay fresón. Si los he de traer de Holanda, los traigo de Holanda. Si en noviembre hay cultivo y me he de ir a Huelva, me voy.
P: ¿En qué época del año venden más?
R: Cuando más vendemos es primavera y verano.
P: ¿De su parada, qué producto le gusta más?
R: El que más me gusta es el fresón y las setas, productos del bosque.
P: ¿Cuál es el cambio más notorio en el mercado en los últimos años?
R: La pérdida de clientes. Hay un goteo continuo a la baja porque no estamos adecuándonos. Yo estoy vendiendo un 20% que hace cinco años. Entonces, como mi negocio estaba muy saneado me afecta lo justo. Lo que hago ahora es intentar recuperar la venta a hostelería. Me he especializado en restaurantes muy buenos que buscan mi producto.
P: ¿Qué parada del mercado que no sea la suya recomendaría?
R: Hay paradas que me gustan. De carne, Amparo y Berna. De fiambres, Fermín y Victoria, que son productos que no puedes encontrar en un supermercado. Les compro.
Una vez acaba la conversación, Juan se despide y se lanza a recorrer los pasillos del mercado con su energía habitual. En pocos minutos, desaparece de la línea de visión. Por el edificio resuenan las conversaciones de los clientes que han ido entrando, y que dan vida a los pasillos con paradas cerradas. En Frutas Desiré, la mujer de Juan prepara los pedidos online, concentrada, y ordena meticulosamente el mostrador.
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