Carrizo recogió de manos de Aguilera el premio para Pizarro. Iván arlandis

Eva Pizarro, constancia en la volatilidad

PREMIO SUMILLERÍA EMERGENTE ·

Una garantía de seguridad. Una sonrisa que invita a relajarse. Una copa que se agota sin presión. Eva Pizarro hace que el vino parezca cosa de mortales

ALMUDENA ORTUÑO

Lunes, 6 de junio 2022

Es la firma del valor seguro. Si Eva Pizarro te da de beber, sabes que vas a beber bien. Como sumiller conjuga muchos de los valores que deberían ser pródigos, pero resultan insólitos, en la profesión: la empatía con el comensal, la renuncia a ... la preferencia personal y la naturalidad en el discurso pedagógico, con el objetivo de restar impostura a la copa y acercarla a quienes la sostienen entre los dedos. Así que ofrece, no solo en función de lo que tiene, sino también de lo que debe. Esta singularidad puede acarrear la crítica de la élite, sin embargo, también le granjea los afectos de sus compañeros y de ahí que sea reconocida, por votación popular, como Sumiller Emergente en nuestros galardones.

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Ya lo advertimos: esto no tenía que ver con la edad -Pizarro rebasa los 40- ni con el tiempo en el oficio -su trayectoria es más que dilatada-. Lo importante es estar en ese momento, ese punto de maduración exacto, que permite determinar el futuro. Eva es la anfitriona histórica de un restaurante reconocido con su primera Estrella Michelin: Fierro, donde el maridaje siempre fue un baluarte. También constituye una de las voces que más peso va a tener en las generaciones por venir, gracias a su rol de profesora en Gasma. Sabe de lo que habla, tras trabajar en restaurantes como Arrop o Casa Marcelo; también dirigir durante ocho años su propio local, Sala Acio Restaurante, con dos soles Repsol.

Hoy en día comparte los conocimientos adquiridos, porque la sumillería también iba de generosidad, durante sus clases, asesoramientos, catas y cenas. También tiene su propio espacio en el canal Historias con Delantal, donde presenta algunos de los vinos que le suscitan interés -sin que ello haya condicionado la decisión, que nunca se votó de forma interna-. Pizarro me contó una vez que llegó al oficio de la sumillería tras catar, durante un curso, un Maduresa 2001 de Celler del Roure. No dijo un Selosse, dijo un Maduresa. Este elogio al vino valenciano, por el que otros se llevarían las manos a la cabeza, la convierte en quien es: una persona honesta, pero también necesaria, en el futuro de la sala.

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