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Ada Dasí
Catarroja
Jueves, 1 de diciembre 2022, 19:57
La cazalla, típica bebida alcohólica valenciana caracterizada por su alta graduación, es el ingrediente estrella de los 'congrets' un dulce tradicional de Catarroja que se sigue elaborando desde hace más de cien años en el Horno Pastelería Molinos de este municipio de l'Horta Sud. ... El toque anisado hace de este dulce, que antaño se consumía los días de Pascua, todo un atractivo para gentes de la comarca incluso de fuera de Valencia que vienen adrede para saborearlos.
Los hermanos Luis y Eugenia son la cuarta generación al frente del negocio familiar. Ni siquiera ellos saben el origen de la receta, la han heredado de sus padres, Manolo y Pili, y ellos a su vez de los suyos, Manolo y Concheta y anteriormente de un tío. El padre, recuerda que antiguamente, cuando escaseaba el dinero en la posguerra este dulce se preparaba en las casas, de puertas para adentro. Los ingredientes son muy básicos, asequibles para aquella época: harina, aceite, cazalla, canela, 'llavoretes' y azúcar. Con ellos se hace una pasta y se reparte en tiras alargadas. «Luego se marcan cuatro dedos encima y se hornea», explica Eugenia.
El toque definitivo se lo da el horno moruno de 1890, el único de la provincia de Valencia que todavía está en plena producción en esta panadería tradicional donde todos lo que venden tienen el sabor característico que otorga la leña.
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En casa no debería ser igual, pero aún así el dulce casero guarda la esencia más valenciana con el sabor característico de la cazalla. Hay quien los llama «rosquilletas dulces», más por el aspecto que por el gusto que nada tiene que ver con ellas, a excepción del que le dan les 'llavoretes', porque lo más delicioso es ese mordisco esponjoso para que luego se deshaga en la boca con la explosión de sabor, ideal para después del café en las comidas.
Categorías
Un vaso de cazalla
2 vasos de aceite
Harina
Azúcar
Canela
Llavoretes (semillas de anisete)
Para Eugenia su elaboración no tiene secretos, se crió en el horno y sabe a la perfección cuando le falta o le sobra ingredientes. Con su experiencia, hace la mezcla sin medidas y en cuanto a la cocción, como buena hornera, tampoco tiene problemas, «solo hay que vigilarlos hasta que estén en el punto» explica, más que nada porque el horno moruno depende mucho de la leña y de la temperatura exterior.
Una vez salen, tiene un color 'morenito' y crujiente, parecido al de los 'Rosegones', otra modalidad de dulce típico valenciano que tiene infinitos adeptos en el pueblo. «Aquí lo hacemos todo artesanal, amasamos a mano, y cada vez los clientes lo valoran más», explica Eugenia. Al día hace una media de más de un centenar de 'congrets' que se acaban pronto. Esta línea artesanal también la siguen los 'Amargos', muy tradicionales también en la localidad, o la 'coca de sagí', les 'mamelletes' o los 'suspiros', pastas que pueden cambiar de nombre según el pueblo, y toda la gama de productos dulces que elaboran.
Mención a parte merece el pan, del que se encarga Luis, en todas sus variedades. La más destacada y una de las más demandas por la clientela es la 'pataqueta', amasada a mano y horneada sobre las losas del horno a leña, todo un gusto para los amantes del buen pan. La artesanía se une, además, con la innovación con las nuevas propuestas en la gama integral que crean las manos de Luis, dándole su toque personal avalado por su experiencia.
Así se ha ganado la fama el Honor Molinos, con la calidad de su producción y el único horno moruno de la provincia de Valencia que sigue en funcionamiento, un atractivo para los paladares que saben apreciar la diferencia. Pili y Manolo, ya jubilados, están más que orgullosos de la cuarta generación que sigue imprimiendo su sello, a pesar del sacrificio que implica el oficio de panadero. Y sus hijos, Eugenia y Luis, con el mismo orgullo de continuar con la tradición familiar.
El horno moruno forma parte del establecimiento, es lo primero que se ve cuando entras por la puerta. Este elemento de origen romano, pero que los árabes hicieron suyo, condensa el calor en su interior para trasladarlo a los alimentos. Cuando se calientan las losas con la leña, las brasas se apartan hacia los lados y está listo para introducir cualquier producto, manteniendo una temperatura que va oscilando. Su control requiere experiencia para saber cuando es el momento indicado para cada alimento.
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