B. González
Chella
Jueves, 19 de enero 2023, 20:44
La gastronomía siempre ha ido de la mano de las fiestas. No hay fiesta sin comida ni ágape y patrón que no tenga su dulce. ... Es el caso de Sant Blai, un santo cuya devoción se extiende por una veintena de municipios de toda la Comunitat, entre ellos Chella, en la Canal de Navarrés.
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En este municipio de unos 2.400 habitantes desde hace más de un siglo se tiene constancia de la elaboración de las torticas de cacahuete, 'cacagüet', y aceite o torticas de Sant Blai. Un dulce con origen mozárabe, pero que se adaptó a la cristiandad con la utilización de manteca como ingrediente principal, además del cacahuete.
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Estas tortas, en municipios limítrofes y en otros lugares se elaboran sin cacahuete, solo con manteca. En Chella se incorporó este fruto seco porque, al parecer había mucho y se cosechaba en el mes de septiembre. Un cacahuete, que según los mayores del municipio tenía mucha grasa. El otro ingrediente básico, la manteca, se obtenía de las matanzas del cerdo que se solían hacer por el mes de octubre.
En los dos hornos de la localidad, el de San Blai y el de la Plaza de la Iglesia, sus propietarios Trinidad Mascarell y Jesús Juárez, respectivamente, utilizan la receta heredada de sus abuelas. De hecho, Jesús aún conserva la libreta donde estaba apuntada.
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½ kilo de cacahuete molido
½ Kilo de manteca
2 michetas de aceite
½ kilo de azúcar
4 yemas de huevo
Ralladura de limón
Harina, la que admita
Canela para espolvorear
Y es que en gran parte del siglo pasado, las torticas se elaboraban en casa y se cocían en el único horno que existía. De ahí, que se diga que «hay tantas recetas como casas en Chella», por las pequeñas variaciones partiendo de los ingredientes que son la base.
Estos ingredientes son: cacahuetes tostados y molidos, azúcar, manteca, aceite, yemas de huevos, ralladura de limón y harina de trigo.
«Nuestros antepasados eran mayoritariamente labradores y los ingredientes que utilizaban eran productos naturales de la tierra que aprendieron a combinar admirablemente con recetas que no son nada complicadas ni costosas», explica Jesús.
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Así, es tan sencillo como mezclar y amasar bien todos los ingredientes, excepto la harina, hasta conseguir una pasta uniforme y luego ir añadiendo poco a poco la harina que admita. Se extiende con un rodillo y se corta con la boca de un vaso para darle la forma de torta. Finalmente se hornean con azúcar y canela por encima.
Como anécdota, el gerente del Horno de la Plaza de la Iglesia explica que las mujeres, cuando hacían las torticas, las guardaban en las cómodas y armarios de la ropa, cerrados con llaves, para que la familia no se las comieran antes de que llegaran las fiestas de San Blas.
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Y es que antes era tradicional comerlas en los días de las fiestas patronales, a primeros del mes de febrero (la onomástica de San Blas es el día 3). Actualmente, se elaboran y se comen durante todo el año. «En verano es cuando a veces no tenemos, pero casi siempre disponemos», asegura Jesús.
Jesús lleva al frente del honor de la Plaza de la Iglesia 24 años, aunque este data de 1800. «De hecho, cuando lo reformamos para hacerlo a leña pero giratorio, salieron restos de tres reformas de horno moruno, unos sobre otro».
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