El turrón que (casi) no conoce límites

Hay quienes no se salen de su 'sota, caballo y rey' anual de sabores (blando, duro y de yema tostada, por poner tres ejemplos de 'clásicos') y que ven casi un sacrilegio romper una tradición de décadas y décadas de recuerdos, muchas veces con personas que ya no están con nosotros. Otros, por el contrario, no tienen ningún tipo de reparo a la hora de dejarse sorprender y probar nuevos sabores para culminar una de las habitualmente opíparas comidas o cenas que nos esperan durante estas próximas semanas.

Para estos últimos existe una localidad en la que disfrutar con la imaginación desbordante de Pascual Navarro. Casinos, cuna de las peladillas, vive este mes de diciembre su periodo de esplendor a la hora de vender turrón de los sabores más peculiares. La lista aumenta año tras año y no deja de sorprender.

Navarro, responsable de un establecimiento que ha tratado con mimo el turrón desde 1940 y sigue con una prolongada tradición familiar, toma aire y, como una metralleta, recita algunos de los muchos sabores que ha ido incorporando este año: «Uno de los que estamos vendiendo es el de la galleta Lotus». Tampoco faltan otros sabores que, sobre todo a los menores, les serán muy familiares: «De Kit Kat, de Kinder Bueno, de Raffaello (con sabor a coco)…». También, para aquellos que tengan algunas décadas más está un sabor que les transportará a su infancia en medio de explosiones de sabor: «El de Peta Zetas también está funcionando bien».

Otro sabor que, a priori no sonaría muy afinado incluiría un producto como la sal: «El turrón de flor de sal incorpora un crujiente con una galleta caramelizada, caramelo y un toque de sal», explica con entusiasmo.

Pero, a la vez que detalla sus últimos 'descubrimientos' turroneros, remarca que no se trata de un proceso sencillo que se limite a mezclar productos sin más. El juego de las proporciones adquiere gran trascendencia: «Llevamos desde septiembre trabajando para cogerle el punto porque no es tan sencillo como pueda parecer. Con los cambios de temperatura se alteran: con el calor se derrite y con el frío se pone demasiado duro. Hay que poner la cantidad exacta de cada producto», explica Navarro.

La respuesta que está obteniendo ante estos nuevos sabores que salen al mercado «está siendo muy buena. Cuando lo pruebas, seguro que repites», se atreve a vaticinar para quienes se definan como escépticos.

Para alguien que ha estado «toda la vida» junto al turrón, este periodo del año es el más atareado para un producto de proximidad «que se hace por encargo, a medida que se acaba y me piden, hago más».

Uno de los problemas que Navarro afirma haber detectado no es el incremento en el precio de la almendra, «que más o menos se mantiene», sino en el del azúcar y los huevos «que han subido bastante más precio», ha concluido.

De este modo, entre «las 50 ó 60 variedades» que maneja, lista que ha ido creciendo con los años, confiesa que, por el momento, ninguna se le ha 'resistido' y todas las que ha ido probando han resultado satisfactorias.