Timbal de cordero envuelto con calabacín sobre base de patata. jaume lita

Casa Roque: Peregrinaje a la catedral gastronómica de Morella

El restaurante con más de 40 años de actividad demuestra que el producto de proximidad no es una moda

Jaume Lita

Valencia

Jueves, 23 de junio 2022, 16:54

Ir a Morella y comer en Casa Roque bien debería ser una tradición. Casi una obligación. En muchos sentidos puede recordar incluso a Casa Granero de Serra, pero el restaurante de Concha, Roque y Carlos tiene tanta personalidad para demostrar que ... el producto de proximidad no es una moda que hoy encarece los precios del menú en decenas de locales. Es más, no tiene nada que ver comer en este templo de la gastronomía de interior con hacerlo en otros lugares. La experiencia es casi religiosa. El peregrinaje es llegar a Morella y disfrutar de Casa Roque.

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Entre calles empedradas y tiempo desconfiable (nunca sabes si te va a pillar una ola de calor o las tormentas van a hacer acto de presencia) se camina por una Morella que recupera la actividad tras la pandemia. Da igual que entre por la puertas del Rey, San Miguel o San Mateo. Como en Roma: todos los caminos llevan a la calle Segura Barreda y Blasco de Alagón (la de los soportales). El camino no tiene pérdida. Así se llega fácil a la catedral gastronómica, que no es exuberante por fuera, se mimetiza con el entorno y se accede por una esquina del edificio. No siempre se come en el interior de un edificio del siglo XVII.

Dentro espera un viaje que mezcla el pasado del entorno con el presente del gusto y el futuro del agrado, sin salir de Morella. Los 42 años de historia de Casa Roque han permitido que el establecimiento sea conocido a nivel gastronómico en buena parte de la Comunitat Valenciana, y entre los visitantes de Morella el restaurante es buque insignia. Lo bueno de este tipo de locales que en el plato no hay truco. Un pastel de alcachofa es un pastel de alcachofa. No hay sorpresa. Las migas son de las que no encontrarás otra igual; el «escabeche de miel y vino blanco de Castellón» en el que se bañan las codornices... ¡gloria bendita!

La ceremonia prosigue por derroteros poco sorprendentes, porque la base está hecha, dicha y comida. Timbal de cordero, hojaldre de solomillo, bacalao, trucha, carrillada o, para valientes, un potaje morellano. A gusto del consumidor, como las otras tantas opciones en carta. No hay plato que no se sirva que con cumpla con el estándar básico de la poca estridencia. Lo que aparece en la carta es la que se sirve en mesa. Esa cualidad ya casi se ha perdido en los restaurantes de cierto nivel. Pocos mantienen esa obviedad que especialmente los nuevos locales aportan, algunos con gran aciertos, pero de tanto en tanto se agradece leer en carta 'hojaldre relleno de solomillo' y que lo que te comas sea sólo eso.

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Casa Roque no se descubre, se confirma, se refrenda como punto de visita obligada. Todo es paz y calma en su salón, porque la oración gastronómica no necesita música potente. ¿El precio? Acoplado al momento y el mercado. No es caro, pagas lo que comes.

El restaurante Casa Roque de Morella tiene su propio Evangelio gastronómico, con sus mandamientos y liturgia. Interiorizar lo vivido y sentido es una tarea personal e individualizada. Lo que pasa en Morella se queda en Morella, menos lo que sirven Roque, Concha y Carlos, que es de una realidad tan cercana que se sigue sintiendo pese al paso del tiempo.

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