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María José San Román: «He perdido la fe en Michelin»

La chef de Monastrell se libera de ataduras y apuesta por un concepto informal en la planta baja de su restaurante tras perder la Estrella

almudena ortuño

Jueves, 13 de enero 2022

Dicen que lo que sucede, conviene. Que si las aguas se revuelven, toca vestirse de pescador y proponerse sacar ganancia. Hasta aquí los proverbios, vamos ... con los hechos. Al término de su clase de yoga, María José San Román (Valladolid, 1955) no parece preocupada. El astro que alumbraba su restaurante -Monastrell, en Alicante- se ha apagado, pero confía en la luz propia. Hemos hablado de la lluvia de estrellas que se produjo en la gastronomía valenciana durante la última presentación de la Guía Michelin, pero no olvidemos que algunas también se fundieron. En concreto, ya no pertenecen al firmamento Sents (Ontinyent), Manuel Alonso Restaurante (Daimús) y Orobianco (Calpe), junto con la casa de San Román. «Ahora es más mía que nunca», celebra, porque ha perdido el miedo y ha ganado la libertad. Tras un cuarto de siglo en los fogones, María José padece lo justo, y esta leve adversidad se le antoja como una circunstancia conveniente.

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- Monastrell está cerrado por vacaciones, ¿en qué anda enfrascada?

- Volveremos el 8 de febrero y, de cara a marzo, quiero presentar una reformulación del espacio. Tengo un local de 900 m2 y tres alturas, pero solamente estoy utilizando una planta. Durante la pandemia, empecé a pensar en sacarle más partido, y creo que ha llegado el momento. Voy a instalar un concepto popular en la planta de abajo y subir el restaurante gastronómico a los pisos de arriba. Antes no lo hacía por si no le gustaba a Michelin, pero ya he perdido el miedo.

- ¿Se esperaba la retirada de la Estrella Michelin?

- No, nosotros nos pasábamos el día hablando de la segunda. Cuando te presentas a un examen, tú sabes si llevas la lección bien o mal. Pues yo te digo que estábamos atravesado un momento muy bueno. En cambio, cuando me concedieron la Estrella, no era precisamente el mejor. El caso es que, en la última visita, le conté mis planes al inspector y no debieron de gustarle. Cada cual tiene su punto de vista, yo me siento tranquila con el mío. Soy cocinera desde hace mucho y estoy por encima de la Estrella.

- Habrá quien piense que habla desde el dolor...

- Allá ellos. Yo te digo que he perdido la fe y la ilusión en la Guía, no sé a lo que juegan y tampoco me importa. Michelin no es la divina pomada: el restaurante siempre hemos sido nosotros. Mira lo que le ha pasado a Casa Manolo, es 100% incomprensible. Así que esta decisión, en parte, ha supuesto una liberación. Ahora Monastrell será, más que nunca, el patio de mi casa. Me centraré en hacer felices a los comensales, porque sé muy bien lo que quiere la gente y lo que quiero yo. Creceré en un sentido más enriquecedor, con técnica, producto y apostando por la sostenibilidad.

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- Mira que todavía le van a dar la Estrella Verde…

-Ríe-. ¡Pero si ya la pedí! Escribí una carta donde adjuntaba los informes. Tenemos una huella de carbono muy reducida, un proyecto de depuración de aguas grises, placas solares, agricultura local… Tengo una puntuación increíble en sustentable. Pero no les ha dado la gana.

- ¿Ha comentado la decisión con alguien de la organización?

- Sí, y me han reprochado la falta de novedad. Me dieron ganas de responder que tenemos suerte de estar abiertos después de una pandemia. El caso es que tú inviertes y luego viene alguien a decirte lo mal que lo haces. Bajo su criterio, por supuesto. A lo mejor quieren más humo y más esferas; yo voy a más verde. Supongo que por eso tengo dos Soles Repsol y la gente me apoya.

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- ¿En qué consistirá el nuevo Monastrell?

- La parte de arriba seguirá siendo gastronómica, pero en esos 100 m2 haré algo muy personal. Cuando hablo del patio de mi casa, me refiero exactamente a eso: a abrir los días que quiera, con el número de comensales que me apetezca, saliendo a servir la bebida o invitándoles a pasar a la cocina para explicarles algo. Me gusta mucho la parte didáctica, por eso doy tantas conferencias, y estaba pensando en llevarme los talleres a la entreplanta. Crear una especie de laboratorio, ya veremos. La gente quiere dinamismo, experiencias nuevas y no saber todo lo que va a pasar.

- ¿Y qué hay del concepto informal?

- Habrá carta y menús. Los menús, lógicamente, serán más económicos y con menos platos. Es que si alguien está en el Puerto de Alicante y quiere probar el arroz, ¿por qué tengo que obligarle a comerse los snacks, varios postres y todas estas ceremonias? Aunque igual tenemos que hacer dos turnos y pedirle al comensal que lo entienda. Económicamente, no me perjudica en absoluto.

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- Es la directora de un grupo gastronómico donde se incluye Monastrell, pero también Tribeca Music Bar, La taberna del Gourmet o Asador la Vaquería. ¿Qué es más rentable?

- De mis restaurantes, Monastrell es el único donde las cuentas nunca salen. Y esto pasa porque rindes pleitesía a unos códigos con los que la gente no comulga. Vienen clientes de fuera, pero los de aquí piensan que será caro, que comerán poco, que invertirán demasiado tiempo… No estoy diciendo que vaya a renunciar a la clientela más exclusiva, pero a la vez me encargaré de atraer a quienes visitan mis otros establecimientos. Digamos que convertiré el concepto 'A' en un 'AB'.

- Tiene muy claro lo que quieren los comensales...

Porque gestiono varios restaurantes. A veces te compras un bolso o un coche para que vean que lo tienes, pero en el día a día, la mayoría de personas prefiere comer bien, en ambiente informal y compartiendo al centro. Al final, la Estrella se identifica con cierta banalidad, pero hablamos de una empresa privada francesa, que tampoco conoce el estilo de vida mediterráneo. No perdamos de vista que el auténtico poder está en el cliente, no en la crítica. Lo otro ya lo he tenido.

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- Dirigir un grupo gastronómico, ¿implica pasar menos tiempo entre fogones?

Implica formar a un buen equipo. Yo le doy de comer a 1.000 personas cada fin de semana, no sería posible si no delegara funciones. Si te toca estar yendo al mercado, ¿cuándo te pones a investigar? La única forma de progresar es disponer de quien ejecute tus decisiones. Está claro que cuesta encontrar personal a la altura, porque en la hostelería tenemos fama de abusones y no hemos sabido despertar la vocación de los jóvenes. Pero por eso, todos mis empleados trabajan 8 horas, nunca 14, y libran dos días.

¿Cuál es, a día de hoy, el motivo que le hace levantarse ilusionada?

El campo que tengo en Mutxamel. Cuidarlo, prestarle atención. Ver que mi hijo está allí y es feliz con la agricultura. Que mis dos hijas trabajen también a mi lado. La vuelta al origen, a lo primitivo. Es que lo importante no es tu ego como cocinera, sino crear riqueza para las generaciones que están por venir. Este es un oficio vulgar y corriente, los cocineros empezaron a ser estrellas hace un siglo. Hemos creado un monstruo que ahora nos va a tocar deshacer.

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María José también es...

- Una apasionada de la investigación en torno al azafrán, el AOVE y el arroz. Como amante del producto, cultiva su propio huerto y elabora su propio pan, que además dispensa en el obrador San Román. «He experimentado una reacción muy positiva en el comensal al explicarle que las verduras son propias o que los corderos son ecológicos. Esto siempre ha formado parte de mi cocina, pero ahora también sé contarlo en la web y las redes sociales. Cocinar y consumir todos estos productos resulta emocionante porque sabes lo que hay detrás; sabes quiénes son los ganaderos que han estado trabajando o que esa acelga la ha cortado tu hijo», relata.

- La presidenta de la Asociación Mujeres en Gastronomía (MEG), que nació hace tres años durante una feria gastronómica en Valencia. Su intención es mantenerse en el cargo un año más y dejar en marcha una línea de acciones. «Nos ha pillado la pandemia y no hemos podido hacer tanto como nos habría gustado. La prioridad es reforzar delegaciones, para que Cataluña vaya sola, arranquemos en las dos Castillas o se internacionalice el colectivo, llevándolo a países como la India o Turquía. El mero hecho de que existamos ya es muy importante, porque no había ninguna mosca cojonera. Ser incómodas es positivo para avanzar», reivindica.

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