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La sala que viene

El sitio de mi recreo ·

Los bares y restaurantes no volverán a ser los mismos tras el periodo estival

Jueves, 19 de agosto 2021, 17:38

Hoy en «El Sitio de mi Recreo», servidor va a volver a su rincón de pensar en este patio de comidas y bebidas; a reflexionar sobré cómo será la sala después de este paréntesis veraniego. Reflexionar siempre nos hará mejores, tal vez no más fuertes, pero siempre nos permitirá ser más competitivos y afrontar los futuros inciertos con alguna reflexión positiva al menos en el horizonte.

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En mis reflexiones tengo algo claro, muy claro: esto ya no será lo mismo. Me explico: el verano es transitorio y con la vorágine del trabajo, de la afluencia masiva, de las incertidumbres o del carácter distraído que provoca el periodo estival, todo lo reflexivo pasa a un segundo plano y tanto profesionales como clientes somos un poquito más permisivos en todo, todo. Está claro que este verano el «todo vale» no ha sido la tónica dominante, pero al menos muchos negocios han podido salvar la inestabilidad del invierno incierto y volver a determinadas rutinas de constancia en el trabajo. Pero esto se acaba y cambiamos la temporada por el día a día de nueve o diez meses con otros ritmos, otras demandas, otra manera de trabajar y servir u otros escenarios profesionales con dinámicas laborales diferentes.

Mi reflexión será sobre el cliente, nuestra principal razón de ser. El cliente no va a ser el mismo, eso lo tengo claro. Cuando digo que no va a ser el mismo me refiero a que su nivel de exigencia va a ser distinto al habitual o mejor dicho, al nivel de antes de este mal bicho.

Acudir a un establecimiento de hostelería u hotelería ya no va a ser un hecho visceral o impulsivo. El «cualquier sitio me va bien» ya no va a entrar en nuestro día a día. La elección de dónde vamos a comer, dónde nos tomaremos unas cervezas o dónde una copa, va a ir precedida de una elección pensada y comedida. Seguramente se tengan en cuenta las opiniones de los diferentes portales o de las redes sociales sobre el establecimiento elegido en materias de seguridad e higiene frente a las modas o tendencias. El bar o la tasca clásica con el encanto de lo castizo va a tener que adaptarse, y mucho a las exigencias del cliente. Papeleras llenas de servilletas, palillos y pinchos por el suelo o la limpieza distraída ya no tienen cabida en el nuevo escenario. Restaurantes sin distancias entre los comensales, con la mezcla de conversaciones entre mesas separadas por distancias inexistentes y de aprovechamiento del espacio verán mermadas sus afluencias. El cliente mirará antes de entrar e incluso abandonará los locales que no nos ofrezcan al menos algo de seguridad. Os cuento: tengo un buen amigo que por las restricciones ha tenido que quitar banquetas y dar más espacio a su concurrida barra y me comenta que lo va a dejar así para siempre, que se siente más seguro y que sus clientes se lo agradecen, bravo. Otro buen amigo también ha quitado mesas y va en la misma línea, no las va a reponer. Más distancias, menos mesas, menos personal, más seguridad e igual venta, sin duda algo para reflexionar.

Mi reflexión matutina con el mar de aliado me lleva a otras reflexiones más profundas que quizá merezcan un nuevo artículo, pero sin duda, la sala que viene va a cambiar. Una nueva sala con mejores o más formados profesionales que nos trasmitan seguridad e higiene, unos espacios con mayores distancias o al menos más prudentes entre las mesas, locales con una mejor ventilación, barras más espaciosas o mejores terrazas, son sin duda el futuro de la sala que viene.

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