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J.A.L.
Jueves, 29 de septiembre 2022, 19:53
Que Bodegas Fos forma parte del corazón de Vicente Boluda se aprecia desde su misma denominación: el proyecto que emprendió en el año 2006 en ... Rioja Alavesa lleva su apellido materno, Fos, el que distingue a la naviera que en el año 2037 cumplirá 200 años de feliz trayectoria. El mismo apellido con que el empresario valenciano bautizó esta aventura, que ahora emprende la enésima vendimia como hacen todos los bodegueros del mundo: mirando al cielo. Mitad temeroso, mitad esperanzado. Si los dioses del vino son propicios, su ayuda servirá para calibrar la calidad definitiva de la cosecha del 2022 y ayudará a saber si, como pretende Boluda y todo su equipo, las criaturas que alumbren en sus depósitos contribuyen al propósito de fondo: demostrar que una pequeña bodega también puede alumbrar grandes vinos.
Se trata de una misión que ya conoce inmejorables espaldarazos. La confirmación de que Fos camina por el sendero adecuado, el de la excelencia, llega a la bodega por varias vías, como cuando el prestigioso crítico norteamericano Tim Atkin confiesa su emoción ante su Finca Zuriena, un blanco nacido a partir de la variedad viura en cepas con más de 60 años de antigüedad. O cuando la Guía Peñín se rendía ante otro de los vinos emblemáticos de Fos, su tinto Por los Cien: un monovarietal tempranillo (la uva sagrada, totémica, de la DOC Rioja), elaborado a partir de la uva recogida en los propios viñedos de Fos, con más de un siglo de vida. Son entre 8 y 10 hectáreas cultivas en el corazón de la Denominación, la llamada milla de oro. En realidad, más de una milla: una privilegiada superficie, al abrigo de la cercana sierra de Cantabria, que garantiza a estos pagos ubicados en Elciego (Álava) y sus fincas hermanas las mejores condiciones de suelo y clima para que cada año se obre el mismo milagro y brote de sus cepas uno de los grandes vinos del mundo.
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Sobre esa soberbia base explora Boluda un proyecto que cuida, mima y dirige personalmente. “Es un auténtico winelover”, señalan desde la bodega, donde apuntan a la palabra clave para explicar el compromiso del reconocido empresario en esta incursión en el mundo del vino: la palabra entusiasmo. Se trata de una vertiente profundamente emocional de su faceta empresarial; aunque en el conjunto de sus negocios Bodegas Fos no sea una parte esencial, sí que representa para él un férreo vínculo con el elemento motriz de tantos proyectos: el factor sentimental. “Se involucra en mil detalles”, subrayan en Fos para describir la acusada implicación de Boluda en los vinos que cría en esta recoleta bodega, una delicada pieza arquitectónica que firma un profesional de renombre, Enrique Muga. Por ejemplo, eligiendo personalmente hasta el papel de las etiquetas, las cápsulas o cada elemento de cada vino. “Cuida Fos como si fuera un hijo”, aseguran en su bodega, donde ponen el acento sobre un caso paradigmático, el etiquetado de varias de sus botellas, que incorpora un elegante remate ondulado.
Un explícito guiño al origen de sus negocios, el sector naviero, presente siempre en su corazón. “Queríamos haber conmemorado con un vino especial en el 2020 los cien años de la compañía de remolque que fundó su abuelo, pero coincidió con la pandemia y no pudo ser”, dice uno de sus colaboradores. Tendrá oportunidad de resarcirse dentro de 15 años, cuando se celebre el segundo aniversario de la naviera Fos, el negocio que comparte denominación con esta bodega que Boluda se plantea como una carrera de fondo. “El mundo del vino es para maratonianos”, observan en Fos. “Si te lo tomas como un sprint, puedes cometer errores”.
Sometido por lo tanto su proyecto vinícola a las exigencias de la ecuación “más calidad, menos producción”, Boluda no ha escatimado inversiones en el ámbito tecnológico para su criatura riojana. “Es que este es un proyecto de largo recorrido, no una aventura, aunque todo negocio tiene un poco de aventura cuando se inicia”, relatan en Fos. Su apuesta por la tecnología convive con el respeto por la tradición propia de la Denominación y su apuesta por las variedades autóctonas: tempranillo, viura, graciano… Una inmejorable carta de navegación. Aunque en el horizonte se anuncien los nubarrones propios de un sector siempre incierto, la bodega del naviero valenciano está bien equipada para surcar los procelosos mares del vino. De la cepa a la copa, se adivina para Fos una feliz travesía.
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