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Llega a Valencia el vino que nació junto a una ermita

ZONA LÍQUIDA ·

Rippa Dorii presenta en la capital los vinos de Ribera de Duero que reviven una singular historia

REDACCIÓN

Jueves, 6 de octubre 2022, 20:01

Rippa Dorii es el nombre de una ermita abandonada que se encuentra en Torrecilla de la Abadesa, al lado de Tordesillas, en una zona llamada ... Torreduero, «donde contamos con varios viñedos y uno muy especial puesto que fue el primero que adquirió nuestra casa en dicho territorio», explican desde la bodega. En la actualidad, la ermita, de la que solo queda el ábside románico, se llama Santa María de los Dolores, «pero su nombre original era iglesia Sanctæ Mariæ de Ripa Dorii, lo que sirvió de inspiración para dar forma y contenido a todo el proyecto». ¿Y de qué proyecto hablamos? De esa aventura asíl llamada, como la propia ermita. Se trata del novísimo proyecto de Ontañón Familia, la prestigiosa bodega de Rioja, en Rueda y Ribera del Duero, que se estrena con el Premio Envero al mejor vino de Alta Expresión de Ribera del Duero, y la distinción de Decanter a su verdejo ecológico. Vinos recién presentados en Valencia durante una cata que tuvo lugar este jueves para satisfacción de los asistentes, representantes del mundo gastronómico y enológico de la Comunitat.

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El proyecto se inspira, y toma su nombre, en el poema de José García Nieto 'A orillas del Duero' (es decir, Riipa Dorii), que forma parte del libro «Geografía es Amor», publicado en 1955, en el que el autor dedica a su hijo un registro poético de sus paisajes españoles más queridos, como relatan desde la bodega. «Evocando el libro de García Nieto», señalan, «las botellas insignia de Rippa Dorii se etiquetan como la colección 'Geografías'. Es decir, »vinos de un solo viñedo que miran y admiran las parcelas más icónicas del proyecto y su carácter distintivo en cada añada«. »A través de una mirada sutil, paciente y cuidadosa de cada parcela, los vinos resultantes trazan la esencia de un lugar en el tiempo«, añaden desde la bodega.

Hasta ahora, la colección incluye un blanco y un tinto: Los Curas (DO Rueda) y Salomón (DO Ribera del Duero). La clave para entender estos vinos está en la etimología de la propia palabra geografía: la descripción ('graphia') de la tierra ('Geo'). «Este es el objetivo último del proyecto Riipa Dorii: observar, describir y enamorarse de paisajes únicos y olvidados».

El proyecto Rippa Dorii supone la culminación natural de un proceso que inició Ontañón Familia en los años noventa del siglo pasado, «cuando Gabriel Pérez depositó por primera vez su mirada en la calidad de los viñedos y vinos de la Ribera del Duero y dio sus primeros pasos como viticultor y bodeguero en la zona de Sotillo de la Ribera (Burgos)». Las virtudes del tempranillo burgalés le fascinaron; el color, la profundidad, la elegancia y el aroma de los vinos castellanos le impulsaron a recorrer zonas y viñedos para establecer las bases de su bodega. «Su filosofía es muy clara: buscar viñedos, recuperar, plantar y crear su propio microcosmos en el campo para otorgar a sus vinos la personalidad con la que desde el primer momento dotó a los vinos de su bodega riojana sita en Quel!».

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Y en Rueda sucedió el mismo fenómeno. «La fascinación por la verdejo más pura, por la verdejo más auténtica, le llevó a recorrer los cuatro puntos cardinales de la denominación para encontrar las viñas y las zonas que le sugerían los vinos que estaba dispuesto a elaborar en su bodega de Rueda, en el corazón mismo de una denominación que le enamoró por la calidad de sus vinos blancos tan especiales y únicos». ¿Conclusión? «Gabriel persigue en Rueda regresar a los orígenes más épicos de los vinos blancos de Castilla, la casta verdejo en su versión más genuina y desnuda».

Alma blanca de Rueda, verdejo en esencia

Los vinos blancos de Castilla tienen su expresión más viva en Rueda y en su verdejo. Como recalca la bodega, «Rippa Dorii explora sus múltiples facetas, expresadas en los diferentes perfiles aromáticos y de texturas definidos por cada microterroir y cada suelo, desde las terrazas más ricas en arcilla aluvial hasta los afloramientos calcáreos más magros», donde destacan viñedos por toda Rueda, como Torreduero, Los Curas o Foncastín. «La fruta se lleva a la bodega después de la vendimia nocturna para que la frescura se conserve de forma natural, y se deja fermentar de forma espontánea: la propia levadura autóctona actúa como genuina expresión del terruño», señalan. La clarificación se realiza por gravedad como parte de un enfoque de vinificación suave centrado en la preservación de todo el espectro de aromas y texturas que el verdejo es capaz de ofrecer con un intenso trabajo con sus propias lías más finas. El resultado son dos vinos -verdejo y verdejo Ecológico- que equilibran la accesibilidad con la densidad, la amplitud y la longitud.

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