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Víctor Elías ('Guille' en la histórica serie 'Los Serrano') es ahora un hombre feliz. Se ha casado con el amor de su vida, la cantante Ana Guerra, ha sido portada del '¡Hola!' y disfruta de su trabajo, la música. Sin embargo, hasta llegar a este punto su vida ha pasado por momentos complicados, desde el fallecimiento de sus padres, su adicción a las drogas o la pérdida de todo su dinero.
El joven estrena este miércoles 27 de noviembre el libro '#YoSostenido. Historia de un juguete casi roto', en el que aborda todas estas cuestiones, que ha repasado en una entrevista en el diario 'El Mundo'. En ella recuerda cómo sus padres fueron alcohólicos y la dura decisión que tuvo que tomar a los 13 años, denunciando a su madre después de tener una bronca con ella cuando estaba borracha. El juez decidió mandarlo a vivir con sus tíos, algo que su progenitora nunca le perdonó.
Todo ello lo combinaba con una fama que le impedía disfrutar de una adolescencia normal y que le convirtió en una víctima de bullying: «La enfermedad de mis padres, el bullying en el colegio, las palizas porque era gracioso pegar al famoso, mi reacción haciéndome yo mismo violento, es heavy lo que pasó».
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Fue a los 20 años, ya tras el fin de 'Los Serrano' y en una fiesta de la serie 'Isabel' cuando comenzó su adicción a las drogas: «Estaba bastante tocado en esa época y un compañero me ofreció una raya para animarme. A la larga fui buscando con la droga la soledad».
Ese consumo terminó provocando que perdiera amistades y trabajos, pero también todo su dinero: «Me arruiné, literalmente. Mejor no pienso cuánta pasta me gasté porque me tiraría por un puente». Sin embargo, afortunadamente hubo un punto de inflexión para él: «Me pasé cuatro días piano, raya, piano, raya... y dije: '¿Qué cojones estás haciendo?'».
Ahora, su vida es otra junto a Ana Guerra a su lado y una boda de ensueño: «Una de las cosas que más agradezco en el mundo es haber podido vivir mi boda y mi despedida de soltero al 100%. Ni alcohol ni drogas ni dramas. Nada más empezar, le conté que soy adicto, que ya no consumo, pero que me va a acompañar siempre y entendería si se iba. Se quedó, no me juzgó, me apoya a diario. Ha sido un viaje jodido, muy jodido, pero el final es feliz».
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