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La anciana que intenta evitar el desahucio, en el interior de su vivienda.
La fundación religiosa paraliza el desahucio de la anciana de Mislata

La fundación religiosa paraliza el desahucio de la anciana de Mislata

El objetivo es llegar a un acuerdo con Josefa Martí, de 88 años, que insiste que posee la vivienda en propiedad

Arturo Checa

Jueves, 30 de octubre 2014, 17:21

La Fundación Francisco Balbastre ha decidido paralizar cautelarmente el desahucio de la anciana de Mislata, Josefa Martí, sobre cuya vivienda se había iniciado ya un procedimiento de levantamiento judicial. Según avanzaron fuentes del Arzobispado, los responsables de la fundación han decidido presentar ante el juzgado una suspensión del proceso para intentar alcanzar un acuerdo con la anciana de 88 años. La solicitud aún no se han presentado, pero se hará en los próximos días.

La anciana, cuyo marido está enfermo en cama, denunció ayer en LAS PROVINCIAS que el desahucio supondría que su hijo, su nuera y su nieta de seis años se quedaran en la calle, al no estar ellos incluidos en el contrato de arrendamiento que se planteaba sobre la parte superior del inmueble. En la planta baja es donde la Fundación pretende levantar una sede de Cáritas para atender a los necesitados en Mislata.

Hace un día, A las puertas de la iglesia, con una mesa y unas sillas tomadas prestadas de una cafetería cercana y un asombro revuelo de representantes políticos del pueblo -PP, EU, PSPV, Podemos-, se produjo una callejera rueda de prensa de Josefa. El motivo, explicar sus argumentos sobre la «injusta medida» que a su juicio pretendía tomar la Fundación. Su intento por hablar en Villargordo del Cabriel con el arzobispo Cañizares, a su llegada a Valencia, no tuvo éxito. «Creo que es un hombre bueno y mediaría para que mi familia no acabe en la calle».

Porque la soga del desahucio no amenazaba sólo el cuello de Pepita. «Yo estoy fastidiado, y harto de todo esto». Lo contaba Juan Cuesta, su marido octogenario, operado de varices, columna y un riñón y que vive de la cama al sillón y del sillón a la cama. Hablaba en la vivienda de la discordia, entre desconchones, botellas de butano, agujeros en el techo, un cable de suministro eléctrico que sube desde la calle y sanitarios de baño arracimados aquí y allá. La vivienda de la discordia también es el hogar de Juan hijo, declarado inválido por otra lesión de columna. De su mujer, Inés, y de la pequeña Inés, una niña de seis años que asiste a la escuela ajena a todo el embrollo por el que pelea su familia.

La 'batalla' por la propiedad no vive su primer asalto. Hasta en dos ocasiones se ha paralizado la salida judicial de la familia de la vivienda. En una primera ocasión por la enfermedad del marido de Pepita. La segunda, al alcanzar un acuerdo acerca del pago de un alquiler de 20 euros por parte de Pepita, con la condición de ceder los bajos para «uso caritativo», el fin que Francisco Balbastre (un potentado de Mislata ya fallecido con decenas de propiedades) destinó a su herencia.

Y en este último extremo radica la arista más espinosa. Pepita sostiene que el alquiler permitiría seguir viviendo en la planta superior a ella y a su marido, «pero no a mi hijo, su mujer y su nieta. Y yo no pienso consentir que me hijo acabe en la calle». Argumenta en su favor que, tras un incendio en la planta baja del inmueble de la calle Mayor, «yo misma pagué la rehabilitación. Treinta millones de mi bolsillo me gasté».

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