«Me veo en la calle con mi hijo dependiente»

Los padres del pequeño Miguel de dos años están desesperados y reclaman urgentemente una vivienda. Una orden de desahucio por impago de alquileres planeaba sobre ellos para el día 26 pero este martes mismo el juzgado comunicaba un aplazamiento para dejar su piso de Mislata. De momento, han ganado la batalla pero no la guerra porque hay una segunda orden prevista para el próximo mes que afecta al propietario del piso.

La urgencia no es por ellos, es por su hijo que depende de cuatro máquinas para seguir con vida; la del oxígeno, el aspirador de secreciones, la bomba de alimentación y el monitor de constantes vitales. «No nos sirve un aplazamiento, necesitamos una vivienda urgente», reclaman sus padres, Miguel y Desy.

La tragedia se coló en esta familia cuando en mayo del año pasado el niño cayó accidentalmente a una piscina y estuvo en parada cardíaca 45 minutos. A pesar de todos los malos augurios, Miguel sobrevivió pero las consecuencias fueron terribles y el accidente le afectó a la actividad cerebral. No obstante, no dejaron de luchar por su hijo y cuando los médicos no les daban esperanzas el pequeño se aferró a la vida y sus progenitores con él.

Desde entonces ha sido una lucha continua contra la adversidad. Los padres dejaron de trabajar y el impago de los alquileres se acumuló en estos seis meses. Imposible encontrar un trabajo en estas condiciones de dependencia absoluta de Miguel, cualquier catarro, cualquier mucosidad puede tener consecuencias desastrosas. Y sin un trabajo con contrato no hay posibilidad de acceder a un alquiler, a pesar de haberlo intentado.

Los dos se dedican en cuerpo y alma a Miguel y como señala Desy «nos dijeron que se quedaría vegetal pero mi hijo siente, reconoce nuestras voces y sabe lo que le dices». «Desde agosto que salimos del hospital hemos conseguido que vuelva a sonreír y disfruta de su entorno en la medida de sus posibilidades».

Los problemas se acumulan para esta familia de Mislata, ya que el estado de salud del pequeño no es el mejor. «Lleva ocho meses en la cama sin ningún tipo de rehabilitación. Estamos esperando que nos llamen del hospital militar todavía», advierte Desy, «la musculatura del pecho se está resintiendo mientras pasa el tiempo».

«Hemos pasado momentos muy duros y hacemos mucha fuerza todos los días, aceptando que Miguel tiene otra forma diferente de crecer», comenta la madre. Las condiciones del piso tampoco ayudan, con humedades y carencias, por lo que insiste en la necesidad de acceder a una vivienda en condiciones.

En el caso se ha implicado la Hermandad Gitana, un movimiento nacional que dirige Antonio Martín, cabo de la Policía Judicial de la Guardia Civil, quien tilda el desahucio de la familia de «inhumano». La entidad pidió la paralización del alzamiento por «motivos humanitarios», que se ha conseguido.

Martín señala que el abogado de la asociación, David Jiménez, ha descubierto que el denunciante «no es el propietario de la vivienda y que pertenece a una entidad bancaria», lo que abre un nuevo margen de maniobras ante el juzgado.

Desde el Ayuntamiento de Mislata remarcan que los servicios sociales municipales se están encargando del caso y que se está prestando soporte a la familia, con la solicitud al juzgado de la paralización del alzamiento. También se están tramitado todas las ayudas posibles, entre ellas la renta mínima valenciana para Desy y el carné de identidad del menor, aunque la competencia respecto al acceso a un piso social recae en la Entidad Valenciana de Vivienda y Suelo (EVHA).

Una vez tramitado esto lleva un proceso administrativo, mientras a esta familia de Mislata se le va agotando el tiempo y los recursos.

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