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Cuando discute con otro mandatario, Donald Trump suele mover las manos como si tuviera dos pistolas. Al estilo cowboy. Así, apuntándole con el dedo índice, ... pisoteó a Volodímir Zelenski durante la visita a la Casa Blanca del presidente ucraniano. Casi lo echó a patadas del Despacho Oval. Llegó a culpar a Ucrania de la invasión rusa. La bronca tuvo un efecto inmediato: EEUU cortó la ayuda militar y logística a Kiev en su guerra contra el Kremlin. En Moscú lo celebraron y alabaron a su inesperado aliado. Pero con Trump nadie pisa tierra firme. Tras semanas de presión a Ucrania para que se pliegue y firme una paz en condiciones de desventaja, el magnate ha arremetido este viernes contra la otra parte del frente al amenazar con sanciones y aranceles «a gran escala» a Rusia si no pacta ya un alto el fuego y negocia la paz.
Trump tiene bien agarrado el volante del mundo. Gira a su antojo. El mensaje es claro: o el resto del planeta hace lo que a él le interesa o tendrá en su contra toda la maquinaria de Estados Unidos. Ha pasado en un tuit de cargar contra Kiev a poner a Moscú en su diana tras los intensos ataques registrados esta jornada contra la infraestructrura energética ucraniana. «Teniendo en cuenta que Rusia está 'machacando' a Ucrania en el campo de batalla en este momento, estoy considerando seriamente sanciones bancarias, sanciones y aranceles a gran escala contra Rusia hasta que se alcance un alto el fuego y un ACUERDO FINAL DE PAZ», escribió el presidente norteamericano en su plataforma Truth Social. «Rusia y Ucrania deben sentarse a la mesa ahora mismo, antes de que sea demasiado tarde. ¡¡¡Gracias!!!», añadió. Ordenó, más bien.
Apenas unas horas después, en un nuevo giro de guion, dijo que le resultaba «más fácil» entenderse con Moscú que con Kiev, que seguía resistiéndose a alcanzar un acuerdo. «Siempre he tenido una buena relación con Putin. Creo que quiere poner fin a la guerra y que va a ser generoso de lo necesario», señaló conciliador.
Pronto llegó la respuesta rusa. Según la agencia estadounidense Bloomberg, Putin estaría dispuesto a pactar una tregua en Ucrania bajo varias condiciones, entre ellas el despliegue de un contingente de paz que no incluiría tropas europeas. Moscú prefiere que esa misión de control la haga un país neutral que considera neutral, como China.
El mundo orbita sobre el eje de Trump. El líder republicano abrió hace un mes el proceso de negociación de paz en Ucrania con una llamada telefónica a Vladímir Putin, su homólogo ruso. Los dos países empezaron a buscar fecha para un encuentro cara a cara. Delegaciones de EEUU y Rusia se vieron hace dos semanas en Riad (Arabia Saudí) para tratar sobre el fin de la guerra.
Sin embargo, con Trump todo es un sobresalto. Acaba de blandir la amenaza de sanciones a Moscú. Y no es la primera vez que lo hace desde su investidura en enero. En su semana de estreno como inquilino de la Casa Blanca ya advirtió de que impondría castigos y aranceles que hundirían la economía rusa si el Kremlin no accedía a sentarse a la mesa de negociaciones de paz. La presión arancelaria no es tan relevante porque el intercambio comercial entre ambos países es de escasa relevancia.
Ahora insiste justo cuando las tensiones con Zelenski se han aliviado tras el enfrentamiento público en la Casa Blanca la semana pasada. Está previsto que funcionarios estadounidenses y ucranianos se reúnan la próxima semana en Arabia Saudí para conversar. El mandatario de Kiev, de hecho, tiene cita el lunes con el príncipe heredero, Mohamed bin Salman. Las conversaciones se centrarán en el acuerdo sobre minerales y tierras raras que posee Ucrania y que EEUUquiere explotar de manera conjunta. Eso alfombrará el camino hacia el punto clave: la búsqueda de un alto el fuego.
Zelenski ya ha pedido una tregua de un mes por aire y mar. Quiere que cesen los bombardeos sobre las infraestructuras energéticas de su país. Ese parón de las hostilidades sería el prólogo de una paz «justa y duradera». Pete Hesgseth, secretario de Defensa de Estados Unidos, confirma que la «Casa Blanca está muy satisfecha» con la actitud que ha tomado el presidente ucraniano. EEUUno quiere que los misiles rusos arruinen la capacidad energética de Kiev. La necesita para rentabilizar en el futuro los yacimientos minerales del país ahora invadido.
El proceso de paz, aún incipiente, está en marcha, aunque todos los implicados viven pendientes de lo que Trump dice a diario. En poco más de un mes en la presidencia, ha arremetido contra Ucrania, Europa, China, Canadá, México... y ahora contra Rusia. La amenaza de Trump de imponer aranceles a Moscú se produce, paradójicamente, días después de que la agencia Reuters desvelara que la Casa Blanca estaba elaborando un plan para aliviar las sanciones contra Rusia. Ese proyecto formaba parte del esfuerzo de Washington para poner fin a la guerra acercándose, en cierto modo, al Kremlin. EE UU pretendía mejorar las relaciones diplomáticas y económicas con Moscú.
Rusia, uno de los mayores productores de petróleo del mundo, soporta ahora numerosas sanciones impuestas por Estados Unidos y sus socios como réplica a la invasión de Ucrania en febrero de 2022. El castigo de Washington a Moscú incluye medidas destinadas a limitar sus ingresos por hicrocarburos y gas. Impuso un límite de 60 dólares por barril a las exportaciones de petróleo de Rusia. La economía de ese país se ha deteriorado por la presión exterior y el enorme gasto militar.
La presión sobre Rusia fue en aumento en el tramo final de la presidencia de Joe Biden. Con la llegada de Trump todo cambió. El republicano se decantó al principio por acorralar al país invadido, Ucrania. Impredecible, ahora sorprende con el anuncio de sanciones a gran escala a Rusia para acelerar el proceso de paz. El presidente de Estados Unidos quiere cerrar cuanto antes este frente, para él lejano y costoso, y centrarse en su gran objetivo: la pelea con China por el mercado global. En modo pistolero, primero apuntó con una mano a Zelenski y ahora, a su amigo Putin.
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