Rusia ve una «atmósfera favorable» para negociar la paz tras matar a 12 ucranianos en un bombardeo «masivo»
Uno de los mayores ataques aéreos de la guerra, con casi 400 drones y misiles lanzados sobre trece regiones, ha puesto este domingo un trágico broche al canje de 2.000 presos
Miguel Pérez
Domingo, 25 de mayo 2025, 14:43
El intercambio de mil por mil presos de guerra entre Ucrania y Rusia no ha podido tener peor final. Doce civiles, entre ellos tres niños, ... han muerto esta madrugada y otras 60 personas han resultado heridas en uno de los mayores ataques aéreos realizados contra el territorio ucraniano desde el comienzo de la invasión.
La destrucción es impresionante. Trece regiones han sido atacadas. Más de 80 edificios han sufrido graves daños o han quedado reducidos a ruinas. Los bomberos todavía trabajaban a mediodía de este domingo para extinguir los incendios que se han contado por decenas mientras los equipos de rescate ultiman las labores de rastreo entre los escombros.
El presidente del país, Volodímir Zelenski, ha sido especialmente crítico con la comunidad internacional: «El silencio de Estados Unidos y el silencio de otros en todo el mundo solo alientan a Putin». La Unión Europea ha sido la primera en responder. La jefa de la diplomacia comunitaria, Kaja Kallas, ha exigido ejercer «la mayor presión internacional» sobre Rusia porque la última ofensivar «muestra una vez más que está decidida a aumentar el sufrimiento y a aniquilar a Ucrania. Es horrible ver a niños entre las víctimas inocentes heridas y asesinadas».
Las fuerzas de defensa han constadado que Moscú eligió una veintena de objetivos en Kiev, Zhytomyr, Khmelnytskyi, Ternopil, Dnipropetrovsk, Mykolaiv, Odessa, Járkov, Chernihiv, Cherkasy, Sumi y las regiones de Poltava. Las instantáneas de los bombardeos muestran una avenida de Kiev flanqueda por sendas líneas de edificios residenciales consumidos por las llamas, así como otros inmuebles reventados o la lucha de los bomberos este domingo contra más de una decena de incendios en el caso urbano de Markhalivka, duramente castigado por una lluvia de artefactos explosivos y fragmentos de metralla.
Tres menores asesinados
Sin embargo, las imágenes más dramáricas corresponden al rescate de los cuerpos de tres menores de 8, 12 y 16 años, miembros de una misma familia, que quedaron atrapados bajo los escombros de su casa en Zhytomyr. «Sus padres han sido hospitalizados y su madre se encuentra en estado grave», han informado las autoridades locales. Además de los menores, cuatro personas perdieron la vida en la región de Kiev y otras cinco murieron en Jmelnitski y Nikolaev, al sur y el occidente del país, en una demostración de que Rusia pretendía lanzar un «ataque general a toda Ucrania».

Este dato tiene un interés clave. El descenso de los suministros occidentales a su ejército ha mermado las capacidades antiaéreas de Ucrania, cuyo ejército noche tras noche se ve obligado a movilizar sus defensas de una zona a otra. Esta circunstancia implica reforzar unas regiones mientras otras quedan más desprotegidas. Fuentes militares explican, en este sentido, que Rusia, con una ofensiva sobre trece regiones diferentes, buscaba infligir el «mayor dolor posible» aprovechando las vulnerabilidades de cada territorio.
La masacre culmina un fin de semana de intensos bombardeos sobre Ucrania, en los que el Kremlin ha utilizado un ingente arsenal. Tras el disparo de 14 misiles balísticos y 250 aviones no tripulados en la madrugada del viernes al sábado, en la pasada noche ha lanzado casi 400 cohetes y drones. Las defensas ucranianas, desgastadas por las constantes ofensivas y saturadas por los enjambres de drones, no pudieron interceptar al menos nueve proyectiles balísticos de gran envergadura que impactaron contra casas, polígonos industriales e incluso un campus universitario. Zelenski aseguró que estras acciones fuerin «intencionadas» para provocar víctimas y daños sobre la población civil.
«Puede que el mundo entre en modo fin de semana, pero la guerra no se detiene ni los fines de semana ni entre semana. Esto no se puede ignorar», ha manifestado este domingo el líder ucraniano, que en un mensaje en Instagram exige a Occidente imponer una «presión realmente fuerte sobre los dirigente rusos» y nuevas sanciones internacionales. «La determinación importa ahora: la determinación de Estados Unidos, la determinación de los países europeos, la determinación de todos aquellos en el mundo que quieren la paz», ha señalado Zelenski, convencido de que «hay que hacer que Putin no piense en lanzar misiles, sino en poner fin a la guerra».

Por su parte, el Gobierno ruso ha denunciado este domingo que Kiev lanzó un centenar largo de misiles y drones contra su territorio pero, en su mayoría, «fueron neutralizados». Resulta notorio que la mayoría de los medios no incluyen este ataque ni la ofensiva sobre Ucrania en sus cabeceras. El Ministerio de Defensa se ha limitado a reconocer el «masivo» bombardeo contra el país vecino y lo ha justificado argumentando que trataba de destruir fábricas militares. De los civiles muertos y los bloques residenciales destruidos, ni rastro.
La cruel paradoja es que este fin de semana debía haber sido de alegría por la mayor liberación de presos desde que la guerra comenzó en febrero de 2022, y el punto de partida hacia un posible alto el fuego. El propio ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, dijo el sábado que, una vez completado el intercambio, sería el momento de que Kiev y Moscú comenzaran a intercambiarse documentos con sus condiciones para un tregua duradera. Solo unas horas después, 298 drones de combate y 69 misiles volaron hacia Ucrania.
El canje de los últimos 606 soldados que completaban el cupo acordado de 2.000 presos ha tenido lugar esta mañana en la frontera con Bielorrusia. De forma idéntica a los dos anteriores, llevados a cabo el viernes y el sábado, los reos han sido conducidos en autobuses desde los campos de internamiento rusos y ucranianos y entregados a sus respectivos ejércitos. Decenas de ellos han quedado ingresados en los hospitales.

La mayoría de los liberados muestra visibles síntomas de desnutrición. Los 303 expresidiarios ucranianos son militares de base y sargentos que fueron capturados en los frentes de Zaporiyia, Jarkov, Jersón, Sumi y Chernihiv, sobre todo en los primeros compases de la guerra en 2022 y principios de 2023. También se encuentran 70 defensores de Mariúpol, una de las primeras cuidades-mártires en caer al comienzo de la invasión, rendidos tras un brutal cerco de varios días a la factoría Azovstal.
Moscú rechaza la mediación vaticana
Por su parte, Moscú se limitó a informar de que el canje había concluido con «éxito». El Ministerio de Defensa informó de que proporcionará asistencia psicológica a sus 303 militares liberados y agradeció el «apoyo» de las autoridades bielorrusas, que se han encargado de la logística del intercambio.
El gabinete de Vladímir Putin parece decidido a separar el proceso de negociación de los salvajes ataques sobre Ucrania. Tras obviar las ofensivas nocturnas de este fin de semana, el Kremlin espera que «el intercambio de prisioneros a gran escala, llevado a cabo por iniciativa de Rusia, ayude a crear una atmósfera favorable para discutir los términos de una solución pacífica a la crisis ucraniana», según ha especificado el viceministro de Defensa, Alexander Fomin.
De hecho, medios rusos han adelantado que el Gobierno se apresta a trasladar a Kiev sus condiciones para un alto el fuego e incluso sitúan de nuevo a Estambul como la sede para el segundo encuentro entre las dos delegaciones.
Esta aparente elección descartaría oficialmente al Vaticano, pese a que la Santa Sede se ha ofrecido a mediar en el conflicto bélico y propiciar una reunión en su terreno. «El Vaticano definitivamente no será el lugar de encuentro por diversas razones, incluidas las logísticas. La opción más probable en este momento es Estambul. Los detalles deberían anunciarse pronto», han informado fuentes cercanas al Kremlin a la agencia Tass. El ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, se pronunció en días pasados de manera similar, tras insinuar que trasladar la negociación al Vaticano supondría una «pérdida» de esfuerzos.
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