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Israel se puso este jueves manos a la obra para implementar el plan de Donald Trump de expulsar a los palestinos de Gaza. El ministro de Defensa, Israel Katz, fue incluso más lejos que el presidente de Estados Unidos y afirmó que España, Noruega e ... Irlanda, entre otros países, están «obligados» a convertirse en receptores de los gazatíes desplazados. A su juicio, estos gobiernos «han formulado acusaciones falsas contra Israel por sus acciones en la Franja y están legalmente obligados a permitir que cualquier residente de Gaza ingrese a su territorio».
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Sus palabras tuvieron la réplica inmediata del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, quien subrayó que «España toma sus decisiones soberanamente y autónomamente», de modo que «ningún tercero le tiene que decir lo que hacer». El jefe de la diplomacia consideró que no existe debate alguno sobre el desalojo de los palestinos de sus residencias en la Franja, puesto que «la tierra de los gazatíes es Gaza y Gaza debe ser parte del futuro Estado palestino, como quiere España y la mayor parte de los países del planeta». «Nosotros tenemos una política exterior coherente» y que «defiende el Derecho Internacional», apostilló.
La polémica diplomática no ha hecho mella alguna en los proyectos del Gobierno hebreo. El propio Katz dio este jueves la orden al ejército de trazar un plan para permitir la «salida voluntaria» de gazatíes. El ministro, que acusó a españoles, noruegos e irlandeses de «hipocresía» en caso de que no reciban a los desplazados, recordó que «hay países como Canadá que tienen un programa de inmigración estructurado y anteriormente expresaron su voluntad de acoger a residentes de Gaza».
Pese a la propuesta del ministro israelí y a la extrema situación humanitaria, en la Franja no se percibió una respuesta de euforia ante la posibilidad de irse al exterior. La prensa hebrea advirtió del riesgo para Israel de forzar la salida de habitantes que no quieren irse a unos países que tampoco tienen la obligación de hacerse cargo de ellos. En caso de que Trump y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, lo hagan, bajo el pretexto de que Hamás usa a los civiles como «escudos humanos», se enfrentan a acusaciones de crímenes de guerra y limpieza étnica, como advirtieron desde Naciones Unidas, un organismo al que no prestan demasiada atención ambos líderes.
José Manuel Albares
Ministro de Exteriores
El plan del mandatario estadounidense eclipsa al proceso de alto el fuego que vive su primera fase y que el fin de semana tiene marcado un nuevo intercambio de rehenes por presos palestinos. Las negociaciones para la segunda fase del acuerdo, que recoge la liberación de todos los cautivos y asentar las bases para una tregua definitiva, no han comenzado y es una mala señal. En lugar de centrarse en consolidar un pacto que hasta ahora funciona y ha costado meses de duras conversaciones, el inquilino de la Casa Blanca ha introducido una variante en el juego que deja en el aire las siguientes dos etapas.
Trump adelantó que «no serán necesarios soldados estadounidenses» porque Washington se hará cargo de la situación «una vez que Israel termine de pelear». Para cuando llegue ese momento, el magnate considera que «los palestinos ya habrán sido reasentados en comunidades mucho más seguras y hermosas, con hogares nuevos y modernos, en la región». Palabras que indican que la guerra no ha terminado y el acuerdo no tiene futuro.
Katz apunta a España, Noruega e Irlanda como receptores de los posibles desplazados. Trump, a Egipto y Jordania, dos países aliados que «no pueden decir que no», según el presidente, aunque oficialmente rechazan el plan de forma categórica. En los próximos días, el rey Abdalá de Jordania y el presidente egipcio, Abdelfata Al Sisi, visitarán la Casa Blanca y esa postura quedará más clara.
Para abrir el abanico de posibles destinos de acogida a los dos millones largos de gazaties residentes en la Franja, el Canal12 de la televisión israelí señaló que la Administración Trump estaría valorando también Marruecos, Puntlandia y Somalilandia, en el cuerno este de África, «tres países que tienen en común una fuerte necesidad de apoyo de Estados Unidos».
La entrada en vigor del alto el fuego no ha supuesto el final del bloqueo e Israel mantiene el control total sobre las entradas y salida de Gaza por tierra, mar y aire. Katz indicó que los militares le presentarán un plan que recoja «opciones a través de cruces terrestres, así como acuerdos especiales para la salida por mar y aire». El responsable de Defensa no concretó si se trata de un viaje de ida o si estará permitido el retorno, el gran temor de los palestinos. Netanyahu declaró en una entrevista concedida a la cadena Fox que «pueden irse, luego pueden regresar, pueden reubicarse y regresar. Pero hay que reconstruir Gaza». El problema es que en este territorio nadie confía en la palabra del primer ministro.
La Franja recibió el plan de Trump con una fuerte tormenta. La lluvia y el viento se llevaron por delante las tiendas de los palestinos y convirtieron los campos para desplazados en lodazales. El agua de las precipitaciones se mezcla con las residuales y las organizaciones humanitarias alertan del riesgo de epidemias. Israel quiere que los gazatíes se vayan y que la prensa internacional se mantenga fuera de Gaza. La Justicia ha concedido la sexta prórroga a la prohibición de entrada de los reporteros del exterior.
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