El Levante juega con la paciencia

Este Levante está poniendo a prueba la paciencia de la afición. Resultaba difícil imaginar que, con ocho jornadas disputadas, el equipo llevaría sólo diez puntos. Pero es la realidad. Igual que la falta de identidad que de momento evidencia el conjunto de Mehdi Nafti. El técnico franco-tunecino aterrizó en Orriols anunciando que el proyecto debía construirse desde la defensa. Con solidez y fiabilidad. Cualidades que se están desvaneciendo de forma preocupante. Este sábado, los azulgrana se rompieron a nivel defensivo. Cayeron en la encerrona del Andorra y sufrieron una remontada que escoció. Y mucho. Dentro y fuera. Bastaba con mirar los rostros. Y algunos de los aficionados que se desplazaron hasta el Principado soñando con la primera victoria a domicilio explotaron. Pidieron la marcha del entrenador.

El Levante encadena tres jornadas sin ganar. La Segunda División es una categoría dura, inhóspita, larga... Pero el problema no radica simplemente en el resultado. También en la imagen. El equipo no está ofreciendo unos argumentos convincentes sobre el césped. La consistencia defensiva en la que tanto ha incidido Nafti se está tambaleando en las últimas semanas. El caso más flagrante, el encuentro de este sábado frente a un recién ascendido. El centro de la defensa abrió un pasillo en numerosas ocasiones que fue aprovechado por el Andorra para batir a Cárdenas tres veces y dar la vuelta al marcador. Y en ataque, la pólvora está mojada.

Cuesta reconocer el fútbol del Levante. A la espera de que jugadores llamados a ser importantes alcancen una forma física óptima, Nafti está tratando de encajar las piezas. Ha cambiado el sistema de tres centrales que empleó en pretemporada y en las primeras jornadas por un dibujo de 4-2-3-1. Realiza numerosos cambios en el once titular con la esperanza de dar con la fórmula. Pero todavía no ha tocado la tecla.

Ayer, el preparador azulgrana modificó el lateral derecho y apostó por Iborra como mediapunta para evitar que se solapara con Pepelu. El arranque del encuentro fue ilusionante. El equipo completó un primer acto serio, pero tiró todo el trabajo por la borda después del descanso. Las facilidades en defensa desataron la indignación. «¡Nafti, vete ya!», se llegó a escuchar desde el sector donde se colocaron las decenas de aficionados del Levante que asistieron al Estadi Nacional d'Andorra. Tras el pitido final, los jugadores azulgrana se acercaron a la zona visitante para saludar, aunque se encontraron con el visible enojo de algunos seguidores.

Nafti aprovechó la comparecencia posterior al partido para pedir perdón a los aficionados y asumir las dudas que puede generar el rendimiento del equipo. «Mi puesto está cuestionado desde mi fichaje», apuntó.

El Levante necesita hallar el camino y dar un golpe de autoridad. Este sábado se escapó una oportunidad de oro para lograrlo. Y es que el equipo todavía no conoce la victoria fuera de casa. En Andorra no quedó reflejada por ningún sitio la supuesta diferencia de nivel que existe entre ambos conjuntos. Los de Eder Sarabia supieron resistir y tuvieron la mordiente que se echa en falta en los atacantes granotas.

El Andorra, cuando fue comprado por Piqué en 2018, militaba en Regional. Ahora, recién aterrizando en Segunda, no cuenta con un rutilante proyecto hecho a golpe de talonario. En absoluto. Con 6,5 millones de euros, se presenta como el club con el séptimo límite salarial más bajo de la categoría de plata.

El Estadio Nacional d'Andorra, con un aforo que no llega a los 4.000 espectadores, se ha convertido en un fortín. Los de Eder Sarabia, en los tres partidos que han disputado en casa, se han impuesto a claros candidatos al ascenso a Primera como el Granada, el Eibar y el Levante. El conjunto granota tampoco descubrió la manera de superar a un equipo sobrado de personalidad.

Ayer, con la esperanza de ganar lucidez por las bandas, Nafti entregó al lateral derecho a Marc Pubill, quien no había dispuesto de ninguna oportunidad en la presente temporada. Todos los minutos habían sido acaparados por Son. El franco-tunecino decidió que era el momento del relevo. Antes del encuentro, el técnico había subrayado la falta de precisión en los envíos al área: «El equipo ha mejorado en situaciones de centros laterales en que fallamos mucho. Son fallos técnicos. La única forma es seguir trabajando».

El Levante sabía que la mejor forma de hacer daño al Andorra era despojándole del esférico. El conjunto de Eder Sarabia tiene una filosofía innegociable: el fútbol se elabora desde abajo. Los de Nafti implantaron una presión alta desde el principio, entorpeciendo la salida de balón del rival. Y el duelo se puso de cara pronto, con una clara ocasión de Saracchi y un gol de Brugui a los siete minutos de juego. El catalán recogió un sensacional pase entre líneas de De Frutos y definió con clase. Su proyección fue la nota positiva de este sábado. Rozó el doblete mandando un balón cerquísima de la escuadra.

Iborra, como mediapunta, comenzó teniendo protagonismo. Por su parte, Montiel, muy activo, formaba el doble pivote con Pepelu. El Andorra supo reaccionar y, ya en la primera parte, descubrió las carencias del Levante en el centro de la defensa. Los zagueros fallaron en las coberturas de manera flagrante. Una situación que se agravó después del descanso.

En el segundo acto, el Andorra entró con el cuchillo entre los dientes y se adueñó del esférico. Como le gusta. Comenzó a sentirse cómodo. Y en cuatro minutos, entre el 58 y el 62, remontaron por medio de German Valera y Bakis. Ambos aprovecharon los desajustes defensivos en el área granota. Ya en la recta final, los de Nafti apretaron. Iborra, Bouldini y Soldado acariciaron el gol con la testa, pero fue el Andorra el equipo que golpeó. En el tiempo añadido, Valera sentenció con esa contundencia que escasea en el Levante.