No hay derecho. No puede ser que una se pite y la otra no. Que una no merezca revisión y la otra sea señalada sin dudar. Que sí, que nadie niega que la mano de Álex Muñoz es mano. Pero nunca hubiera llegado esa situación ... si el colegiado llega a ir a la pantalla del VAR a revisar la de Keita Balde. Un sinsentido. Una pesadilla. Un déjà vú digno de película de terror. El día de la marmota granota. No hay manera de escapar del bucle sin fin. Un torbellino de emociones en el que los árbitros, las manos y el videoarbitraje juegan con los sentimientos de los levantinistas a su antojo. Hacen trizas los corazones de los azulgranas y aquí no pasa nada. En el último año, el levantinismo ha sufrido demasiado. Y no se puede hacer nada.
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RCD Espanyol
2
-
1
Levante UD
Goles 1-0, Martin Braithwaite (3'). 1-1, Dela (58'). 2-1, Martin Braithwaite, de penalti (90+8').
Árbitro Arcediano Monescillo (Comité manchego). Amonestó a Víctor Ruiz, Lozano, Dela, Valle, Sergi Gómez y Sadik.
Incidencias 19.524 espectadores en el Stage Front Stadium de Cornellà.
Lo que hubiese sido un golpe sobre la mesa en Cornellà, venciendo a un rival directo herido de muerte, que te hubiese catapultado a los puestos de play-off y que hubiera acabado con el debate del mal juego del equipo, terminó siendo una nueva derrota injusta, dolorosa y crítica. Otra vez la misma historia. Como contra el Alavés. Una mano en el añadido. En el último minuto. Un penalti en contra. Y el rival no falla, claro. Braithwaite empaló al centro y el Stage Front Stadium deliró. Del potencial 1-2 al 2-1. De tres puntos a la nada. Así va a ser imposible pensar en ascender.
Pero es que no empezó bien la tarde en Cornellà. Ni tres minutos tardó el Espanyol en hacer el primer gol, y eso que tuvo que salir al campo aguantando una fuerte pitada de su público y de verse rodeado de cánticos contra la directiva de origen chino. Un saque de esquina volvió a hacerle cosquillas a un Levante que sigue tropezando con la misma piedra de siempre: el balón parado. Ni la marcha de Rubén Vezo, ya en el Olympiacos y al que muchos dedos señalaban cuando las acciones de estrategia condenaban al equipo granota, ha conseguido frenar la sangría. Mala colocación de los zagueros, indecisión de Andrés Fernández a la hora de salir y un Ander Capa que se vio superado por Braithwaite en cuestión de décimas de segundo. Peinada de Víctor Ruiz al segundo palo, donde apareció el internacional danés, posiblemente el jugador más desequilibrante y determinante de la categoría, para hacer el 1-0. Si el Levante quería aprovechar la tensión en el ambiente perico, la desaprovechó. De pitos a euforia. Rápidamente cambió todo en Cornellà. El Espanyol se supo defender bien en la ventaja. Con el viento a favor, todo es mucho más fácil, claro. El Levante, a contracorriente desde el inicio, sufrió para encontrar espacios en campo rival. Dominó el primer tiempo, rozando el 60% de la posesión del balón, pero fue estéril. Sin premio. De nada sirvió ser protagonista con la pelota, ya que únicamente registró un disparo a portería, de Pablo Martínez. Carlos Álvarez le filtró un buen pase, y ya en el área, remató a la media vuelta, fácil para Fernando Pacheco. Difícil sorprender al guardameta perico de esa forma.
El Levante, atascado y sin ideas, se marchaba al descanso con dudas y con la sensación de no saber cómo resolver el acertijo de la defensa del Espanyol. Y es que Dani Gómez y Mohamed Bouldini estuvieron en constante fuera de juego. El experico incluso llegó a simular un penalti que el árbitro no compró. Nada salía. Tras el paso por vestuarios, el equipo de Javi Calleja mejoró. Y mucho. Cuando hay que decirlo, hay que decirlo. La imagen del segundo tiempo fue muy buena. Faltó lo de siempre, acierto en el área rival. Eso sí, Braithwaite, el hombre del partido —más allá del árbitro— tuvo un remate de cabeza que de no ser porque fue al muñeco, hubiese perforado la red ante la pasividad defensiva de un Capa que volvía a salir fuera de sitio en la foto.
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Si bien el balón parado sigue siendo un punto débil del Levante, en Cornellà se aprovechó para igualar la contienda desde un saque de esquina. El balón de Pablo Martínez, prácticamente raso y al corazón del área, encontró a Dela, que se zafó de su marca para empalarla al primer palo. Imparable para Pacheco. El central se reivindicó con una buena actuación. Sólido al choque y con la guinda de su primer tanto como granota. Justo en el día en el que su nuevo competidor por el puesto, Nikola Maras, ya estaba sentado en el banquillo. El cambio de Sergio Lozano, que tenía amarilla, y la entrada de Iván Romero, aportaron más frescura al ataque granota. La tuvo Carlos Álvarez, que quizá pecó de demasiado recorte y acabó lanzando centrado, fácil para Pacheco.
Eso sí, imperdonable lo de Dani Gómez. En su vuelta a Barcelona, ante el equipo en el que estuvo cedido el año pasado y donde no tuvo continuidad, desperdició una ocasión clarísima que hubiese evitado todo el sufrimiento posterior. Tras un gran centro de Valle desde la izquierda, el delantero entró de cara, y en el punto de penalti, conectó con una volea. Su pegada, con el interior y para asegurar, se marchó muy desviada. Imperdonable. Estaba ahí la ley del ex. Un gol que bien hubiese valido los tres puntos ante un Espanyol que estaba fundido y con su grada pitando y pidiendo la dimisión del entrenador. Y llegó la polémica.
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En un saque de esquina, el balón termina impactando en el brazo de Keita Balde. El delantero perico se justifica diciendo que en el hombro, versión que compra el árbitro, que sin revisar en el VAR, permite seguir. En la siguiente jugada, Braithwaite centra y el balón toca en el brazo de Álex Muñoz. Esta sí. Penalti. Once metros, y el danés no falla. Incomprensible e irremediable.
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