Hace falta un milagro

El Levante suma un empate agónico ante el Eibar que es insuficiente para soñar | Los granotas echan por tierra su buen fútbol con dos errores atrás y se irán a cinco puntos del sexto si Oviedo o Elche ganan

Sábado, 11 de mayo 2024

El punto salvado sobre la bocina y el buen fútbol desplegado durante gran parte del encuentro no esconden la realidad: hace falta un milagro. El Levante sabía que no se podía permitir ningún fallo en las cuatro jornadas que quedaban para poder aspirar a colarse ... en el play off de ascenso a Primera División. Pero este sábado, en la que a priori se presentaba como la prueba más dura de todas las restantes, tropezó. Y es que el empate contra el Eibar sabe a eso. A batacazo. Porque el margen de error es cosa del pasado. Los de Felipe Miñambres duermen a tres puntos del sexto clasificado, pero en caso de que ganen este domingo el Oviedo o el Elche esa plaza se situará a cinco puntos de distancia. Una diferencia abismal teniendo en cuenta que sólo hay tres encuentros por delante. Todos ellos ante conjuntos que luchan por la permanencia. El sueño se aleja de una manera casi definitiva.

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«No es una final, pero nos acercará o nos alejará mucho de nuestro objetivo. La idea es ganar y no estar sentado delante del televisor para que los demás fallen», anunciaba Felipe Miñambres antes del partido frente al Eibar. El director deportivo, también entrenador desde marzo, sabía que sólo valían los tres puntos. Y el Levante, que no suma dos victorias seguidas desde la primera mitad de octubre, necesita mucho más que una proeza para colarse entre los seis primeros.

Después de que la esperanza se tornara en depresión en las dos anteriores citas en Orriols, ante el Amorebieta y el Cartagena, el Levante llegaba al encuentro de anoche con las ilusiones renovadas. Una vez más. Parecía imposible, pero el fútbol le seguía enviando trenes a los azulgrana. El multitudinario recibimiento al autocar del equipo denotaba la trascendencia del duelo.

La grada del Ciutat de València se volcó. Los 15.651 espectadores, espoleados por la promoción para abonados lanzada por el club para los tres últimos compromisos en casa, apretaron los dientes. Como los jugadores desde el primer instante. El Levante encaraba el duelo con la ambición de aprovechar la derrota del Burgos para ver más cerca los puestos de promoción de ascenso. Otros rivales directos como el Racing de Ferrol, el Racing de Santander y el Sporting de Gijón no fallaron este sábado.

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El Levante entró plenamente conectado al partido. Y los acontecimientos también acompañaron. Sólo habían transcurrido siete minutos cuando se produjeron unas evidentes manos de Berrocal dentro del área que el árbitro, Arcediano Monescillo, no vio pese a las reclamaciones de los futbolistas granotas y la grada... Hasta que le avisaron del VAR para que se pusiera frente al monitor. Entonces sí señaló penalti y Dela, con un guante en su pie derecho, lo transformó en el 1-0. El central madrileño ya suma cinco dianas en su cuenta particular. No podía empezar mejor la noche.

El partido se ponía de cara. Y Carlos Álvarez, un mediapunta de esos que están en peligro de extinción en el fútbol moderno, subía la temperatura de Orriols con sus genialidades cayendo a la banda derecha. Es un jugador diferente. Y cuando se siente cómodo, el espectáculo está garantizado.

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El Levante había dejado noqueado al Eibar y tenía el control absoluto del encuentro. A la media hora de juego, Dani Gómez se topó con Luca Zidane en el mano a mano tras una servicio genial de Sergio Lozano. El Levante estaba desatado. La maquinaria funcionaba a la perfección.

Si el fútbol era justo, tenía que llegar el segundo gol antes del descanso. Pero no. El fútbol no entiende de justicia. Y lo que llegó fue el tanto del Eibar. En su primera aproximación clara del encuentro, el conjunto armero obtuvo recompensa. Andrés Fernández se equivocó en el salida con un despeje débil y Tejero, llegando desde atrás con poderío, fusiló para poner las tablas.

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El Eibar encontró un agujero en una defensa que se mostraba compacta y en la que se ha ganado un sitio el prometedor Jorge Cabello. El canterano se asentado en el once inicial y sumó su tercera titularidad en las últimas cuatro jornadas. Ha sabido aprovechar la oportunidad con una sobriedad sorprendente. El tinerfeño, de sólo 20 años, ha adelantado a Postigo y Maras y ante el Eibar volvió a dar la talla.

El empate no desalentó al Levante. Los de Miñambres siguieron insistiendo, con la misma dinámica. Oriols Rey incrustándose en la defensa cuando tocaba sacar el balón jugado desde abajo, Giorgi Kochorashvili ejerciendo de motor y dueño del balón parado, Sergio Lozano y Carlos Álvarez poniendo la clase en la línea de tres cuartos... Pero esas buenas vibraciones no estaban siendo suficientes. Y Dani Gómez volvía a desperdiciar un mano a mano con el arquero por no levantar la cabeza. Brugui, un incordio para los defensas, no conseguía que le llegara un balón en condiciones.

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Tras el descanso, el Levante entró con la misma inercia del primer acto. Al igual que Dani Gómez. El delantero madrileño insistía, aunque sin lucidez. Su habitual sacrificio y movilidad le permitió robar la cartera a Arbilla en la frontal del área, pero su disparo fue desviado al lateral de la red.

El Eibar comenzó a amenazar con llegadas más frecuentes. Y en el minuto 61, un despeje erróneo de Andrés García desencadenó un desajuste defensivo fatal. Tejero, dentro del área, cruzó el esférico a donde no podía llegar Andrés Fernández. 1-2. Desolación.

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Miñambres movió el banquillo en busca de la reacción, introduciendo a Fabrício y Bouldini en lugar Lozano y Dani Gómez. Más artillería sobre el césped. Al menos, teóricamente.

El Levante recuperó el dominio y la fluidez en el juego. Orriols explotó con un gol de Brugui que acabó siendo anulado por el VAR por un fuera de juego de Bouldini, quien intervino en la acción.

Precisamente, Bouldini rompió una sequía goleadora que arrastraba desde hacía cinco meses. En el 90, el marroquí marcó el tanto del empate definitivo. Un punto que parece insuficiente para seguir soñado. Dos errores te condenan.

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