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Los excesos pasan factura. Y el Levante lleva varias semanas sometido a una altísima exigencia por la acumulación de partidos. El conjunto azulgrana está desafiando a la historia en la Copa del Rey y se encuentra a un pasito de la final. Un sueño que se va tornando realidad. El jueves, San Mamés albergó una batalla memorable. Ayer, tres días después, los de Paco López acusaron la resaca. El equipo, lleno de rotaciones, sucumbió ante un rival directo como Osasuna. En el segundo acto, cuando el técnico puso más artillería sobre el campo, un desajuste defensivo desembocó en el gol rojillo. Y el empate se escapó con el fallo de Morales desde los once metros. El Ciutat de València acogió una derrota granota casi 13 meses después, ya que las obras del estadio provocaron la mudanzas provisionales a La Nucia y Vila-real. Hay que recuperar fuerzas.
Paco López tenía preparado un giro para afrontar la visita de Osasuna. El técnico de Silla implantó un cambio de sistema, apostando por un 3-5-2, e introdujo hasta nueve modificaciones en el once titular respecto a la cita en San Mamés. Ayer comenzó dando descanso a hombres determinantes como Morales, De Frutos, Clerc y Roger. Con apenas tiempo para digerir esfuerzos, tocó llevar a cabo una revolución. Entraron en la alineación jugadores poco habituales en Liga como Toño o Róber. Situación que condujo a una insólita imagen, ya que Aitor Fernández ejerció de capitán.
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No fue un inicio de partido plácido para los granotas. En absoluto. Osasuna protagonizó el primer acercamiento en una jugada que nació de un potente saque de banda y que acabó con un disparo algo forzado de Roberto Torres. El conjunto navarro empezó apretando, incomodando muchísimo al Levante en la salida del balón y tratando de hacer daño con envíos al área. Los de Arrasate desenfundaban sus armas.
La intensísima presión de Osasuna impedía que entraran en juego jugadores talentosos como Rochina y Sergio León. Los azulgrana apenas lograban rebasar la línea del centro del campo. Y para hacerlo, se veían obligados a recurrir a pases largos. Radoja, quien ha pasado de asomarse al mercado invernal a convertirse en una pieza clave, apenas puede descansar durante las últimas semanas debido a la acumulación de bajas. El serbio ha recuperado su mejor versión, aunque un descuido le pudo costar caro ayer. Se entretuvo cerca del área y regaló el esférico a Rubén García. El de Xàtiva no supo culminar la jugada.
A partir de ese momento, empezó a aparecer ese futbolista que tanto necesitaba el Levante para crecer en el partido: Rochina. Con su exquisita zurda, el saguntino se inventó un genial centro hacia Malsa, cuyo cabezazo picado obligó a Sergio Herrera a lucirse para evitar el gol. Y el saque de esquina posterior propició otra ocasión clarísima. Esta vez, de Duarte. El central costarricense remató a quemarropa, pero se topó con un inspirado guardameta.
El Levante se estiraba. Se iba liberando del atosigamiento rojillo. Se adueñó del cuero. Pasó a instalarse en campo contrario. A llevar la batuta. Eso sí, Osasuna estaba perfectamente armado atrás. El dominio azulgrana no desembocaba en peligro, por lo que se llegó a descanso sin movimientos en el marcador. Los de Paco López debían dar un paso más para romper el equilibrio.
El segundo acto arrancó con otro escenario. Surgieron más espacios. El encuentro subió una marcha. Y una excelente asociación entre Miramón y Dani Gómez por la banda derecha levantó a los granotas del sillón. El delantero madrileño penetró en el área en una posición idónea para buscar el gol, aunque su disparo resultó defectuoso. Osasuna trataba de replicar por medio de Iñigo Pérez.
El plan de Paco López estaba claro. Así, Morales, De Frutos y Bardhi entraron en el campo de una tacada. El técnico había reservado a futbolistas que marcan la diferencia y, con 0-0 en el luminoso a falta de media hora para el pitido final, había llegado la hora de echar mano de ellos.
El preparador valenciano iba a buscar un juego más directo. Más valiente. El 3-5-2 dio paso a un esquema de 4-5-1, con Morales y De Frutos en las banda y Bardhi actuando como enganche. El Levante ganó verticalidad, aunque carecía de continuidad. Además, seguía sin culminar las jugadas.
Y cuando llegó ese contragolpe que tanto esperaba Paco López, el desenlace resultó fatal. Morales llevó a cabo una de sus clásicas cabalgadas, pero falló en el pase. Malsa no logró imponerse en la pugna por el balón y Kike Barja fabricó un excelso centro que fue enviado al interior de la red por Budimir, quien había descubierto la espalda de Vezo. Dos jugadores que llevaban tres minutos sobre el césped cocinaron el 0-1.
El tiempo se transformaba en el gran enemigo. No obstante, el camino se despejó apenas cuatro minutos después, cuando De Frutos fue derribado por Juan Cruz dentro del área. Sin Roger, Morales se dispuso a tirar el penalti. Y lo marró. Sergio Herrera adivinó sus intenciones. En el tramo final, el Levante buscó el empate a la desesperada y Malsa tuvo el gol en sus botas. Su disparo fue demasiado centrado. El Ciutat ya había olvidado el sabor de la derrota.
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