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Algún día tenía que pasar. Por cuestión de números, tenía que tocar que un partido el VAR sí ayudase al Levante. Después de los múltiples polémicos arbitrajes que han sufrido los granotas esta temporada, ya era hora que cayese del lado azulgrana, aunque fuese por ... un día. Así fue. Un partido gris, aburrido por momentos, de 0-0, de pocas ocasiones. El Leganés salió a empatar y lo consiguió, pero estuvo a punto de llevarse la victoria y los tres puntos en dos acciones a balón parado aisladas. Las dos acabaron en gol pepinero y ambas fueron anuladas posteriormente por el VAR por claros fueras de juego. Algún día tenía que pasar. El videoarbitraje permitió que el Levante sumara un punto que quizá se le escapaba ya que no tuvo su día. Defensivamente, más allá de dichas dos jugadas antirreglamentarias, estuvo bien. Pero de cara a gol, aciago. Como tónica general, al Levante le cuesta generar ocasiones. Tuvo algunas, pero no precisó. Y el fútbol es esto. Aprovechar lo poco que tengas. El Leganés, por pocos centímetros, lo hizo. Un punto que sabe a poco, porque no sirve para recortar al líder ni para alcanzar los play-offs, pero que mantiene a los de Orriols en la pomada.
Levante UD
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CD Leganés
La contienda comenzó con los coletazos finales de la protesta previa que había organizado la afición granota contra el colectivo arbitral. Con el pitido inicial, llegaron los cánticos de «¡Fuera, fuera, fuera!» y «¡Estamos hasta los huevos!». Con las cartulinas negras en el aire, Orriols dejaba claro al colegiado que hoy más que nunca iba a estar bajo lupa. Y no tardó en hacerse notar De la Fuente Ramos, con tres cartulinas en cuestión de diez minutos. Precisamente a esa altura de partido Lozano se marchó corriendo al vestuario, presumiblemente a hacerle una visita exprés al señor Roca. El Levante defendió con uno menos por unos minutos, hasta que el centrocampista volvió. Calleja siguió apostando por su sistema flexible, que muestra un 3-5-2 con el balón, mientras que en fase defensiva se transforma en un 4-4-2.
Las tuvo el Levante, de todos los colores, en el primer tiempo. Pero la pelotita, caprichosa como siempre, no quiso entrar. Dani Gómez lo intentó tras un gran pase de Carlos Álvarez —estelar y diferencial— que le dejó mano a mano con Conde. Su disparo se estrelló con el exterior del palo, pero partía de posición antirreglamentaria, por lo que tampoco habría subido al marcador. Sergio salvó al Leganés bajo palos, evitando que Valle anotara con el interior tras un pase atrás de Dani Gómez, que se mostró muy activo durante el primer tiempo. La madera volvió a fastidiar los planes granotas tras una jugada rocambolesca iniciada por un centro lateral. En el intento de despeje de Arambarri, el balón rebotó en Carlos y de ahí contra el palo. Cuando el destino no quiere que entre a gol, no hay manera. Lo intentó el Levante ante un Leganés defensivo que salió bien plantado a aguantar el 0-0 y a pescar al contraataque. Precisamente así llegó su oportunidad: el exgranota Franquesa llevó el balón hasta el área, donde sacó un potente disparo. La parada de Andrés desvió el balón, que le cayó al otro exgranota, Miramón. Su intento de pase a la red fue bloqueado por Valle, que salvó casi bajo palos.
Tras el paso por los vestuarios y un cambio en cada equipo —Lozano no pudo continuar—, llegó la primera polémica del encuentro. El Leganés, mediante su capitán Sergio, perforó la portería de Andrés en una jugada a balón parado. Pero el VAR, por fin, acertó del lado granota, anulando el tanto por un fuera de juego en el inicio de la jugada. Tras la revisión en la pantalla, llegó un tramo de partido en el que sucedió más bien poco. Posesión estéril del Levante y un Leganés más centrado en no equivocarse que en acertar. Hasta que llegó la sonrisa. Volvió Fabrício. Calleja le dio los últimos veinte minutos al brasileño en su regreso de lesión para que agitase el encuentro. Hacía falta. Algo diferente. El carioca es el único jugador diferente, distinto del equipo. Que intenta otras cosas, que encara, que desborda y que inventa. Sacrificó a Carlos Álvarez para encajarle en el dibujo, que se fue desvaneciendo tras un buen primer tiempo con el paso de los minutos. Postigo entró para sustituir a un tocado Valle, que se marchó con molestias en el muslo, desplazando a Álex Muñoz al lateral izquierdo, posición que conoce bien pero en la que actúa de emergencia.
Pero cuando todo parecía dirigido a un nuevo empate, llegó el momento del drama. De nuevo, en una jugada similar al gol anulado al Leganés, el conjunto pepineró colgó un balón al área. Tras una peinada de Diego, el remate del exvalencianista Sáenz acabó en gol. Afortunadamente, de nuevo, el Levante se salvó por centímetros. El VAR revisó el gol y decretó que no debía subir al marcador. La segunda de la noche caía del lado levantinista, que se salvaba de manera similar a la primera gracias a las milimétricas líneas. Esta vez sí. No como aquel gol de Mohamed Bouldini —sancionado ayer precisamente por golpear el monitor— ante el Villarreal B. Lo que te dan por lo que te quitan. Pero todavía hay margen de mejora de cara a gol.
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