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Manolo Salvador construyó en tiempo récord el proyecto deportivo que, entre 2008 y 2010, obró el milagro del ascenso. El secretario técnico asumió el reto e hizo historia.
–¿Cómo lo recuerda?
–Es un ascenso muy especial por todos los condicionantes que hubo anteriormente, con las deudas, con el equipo a punto de desaparecer... No fue un ascenso programado desde el principio. Es un año imborrable a nivel profesional por todo lo que pasamos para poder confeccionar la plantilla y que encima subiera a Primera. Fue vital para el club. Hubo muchas piedras en el camino y yo tuve la suerte de poder quitar una. Pero ha habido muchas personas que han quitado otras piedras en ese camino que nos ha llevado a lo que el club es ahora.
–¿Con el tiempo se valora cada vez más aquel vestuario?
–Era un vestuario muy familiar porque a muchos futbolistas los recuperamos para la causa y otros no habían jugado nunca en Segunda. Esa mezcla de veteranía y juventud. La clave fue esa, que la gente con experiencia que vino, lo hizo con muchas ganas de demostrar o demostrarse a sí mismos que aún le quedaba años de fútbol. Incluso vino Juanfran. Y el sistema defensivo. Era un equipo muy rocoso, con las ideas claras y sin fisuras. Ese ascenso nunca se olvidará. Después de mi salida y mi vuelta, es cuando te das cuenta de todo ese logro. Conforme pasa el tiempo y ves el crecimiento del club, sientes mucha alegría de haber contribuido.
–El club estaba intervenido judicialmente por las deudas.
–Hay un momento clave y es cuando, en el verano de 2008, los administradores concursales me dicen que dé un paso al lado porque el club está en proceso de venta a Tomás Carmona. Ya a finales de julio se cansan de que no se ejecutara el proceso de venta, me llaman y me dicen: «Manolo, hay que hacer un equipo nuevo y el presupuesto está muy limitado». Había que hacer un equipo en prácticamente diez días para que por lo menos compitiera en Segunda dignamente y no descendiera. Yo no prometí que eso iba a ocurrir, pero sí que el equipo iba a ser competitivo. Hubo muchas reuniones y muchas conversaciones con los jugadores que iban a incorporarse. La base fue el entrenador, que estaba súper comprometido. Luis García y yo trabajamos codo con codo, con muchas discusiones en pretemporada porque era muy difícil confeccionar una plantilla, pero también con muchas alegrías. Él también llamó a los jugadores para convencerlos. El equipo dio la cara y ya teníamos una base para la temporada que viene. Y con eso se ejecutó el ascenso.
–¿Esa experiencia ha sido la que más le ha enseñado como secretario técnico?
–Sí, esa y el último descenso, en el que salí del club. Fue desagradable. Esas experiencias te enseñan mucho. Cuando no sale lo que quieres, aprendes mucho más lo que no tienes que hacer.
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