Urgente Un incendio en un bingo desata la alarma en el centro de Valencia y deja 18 atendidos por humo
Imagen de una abarrotada playa de Levante Visit Benidorm

Los turistas crecen respecto a 2019, pero la rentabilidad se desploma a causa de la inflación

El sector mira con preocupación como, a pesar de haber alcanzado los volúmenes previos a la pandemia, la situación económica amenaza su viabilidad

Nicolás Van Looy

Benidorm

Viernes, 24 de junio 2022, 13:49

El reto no era, ni es, sencillo. 2019 fue, en términos turísticos, un año histórico. El mejor ejercicio jamás registrado por el principal sector económico de la Costa Blanca y de la Comunitat Valenciana y hasta aquel terrible mes de marzo de 2020, todo hacía indicar que el primer año de la nueva década iba a seguir el mismo camino. Pero todo se truncó y la historia, por mil veces contada, es de sobra conocida por todos.

Publicidad

Dos años después, cuando a junio le queda sólo una semana para bajar el telón y dar paso a los dos meses más potentes de la campaña estival, con julio como el mes de vacaciones por excelencia en países como Francia, Bélgica, Países Bajos o Alemania, entre otros; y agosto con los calendarios de la mayoría de hogares españoles marcados en rojo, el panorama es tremendamente positivo, algo que permite al sector turístico ser moderadamente optimista a pesar de los muchos vaivenes económicos.

Los datos todavía no son definitivos ni oficiales, pero el buen tiempo que ha reinado en toda la región durante el mes de junio más caluroso desde que se tienen registros y el buen comportamiento del mercado internacional han elevado las cifras de ocupación de la Costa Blanca, con Benidorm siempre como gran motor, a los niveles de aquel ejercicio histórico previo a la pandemia, alcanzando medias semanales que rozan el 80%.

La temida “lo siento, no tenemos habitaciones”, es una frase que, para frustración de los turistas y regocijo de los empresarios, ha vuelto a sonar en las recepciones de los establecimientos de la Costa Blanca en días puntuales, como los que ha propiciado este puente de San Juan, en el que muchos hoteles han llegado al 100% de sus camas ocupadas gracias, en gran medida, al empuje que han supuesto las reservas de última hora en un mercado nacional que, tras dos años habituándose a ese modus operandi, apura al máximo el momento de confirmar la reserva con un ojo siempre puesto en las aplicaciones de predicción meteorológica.

Por ello, y confiando en que todavía serán muchos los que opten por no emprender viajes de largo radio este verano, tanto los hoteleros como los hosteleros de la Costa Blanca confían en que esos pocos puntos porcentuales que todavía faltan por sumar para que julio sea, también de manera matemática, el de la recuperación definitiva, lleguen de la mano de esas confirmaciones ‘last minute’.

Publicidad

Aunque los datos oficiales no se conocerán hasta la primera semana de julio, los hoteleros avanzan que las cifras adelantadas marcan una tendencia que podría terminar, a poco que el puente de San Juan ayude a ello, con un incremento de entre el cinco y el diez por ciento de ocupación respecto a 2019, un logro que no sólo sería histórico, sino el aldabonazo definitivo para uno de los sectores más castigados por la pandemia.

Pese a todos esos buenos datos y predicciones, en el horizonte se siguen avistando amenazantes nubarrones en forma de vaivenes económicos. Con una inflación disparada, unos costes de producción cada vez más elevados y, sobre todo, la imposibilidad de repercutir esos incrementos en la partida de gastos en los precios de manera inmediata, los empresarios tiemblan ante unos libros de cuentas que no terminan de conseguir la cuadratura del círculo de la rentabilidad.

Publicidad

El modelo de venta de las pernoctaciones, especialmente en el fundamental y mayoritario mercado internacional, hace que esos contratos se cierren con más de un año de antelación respecto al momento del consumo, por lo que las estancias que se produzcan este verano se realizarán en base a los precios de venta establecidos en 2021 y, como explica el presidente de Hosbec, Toni Mayor, los hoteleros tendrán las manos atadas también durante el otoño e invierno próximos.

Según Mayor, la subida de precios para el consumidor final “llegará el verano que viene. Tenemos que tener en cuenta que aquí tenemos un espacio de rentabilidad y otro de desierto. El invierno es un desierto económico. Ya sea con ingleses, con el turismo nacional o con el Imserso, no pasamos de un precio medio de 40 euros”. Y repite una reflexión que ya compartió con sus compañeros en la recién celebrada Asamblea Anual de la asociación: “no podemos seguir cobrando lo que cobramos”.

Publicidad

Una de las soluciones que ha propuesto Mayor en el seno de Hosbec y que ya verbaliza públicamente pasa por un cambio radical en la mentalidad de los empresarios. Según el todavía presidente los hoteleros, que dejará el cargo en unos meses tras 14 años, “igual tenemos que cerrar el 15 o el 20 por ciento de la planta hotelera en invierno y repartirnos ese cierre entre todos para que los que queden, al menos, sean sostenibles económicamente”.

A corto plazo, y dado que nada pueden hacer los empresarios para mantener bajo control los gastos derivados del consumo energético –y más, en destinos de costa donde el uso del aire acondicionado no sólo es una cuestión de confort, sino una necesidad básica para el descanso–, los hoteleros reconocen estar haciendo “grandes esfuerzos y malabares económicos” para ajustar al máximo partidas como las de la comida, la bebida y otros servicios para, “sin bajar la calidad del servicio”, no verse obligados a repercutir las subidas en los precios.

Publicidad

Por fortuna, como subraya Mayor, la mayoría de los hoteles de la región ya comenzaron hace años a transitar el camino hacia la implementación de mejoras en el área de la sostenibilidad, algo que ha ayudado a capear un poco mejor la subida de la energía.

“La sostenibilidad ya es como el agua: todos tenemos que beber de ella y todos tenemos que hacernos cargo de ella”, afirma rotundo Mayor, que subraya que, además de una derivada económica directa, esa transformación es fundamental para mantener un modelo viable en el futuro más cercano.

Noticia Patrocinada

Un esfuerzo que, asegura el presidente de Hosbec, tiene que estar liderado no sólo por la iniciativa privada, sino “especialmente por la Administración. En este momento, ya tendría que haber la mitad del transporte público eléctrico, como ya ocurre en muchos sitios”. Y es que este “no es un reto de una industria, de un sector económico, de un partido político. Ni siquiera es un reto de un gobierno. Es un reto de la humanidad. O la humanidad se pone las pilas o sufrirá las consecuencias, que es lo que ya estamos haciendo”.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€

Publicidad