Mazda CX-5: Carácter y calidad de referencia

El Mazda CX-5 es el modelo más vendido de la marca en todo el mundo con más de 3,2 millones de unidades vendidas en 130 países, de las que más de medio millón corresponden a Europa. Nacido en 2012, con una segunda generación de 2017, ahora llega una versión con toda una batería de novedades encaminadas a reforzar imagen, versatilidad, equipamiento y prestaciones. Destaca la introducción de mejoras en su comportamiento dinámico, en el diseño y una mayor diferenciación entre los distintos niveles de acabado.

En su aspecto externo, el CX-5 presenta la parrilla característica en forma de ala, con un nuevo diseño tridimensional. También se han rediseñado los grupos ópticos delanteros y traseros y se han añadido nuevos colores a la gama. Ofrece un aspecto general muy elegante y similar al del modelo anterior. Mazda ha incrementado la rigidez del chasis y de la carrocería mediante la incorporación de nuevas tecnologías, y ha logrado disminuir la vibración, además de mejorar la insonorización del habitáculo. En el caso de la suspensión, se han revisado tanto los muelles como los amortiguadores para mejorar la distribución del apoyo, especialmente cuando se circula sobre firme irregular. Además, los asientos han sido rediseñados para recoger mejor el cuerpo y reducir la fatiga del conductor en largos recorridos, habituales con este tipo de coches.

Toda la gama cuenta con un completo equipamiento de serie, que incluye elementos como la cámara de visión trasera, llantas de aleación de 19 pulgadas y pantalla central de 10,25 compatible con Android Auto y Apple CarPlay. También equipa un programador de velocidad activo, lector de señales de tráfico, mantenimiento de carril y cámaras con vista cenital del vehículo.

Otra novedad es la incorporación de un puerto de carga inalámbrico para el teléfono móvil, situado en la consola central. En cuanto al maletero, su capacidad aumenta hasta los 522 litros.

Entre las novedades en el equipamiento de sistemas de seguridad, el nuevo modelo incorpora un asistente de tráfico que tiene la finalidad de reducir la fatiga del conductor; para ello, presta asistencia al acelerador, el pedal del freno y los movimientos de volante en situaciones de tráfico lento, e interviene de forma autónoma en el volante.

En cuanto a los motores, no hay novedades. Mazda oferta dos gasolina de 2.0 litros y 165 CV y 2.5 litros y 194 CV, así como otros dos diésel de 2,2 litros con 150 y 184 CV. En función de la motorización, existe la posibilidad de elegir entre cambio manual y automático de seis velocidades, además de estar disponible el sistema de tracción integral en las unidades más potentes. La novedad en el apartado técnico es que, por primera vez, ofrece en sus versiones gasolina con cambio automático un selector de modos de conducción.

Pudimos probar las cuatro motorizaciones, algunas de ellas en recorridos más largos por los alrededores de la costa de Tarragona. Sin duda, nos decantamos por las versiones menos potentes de ambos combustibles, ya que ofrecen unas prestaciones excelentes y son más económicas que sus hermanos con más potencia. La caja de cambios manual de seis relaciones es excelente, y eso que con la mecánica con motor de gasolina hay que usarla con más frecuencia para poder llevar el motor alto de vueltas ante la ausencia del turbo, habitual en estos coches.

Los cambios realizados en el chasis y suspensiones por parte del fabricante japonés se aprecian de forma inmediata, especialmente en los tramos más virados o de firme irregular, con una precisión de trazada envidiable y un confort de marcha digno de cualquier premium.

La posición de conductor ideal se logra de forma sencilla y rápida, aunque la sujeción del cuerpo en el asiento es mejorable, y la visón hacía adelante es muy buena. Los acabados y tacto de materiales son excelentes y las ayudas a la conducción funcionan a la perfección

Las mecánicas turbodiésel son claramente más ruidosas que las de gasolina, aunque con la nueva insonorización han mejorado algo con respecto al modelo de 2017. Pero en ambos casos, la elasticidad de estos motores y la suavidad de marcha confieren un sobresaliente a este nuevo Mazda CX-5.

Los precios de venta parten con campaña y financiación desde los 28.400 euros, y pueden llegar en las versiones más equipadas y potentes a los 44.400 euros, con cuotas desde 250 euros al mes. Mazda sigue ofreciendo productos de primera clase y con personalidad propia dentro de un mercado cada vez más global.

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