La situación. Resulta una crítica habitual en las campañas electorales: nadie habla de la justicia. El reproche se extiende, en realidad, a todos los periodos con independencia de la proximidad o no de unas elecciones. La premisa no debemos limitarla a estas dos semanas ... de intensidad dialéctica para que mantenga vigencia. Los políticos no suelen hablar de esta parte de la Administración. Ni los del gobierno central, que tienen la mayor parte de las competencias, ni los autonómicos. Esto es cierto y admite escasa discusión. Se trata de un área que, por lo general, no interesa. Salvo acusados reincidentes o demandantes profesionales, lo más probable es que recurramos al sistema en una o dos ocasiones a lo largo de nuestra existencia. Una mayor frecuencia será algo extraordinario. Esta podría servir como explicación de ese sospechoso silencio de los políticos. Un mutismo que sólo se transforma en ruido cuando se trata de modificar los delitos. Que si ahora toca endurecer los delitos contra la integridad sexual, que si es momento de suavizar la malversación -como si ahora la corrupción ya no fuera importante- que si ha llegado el momento de eliminar esto de la sedición... Ahí sí somos -son- capaces de generar un fenomenal alboroto. También cabe preguntarse si ese silencio político es algo completamente distinto a la atmósfera que se respira en la cúpula judicial. Y lamentablemente no lo es. No hablo de asociaciones o sindicatos que con mayor o menor suerte tratan de completar su función. No han estado muy acertados en esta última amenaza de huelga de jueces y fiscales. La carga de trabajo parecía ser inasumible, pero ahora, con la promesa de un aumento de sueldo, seguirá siendo inasumible. Pero ahora silenciosamente inasumible. El dinero no soluciona nada en este caso, pero da algo de paz social. Pero regresemos al asunto. Me refería al silencio de los cargos más representativos de la Justicia en la Comunitat. Ahí figura, por ejemplo, la presidenta del Tribunal Superior de Justicia, Pilar de la Oliva, más de una década al frente del tribunal sin que se le conozca una entrevista -en realidad es que no ha concedido ninguna- para poder conocer su opinión de lo que a diario se vive en los juzgados. Idéntico comentario sirve para José Ortiz, al frente de la Fiscalía de Valencia, que tampoco se prodiga en los medios. En su caso, al menos lleva menos tiempo. Por comparación con su antecesor casi resulta más llamativo el caso del juez decano, César Calve, reelegido recientemente por sus compañeros de la Ciudad de la Justicia. Del esfuerzo mediatizo y reivindicativo de Pedro Viguer se ha pasado a digamos, una excesiva discreción. Y lo anterior no tiene absolutamente nada que ver con la eficacia de su trabajo de puertas adentro. No es ese el mensaje ni la crítica. Pero estos cargos institucionales 'exigen' también cierta presencia pública, de reivindicación, de quejarse cuando toca. Teresa Gisbert, hoy fiscal superior del TSJ, en este sentido, siempre entendió ese componente mediático que llevaba el cargo. O mejor dicho, llevaba. Los nuevos tiempos de la Justicia.
Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
El pueblo de Castilla y León que se congela a 7,1 grados bajo cero
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.