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Quienes conozcan la miniserie 'Years and years' recordarán una escena donde los padres revisan el navegador del móvil de su hija adolescente, donde se suceden páginas sobre la vida como 'trans'. Al día siguiente, cuando los padres se reúnen en la mesa de la cocina ... para desayunar juntos, quieren mostrarle su apoyo diciéndole que siempre la querrán mucho sin importarles el género. La hija les saca de su error y les comenta que no se siente cómoda con su cuerpo, que no tiene intención de ser transexual sino de ser 'transhumana'. Les comenta que quiere dejar atrás su carne mortal y descargar su personalidad en la nube para convertirse en un conjunto de datos. Como si conociera el transhumanismo y la aspiración a la inmortalidad digital, la hija deja sorprendida a la madre, que promete cortarle la conexión y le anuncia el retorno al mundo analógico.
Por muy distópica que sea la serie, plantea problemas educativos graves. Algunos emergen cuando afrontamos la necesidad de que nuestros hijos crezcan en un entorno digital seguro. Antes era fácil porque vivíamos en la 'galaxia Gutenberg' que, a diferencia de la 'galaxia Steve Jobs', sólo nos planteaba problemas porque accedíamos a lecturas inapropiadas y nos preocupaban revistas o libros que tenían imágenes o contenido que ahora llaman 'inapropiado'. Si antes el campo de lo misterioso, seductor, atractivo e 'inapropiado' estaba limitado a revistas o libros, ahora se amplía en las procelosas aguas del océano digital. Por eso esta semana el Ministerio de Infancia ha hecho público un informe con 107 medidas para promover entornos digitales seguros.
El informe alerta sobre el impacto de los dispositivos en la infancia, adolescencia y juventud. Tiene como finalidad proteger a los menores de las amenazas que llegan con el uso indiscriminado de los dispositivos, establecer rangos de edad y advertir de los peligros que entraña un uso inapropiado. No sólo advierten de los riesgos para la salud individual, sino del riesgo familiar y social porque las adicciones a dispositivos son una amenaza real para la promoción de una ciudadanía madura, democrática y saludable. Las llamadas que hacen para que la industria y los etiquetados incluyan advertencias pueden quedarse en papel mojado si los padres, maestros y líderes sociales no terminan con la ingenua barra libre que llevan veinte años promoviendo. Pero el problema educativo no está en la verificación de la edad, tampoco los límites o las restricciones bienintencionadas. Está en la responsabilidad y ejemplaridad moral de los educadores, sean padres o maestros, ministros o ministras.
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