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Rosebud

El envenenador botánico

Antonio Badillo

Valencia

Lunes, 22 de abril 2024, 23:58

Ahora que vamos despacio, vamos a contar mentiras. En la capital verde se nos caen los árboles, tralará. Y hay un chalado que envenena poco a poco un ficus cuyas raíces se hunden en la tierra y en el tiempo. Y con su tontuna en ... la portada de los periódicos aún osa el pájaro carpintero hacer otras veinte perforaciones en el tronco sin que la futura ciudad más segura de España le eche el guante. Por el mar corren las liebres, por el monte las sardinas. Y la cosa no queda ahí, tralará, pues seducido por el ecopsicópata se incorpora al espectáculo un ilustre grafitero anónimo, Lord 16 se hace llamar -no me gustaría perderme en la cabeza de ninguno de los dos, el de la Black&Decker y el del esprái, en el supuesto de que no sean la misma persona-, y se refocila estampando sobre el cuerpo del delito su sello de autor. Salí de mi campamento con hambre de seis semanas. Y el concejal responsable de todos los jardines, los reales y los figurados, se ha enojado, «hay un arboricida suelto y lo vamos a pillar» ha dicho, lo que a mí me recuerda el cántico futbolero, «este partido lo vamos a ganar». Y más vale que así sea, pues entre el dichoso taladro y la parafina del pirómano de El Saler tendremos que renegociar con Pantone el color promocional, del verde Valencia al gris paciencia. Me encontré con un ciruelo cargadito de manzanas. Y no es por cuestionar la diligencia del principito esmeralda, tralará, nuestro ficus su baobab, ni cómo se coordina con el colega de la Policía, pero vista la impunidad de este Leatherface de pacotilla siento que podría acercarse al alcorque de tortura con la sierra mecánica, haciendo 'rrrn' por toda la Gran Vía en plan 'La matanza de Texas', y talar el agonizante vegetal a pleno día sin que nadie se enterara. Empecé a tirarle piedras y caían avellanas. Y eso que mi ánimo ante la debacle arbórea, entre los que se desploman y los que matan, floreció al ver la foto del gabinete de crisis reunido en torno a un chocolatito en una de nuestras zonas cero, tralará, junto a donde tres paisanas acababan de sufrir el penúltimo ramalazo, que hasta las próximas Perseidas no tendremos más lluvia que la de leños. Con el ruido de las nueces salió el amo del peral. Y en medio de la gresca entre gobierno y oposición por ver a quien se le han caído más jacarandas, melias y moreras lanza un recuento el concejal, diez en rebeldía pero cero en matemáticas, pues al final esto es igual que lo de las gallinas, las que entran por las que salen, y según su cálculo a él le han crecido los árboles. Como para encargarle el inventario de Verdecora... Chiquillo, no tires piedras que no es mío el melonar. Y desliza el sabueso como quien no quiere la cosa que al tontolaba del herbicida, además de un sonajero por cerebro, pueden moverlo motivaciones ideológicas, lo que lo convertiría en genuino envenenador botánico, tralará. Que no digo yo que no, ni tampoco que sí, pero comprar la teoría conspiranoica de que el majara obra así por ser de izquierdas obliga a sopesar en justa reciprocidad que en tiempos de Ribó, cuando de las copas lo mismo caía una rata que una rama y la savia arrastraba lejía y salfumán, el ecoterrorismo votaba a la derecha, lo cual nos traslada a un escenario muy chungo. De modo que mejor delegar en la Policía, dejar la especulación para inversores y quinielistas y tomarnos todo esto a chufla, que parece mentira que sea verdad. Tralará.

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