Urgente Óscar Puente anuncia un AVE regional que unirá toda la Comunitat en 2027

Tomaré prestada la cita del prolijo legado epistolar de Pedro Sánchez, a quien el independentismo continúa pagando parte del alquiler de la Moncloa. ¿Merece la pena todo esto? El desmoronamiento de la poderosa Cataluña, casi 9.000 empresas a la fuga, 4.500 millones menos ... de inversión extranjera por año... Sería un no parar la monetización de su tragedia. La fractura social de España, el daño reputacional que nos ha causado el líder de la ensoñación con su barretina ilegal por Europa, la humillación de ver al presidente bajarse los pantalones ante un grupo de chantajistas, tan ufano el fugitivo que aún le reclama una cabriola final con aroma a triple salto mortal a cambio de no retirarle la respiración asistida en Madrid. ¿Merece la pena todo esto?

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Amanece al fin tras el 'procés'. Es hora de mercadeo, negociación y faroles, revisión de vetos, chalanes y supervivientes. Del pacto con la nariz tapada o la vuelta a barajar las papeletas electorales, otra rondita de esquizofrenia, que paga la casa. Pero vire hacia donde vire el destino, nada maquillará ya nuestra vergüenza política, traducida a cifras. Cataluña tiene 1.394.222 votos independentistas frente a 1.723.975 no independentistas. Ni falta que nos hace Euclides para discernir dónde reside la mayoría, enfrentada sin embargo durante siete años a la diabólica encrucijada de hundirse junto a la orquesta del Titanic, Carles al violín, Oriol con el contrabajo, o arrojarse al mar del destierro voluntario. Días antes del óbito secesionista un sondeo para la SER y El País hurgaba en las preocupaciones de los catalanes. La independencia ocupaba el duodécimo puesto en una lista que encabezaban inflación, sanidad o sequía. Para llegar al monotema había antes que pasar por pobreza, paro, delincuencia, vivienda y hasta cambio climático. Ni rastro de todo ello en el discurso político que condujo a las urnas, entregado a una obsesión urdida de espaldas a la realidad social. Si el pueblo pide médicos, sus gobernantes le roban 19 millones para 'embajadas'. Si quiere agua, a pachas: 100 kilos para una desalinizadora pero 120 a «acción exterior», todo ello recogido en los presupuestos nonatos de Pere, violonchelista del Titanic.

Ojalá el fenómeno se circunscribiera a Cataluña, pero el archivo histórico del CIS aclara la vista. Salvo cuando la corrupción golpeó a Felipe González, el principal azote de los españoles siempre ha sido el paro, en pugna según momentos con el terrorismo o la droga, la vivienda o la inseguridad ciudadana. Hoy las encuestas ya entronizan como primera pesadilla el mal comportamiento de los políticos. Si tuviera un amigo en el gremio, cosa improbable porque acostumbro a cuidar mis relaciones, le recomendaría leer a Yuval Noah Harari. Cuenta en su ensayo 'Sapiens: de animales a dioses' cómo para manejarse en sociedad el mono espabilado en que nos convertimos se rodeó de ficciones. El dinero, las multinacionales... Cosas que existen porque decidimos creer en ellas. Añadiría yo las instituciones, tuteladas por los herederos del macho alfa de nuestra primigenia manada, profesionales de la gestión pública que acceden a su privilegio sin acreditar formación alguna, auspiciados por la labia, pero que a la larga penden de otro intangible, la credibilidad. Difícil concedérsela a quienes debiendo ser la solución se han convertido en el problema.

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