Urgente La jueza de la dana imputa a la exconsellera Pradas y al exsecretario autonómico Argüeso

Muchas veces hablamos del Valencia de los chavales y de la Quinta del Pipo. Veinteañeros descarados que están aterrizando en la élite como un caza ... de combate. De hecho, en Montjuic, el Valencia se presentó con el once más joven de la historia. Alucinante. Hecho que nos demuestra que, a los jóvenes, muchas veces hay que ponerles a jugar y perdonar sus errores. Cristhian Mosquera ya es jugador de primer nivel porque Rubén Baraja lo puso a jugar y le mantuvo cuando falló. Diego López y Javi Guerra son jugadores de primera división porque Baraja los rescató de Segunda RFEF.

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Yarek Gasiorowski ha sido el último en llegar. Y hay que decir que, en un partido de dificultad máxima, el central cumplió. Ningún error. Nadie se acordó de que estaba jugando. Otra buena noticia para Baraja de un jugador llamado a ser muy importante en los próximos tiempos para el Valencia.

Digo tiempos, y no años, porque no me atrevo siendo Lim el dueño de la S.A.; en cualquier momento vende a todos los buenos por cuatro reales. Y, para cerrar el círculo, Peter Federico jugó su mejor partido como valencianista en su primer partido contra el Barça. Esas cosas que suelen hacer los buenos. Sumen nombres y asómbrense de nuevo; Mosquera, Yarek, Guerra, Peter, López... más Fran Pérez en Valencia y Alberto Marí -quizá a otro nivel todavía- en el banquillo. Lo de Baraja reinventándose sin dinero es una absoluta locura.

Los dos grandes son el mismo perro con diferente camiseta; se acusan entre ellos de favores arbitrales

Pero a lo que voy, que me pierdo en los justos elogios al Pipo y su grupo de chavales. Ser joven te regala ser valiente y descarado pero a veces, también un poco ingenuo. Todos hemos tenido veinte años, nos creemos los reyes del mundo y pensamos que nada nos puede parar. Pero con el tiempo la vida te enseña que no es verdad. Que sí te pueden parar... y que te van a parar. Y, por desgracia, los veinteañeros del Valencia ya han recibido su bofetada de realidad. La temporada pasada al Valencia en el Camp Nou le birlaron el empate a uno a cinco minutos del final con aquel penalti clamoroso no pitado de Franck Kessié a Fran Pérez. ¿Se acuerdan?

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El año anterior, con 0-1, le pitaban uno a favor al Barça por un 'contactito' de Gayà al contrario justo antes del descanso. ¿Lo habían olvidado? Y este pasado lunes ya saben lo que pasó. El Valencia se quedó justamente con diez y, a partir de ahí, dos errores arbitrales para que el Barça remontara el partido. Del 1-3 por penalti no pitado a Peter al 2-2 con fuera de juego de Fermín con clara incidencia al portero. Por cierto, es jueves y seguimos sin ver las líneas del VAR en esa jugada.

Lo hacen ya todo con descaro y sin esconderse. Pues sí, amigos; los Yarek, Mosquera, López o Peter ya saben que, en la élite este deporte tan bonito al que acaban de llegar, hay dos cosas que les van a hacer aprender a base de vara; Madrid y Barça juegan en otra liga, con otro reglamento y otras decisiones flagrantes y descaradas.

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Los dos grandes son el mismo perro con diferente camiseta; se acusan entre ellos de favores arbitrales mientras los árbitros van dejando víctimas a su paso en el resto de rivales. El Valencia fue este pasado lunes sólo el tonto útil. El cooperador necesario en un partido de fútbol para que, en este caso, el Barça pueda jugar.

El resto ya se sabe; en caso de duda... a favor del grande. No importa la justicia. No importa la verdad. Importa que te calles y que vuelvas a tragar. Siento que la 'Quinta del Pipo' tenga que aprender esto tan pronto pero, como diría Sandro Giacobbe, 'la vida es así, no la he inventado yo'. Bienvenidos a la tierra, chavales.

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