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Galicia calidade', siempre me ha parecido un reclamo fantástico para definir una de las mejores tierras que tiene España: Galicia. El pulpo, el marisco, una buena copa de Godello, sus playas, unos percebes, otra copa de Godello... y sus gentes, por supuesto. El gallego posee ... su propio sistema operativo de funcionamiento, como todos los mortales dentro de nuestra rica y variada piel de toro. No por llevar sangre gallega por parte de abuela materna, afirmaré que todos los gallegos que conozco son bastante inteligentes, pero la fama que cargan a veces no hace justicia a la comunidad gallega en general.
Por eso, lo de Alberto Núñez Feijóo me sigue sin cuadrar cada vez que le escucho o le veo cuando se indigna, por temas con los que ya nadie se echa las manos a la cabeza. Decirle a Alsina que Mazón estaba noqueado no parece una estrategia inteligente ni para él, ni para su partido. Porque todo esto va de estrategias, que nadie se ponga digno, ni purista.
Sánchez y los suyos lo tienen claro, la pieza a batir es la de Ayuso porque saben que hoy tiene la capacidad de tumbar realmente al sanchismo y de dar un vuelco electoral en caso de que fuera la candidata a la presidencia. Diríase que Ayuso sería una «tía de carallo», lo que vendría a ser una persona acertada, adecuada, con liderazgo, incluso. Lo de Feijóo se quedaría en un «tócate o carallo», algo así como «vete a freír morcillas». Será la edad, la responsabilidad, el cansancio o la gente que le rodea, que no parece que arranca ni para un lado ni para otro. Se cumple con Feijóo la fama del gallego cuando no sabes si va o si viene, como cuando Rajoy decía alguna de sus lapidarias frases del tipo: «A veces la mejor decisión es no tomar una decisión, que también es tomar una decisión».
Solo el tiempo nos dirá si Sánchez cae por sus propios errores o si lo hace porque pierde democráticamente en las urnas, pero a día de hoy sigo sin percibir en Feijóo una alternativa válida para lograr una mayoría absoluta que aleje los acuerdos de la izquierda para perpetuarse en el poder. Porque no hay opción a ganar por la mínima, las gallegadas (con todo el respeto) de Feijóo, no son garantía para lograr una presidencia de gobierno.
¿Seguiremos durante mucho tiempo bailando las muñeiras de Feijóo? ¿Hay vida en la oposición más allá de las gaitas? Al gallego lo veo más cerca de «escarallarse» que de acercarse a la Moncloa. Si Sánchez tiene sus miradas puestas en Ayuso es porque teme mucho más a la madrileña con su mantón de Manila a paso de chotis y su aplomo a prueba de bombas.
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