Amás de dos mil millones de usuarios esa tecnología punta nos permite hablar los unos con los otros, sin vernos y en cualquier lugar del ... mundo. Su nombre WhatsApp. Ahí anotamos pensamientos de todo tipo. Queda ahí.
Estos días unas frases entre el presidente del Gobierno y uno de sus exministros, ha suscitado una tormenta mediática. Eran simples opiniones sobre compañeros del Gobierno y tenían el acento de conversaciones en la barra de un bar. Esas opiniones han sido filtradas.
Para mí esta demostración, que ampliaba rasgos de carácter de sus camaradas, revelaba un hecho que se nos olvida en ocasiones. Son humanos, aunque a veces no lo parecen y sus funciones orgánicas son idénticas.
El presidente y sus ministros detentan un cargo que orienta nuestras vidas, se dejan llevar por sus impresiones y descienden del pedestal que les separa de nosotros. Son vulnerables.
La cuestión planteada no es solo el contenido de las frases, que desde luego también lo es. Es la fuente.
Los mensajes parten de personas que ocupan un cargo público de alta responsabilidad y uno se pregunta acerca de la ética de los medios que se han hecho eco.
Esas opiniones no siempre han sido satisfactorias. Alguno se pregunta si será como un aviso. ¿Empieza a oler a revuelta interna?
No está bien que esos comentarios, propios de alguien propenso «al cotilleo» y que cree que está por encima del bien y del mal, los exprese el presidente de un país . Ha habido filtración y algunos medios no afines han avivado el fuego.
De nuevo son pasto de tertulia. Se observa que se está más a la que salta que a la gobernanza. No es menos importante el revuelo que se ha armado y huele a interés propio de quién desea desviar otras cuestiones esenciales para España. ¿Es legal, ético, vergonzoso?, ¿Qué es?
Lo cierto es que el clima que se respira no es el mejor para prosperar.
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