La proclamación el próximo sábado de María José Catalá como alcaldesa de Valencia, aún no se sabe con cuántos votos, supondrá el cambio de muchas ... políticas municipales de los últimos ocho años. No es ninguna sorpresa porque se ha dicho hasta el infinito en los plenos.
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Algunas son decisivas para empresas y vecinos como la rebaja de impuestos y la agilización de licencias de obras y actividades (esto último está por ver cómo), están las que dependen de otras administraciones como 500 plazas más de policías locales, y hay un tercer grupo que se pueden considerar las mediáticas y polémicas.
La movilidad entra de lleno en esta última. Cada vecino de Valencia tiene dentro un concejal de Tráfico como se sabe y no hay más que ver el interés que despiertan este tipo de noticias. De ahí que antes de las vacaciones en agosto se espere un golpe de efecto del PP.
Un repaso a su programa electoral constata que no es fácil. La primera actuación prevista pasa por prolongar la Línea 10 de Metrovalencia por el centro histórico, lo que depende de la Generalitat, igual que con la línea de metro (no pone tranvía) para los barrios del norte de Valencia. La tercera pasa por construir 8.000 plazas de aparcamiento en los barrios. ¿Con qué solares?
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La cuarta es más sencilla porque se trata de reformar el aparcamiento de la plaza Juan de Vilarrasa y unirlo al de la plaza de Brujas, algo previsto desde que se intentó hacer una estación de metro allí. La quinta supone hacer más plazas de aparcamiento, esta vez en la periferia para dar servicio a los conductores del área metropolitana. La misma pregunta que antes. ¿En qué solares? ¿Se va a decir el Ayuntamiento a gastar decenas de millones de euros en expropiar parcelas?
La sexta es una regla. Cuando se suprima una plaza de estacionamiento se habilitará una en el entorno más próximo. ¿En qué lugar deja eso las políticas de peatonalización? Porque si debe ser cerca...
La séptima es sin duda la más mediática. La reforma de la calle Colón. Y además, de forma consensuada con vecinos y comerciantes. Muchas personas le han pegado vueltas a esa cuestión. Para unos debe ser casi peatonal, sólo para transporte público, bicis, patinetes y el acceso imprescindible para el tráfico, es decir, vecinos, garajes públicos y proveedores de comercios. Otros, como apuntan en el PP, optan por quitar el carril bus doble devolviendo esas líneas a los itinerarios originales por el centro. La realidad ahora es que a los peatones les falta espacio y a los ciclistas también. Si a eso se suma que el carril único para el tráfico es un calvario, tenemos la tormenta perfecta.
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La remodelación de la estación de autobuses tampoco depende del Ayuntamiento pero está bien pedirla, mientras que la mejora en la seguridad de los carriles bici debería empezar bajando el de la avenida del Puerto a la calzada y subsanar así el error cometido cuando se refomó para la Copa América.
Saber los puntos negros de los accidentes de tráfico será muy útil e introducir las bicis eléctricas en Valenbisi será igual de válido para que los usuarios no tengan que arrastrar esos «hierros», que ahora da pena verlos. Aún no he encontrado el esperado golpe de efecto antes del verano. ¿Cambios profundos en la EMT? ¿Pagar menos horas en la zona ORA? ¿Apagar las cámaras que multan en Ciutat Vella? Todo eso ya se espera y es previsible. No dice nada sobre las zonas de bajas emisiones y entonces me voy al breve programa de Vox sobre movilidad, donde aseguran tajantes que acabarán con esa «amenaza». ¿Vendrá por ahí la sorpresa?
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