Urgente La jueza de la dana imputa a la exconsellera Pradas y al exsecretario autonómico Argüeso

El empresario Vicente Boluda defendía el pasado domingo en este periódico que el sector turístico era tan vital para la economía valenciana que lo ... que se debía hacer, más que prohibir, era cuidarlo. Lo hacía a propósito de la propuesta de la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, de regular la llegada de megacruceros a partir del 2026. La postura del naviero se alinea con la que mantenía esta semana también la consellera del ramo, Nuria Montes, que se mostraba a favor de este tipo de turismo, por lo que aportaba a las ciudades y porque no suponía graves inconvenientes para ellas. Según su visión, claro. El debate de los megacruceros se cruza con un amplio abanico de cuestiones vinculadas con el turismo que reclaman ser abordadas de urgencia ante la eclosión del sector y ante unas perspectivas de crecimiento que, de momento, no se sabe a dónde pueden llegar. Y esa es una tarea ingente que las diversas administraciones deberían abordar con premura, sin sectarismos -ni por un extremo ni por otro- y desde la racionalidad, el interés general y la visión de futuro. Abordar una realidad muy diversa y compleja, con muchas derivadas. La empresarial, por supuesto. Pero también la social, la cultural, la ecológica y la laboral. Y urge hacerlo porque la columna vertebral de nuestra economía puede terminar, con tanta presión sobre ella, colapsando. De hecho, sobre la mesa ya hay un sinfín de cuestiones a tratar. Aquí, diez de ellas.

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Infrafinanciación. Mentó el tema, con acierto, la consellera Montes en el Foro Europa el miércoles: la infrafinanciación por partida doble que viven las localidades de la costa, tan saturadas durante largos periodos del año de visitantes nacionales e internacionales. Poblaciones castigadas por la infrafinanciación que vive la Comunitat pero también porque no reciben la contrapartida económica y las inversiones que merecen por la atención sanitaria y ciudadana o el impacto sobre infraestructuras que supone recibir miles de turistas.

Impuesto turístico. Un debate que no puede quedar sólo en el plano ideológico. Merece una reflexión sosegada, con ánimo de consensos y lógica. Parece evidente que la Comunitat no debería tener el impuesto por el mero hecho de que otras ciudades lo tengan. Ese es el argumento recurrente. Hay que explicar el por qué y el para qué. Y poner sobre la balanza si, de verdad, traerá más beneficios que perjuicios. O viceversa. Con esos datos claros, poco debate encontraríamos.

Apartamentos ilegales, mano de obra precaria o infraestructuras al borde del colapso; el sector urge de reflexión y decisiones

Apartamentos. Su expansión es absoluta, pero ese auge no debe suponer criminalizar una alternativa de alojamiento turístico muy necesaria y lógica que, además, está sacando de la degradación muchos entornos de la ciudad. Bajos cerrados y abandonados. Otra cosa es que debe estar absolutamente regulado y zanjar cualquier afección con la convivencia vecinal. La prioridad, en este caso, debe estar clara.

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Plazas hoteleras. En qué punto estamos, qué necesitamos y dónde queremos llegar. ¿Hay suficientes plazas hoteleras para afrontar el modelo de la Valencia de los grandes eventos? Partamos de ahí y hablemos.

Mano de obra. Buena parte del empleo de la Comunitat depende del sector. Y la realidad es que constantemente se remarca la precariedad de los empleados -en hotelería y hostelería - y la necesidad de formación. Si una autonomía debe liderar la dignidad del empleo en ese sector y su profesionalización, esa es la nuestra. Aquí hay que ser ejemplo y ejemplares.

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Infraestructuras. Otra de las urgencias a abordar. Las ampliaciones de los aeropuertos de Manises y El Altet, la activación del de Castellón y poner fin al caos ferroviario, son asuntos pendientes y prioritarios. Eso y, por ejemplo, darle salida a esa realidad insólita que es que un visitante que acude en avión a Valencia no pueda luego llegar a Dénia en tren.

Megacruceros. Un asunto a tratar con raciocinio: qué aportan, hasta qué nivel pueden interesar, qué regulación necesitan... Sepamos, de verdad, de qué hablamos. Con datos y sin enroques.

Innovación. Más allá del sol y la playa, toca la apuesta por reforzar nuevos modelos turísticos o algunos poco mimados, como el de congresos y, por ejemplo, el de eventos. La apertura del Roig Arena o darle una nueva vida a Feria Valencia acogiendo grandes espectáculos, son ejemplo de cómo podemos ser foco de atracción para otro tipo de visitantes y en los meses menos tensionados. Reinventarse con cabeza.

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Desestacionalizar. La reformulación del Imserso o el impulso del bono viaje son buenas alternativas para garantizar la vida del sector todo el año. Hay camino por hacer y negociar.

Digitalización. Dar ese paso supone mejorar en todos los ámbitos del sector. Un proceso de digitalización y modernización que permita avanzar hacia un turismo más sostenible. Turismo inteligente, que, al final, nos lleve hacia ese círculo virtuoso en el que todos ganan: el visitante y el receptor.

Es domingo, 20 de octubre. Decía Francesc Colomer, responsable de Turismo con Ximo Puig, y repite ahora el presidente Carlos Mazón, que la Comunitat «será turística o no será». Sólo añadir, que lo será siempre que no sea a toda costa. Ni se debe criminalizar, ni tampoco vale todo.

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