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Pedro Sánchez pierde el plebiscito

Las elecciones europeas reproducen en España el resultado del 23-J, con mayor distancia a favor del PP y con Vox al alza, en consonancia con el terremoto político que sacude la Unión por la derecha

Editorial

Valencia

Lunes, 10 de junio 2024, 00:55

El Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo volvió a ser ayer el más votado en las elecciones al Parlamento europeo celebradas en España, con cuatro puntos de diferencia y dos eurodiputados más que el PSOE. Si el Gobierno, con su presidente a la cabeza y todo su potente aparato propagandístico a su alrededor, planteaba estos comicios como una especie de plebiscito en torno a su figura, es evidente que no lo ha superado, por más que ahora intente vender como un éxito lo que es un nuevo y sonoro fracaso. Minimizar la derrota y disfrazarla de una supuesta remontada no es más que un triste consuelo que no sirve para ocultar lo esencial. Y es que los ciudadanos han vuelto a colocar en lo más alto del podio a los populares. Que esta nueva victoria vaya a tener o no consecuencias inmediatas es asunto bien diferente. Los socialistas se van a agarrar como buenamente puedan a una legislatura que nació herida de muerte y que en estos momentos depende trágicamente de la voluntad de un -todavía- prófugo de la Justicia, Carles Puigdemont, que podría hacer zozobrar definitivamente la nave si Sánchez no acepta su propuesta para hacerle presidente de la Generalitat, aunque los comicios los ganara Salvador Illa. Es cierto, no obstante, que la marca socialista aguanta la tempestad política mejor que ninguna otra de sus homólogas en Europa. Mientras Sumar languidece y Podemos se sume en una creciente irrelevancia, el PSOE aglutina el voto de izquierdas, en consonancia con la estrategia diseñada por Moncloa y Ferraz para presentar a Sánchez como un mártir, víctima de una campaña de desprestigio por la «máquina del fango». Con las dificultades por las que atraviesa el Ejecutivo sanchista, escenificadas en estas últimas semanas por los problemas con la Justicia de Begoña Gómez, que en los últimos días de campaña se ha convertido en protagonista y en insólito reclamo, cabía esperar un resultado peor de los socialistas. Es probable, por consiguiente, que el truco le haya funcionado a esa bien engrasada máquina de propaganda y recursos electorales que es el PSOE, aunque más por la vía de restar votos a otras opciones de izquierdas que por ganar nuevos adeptos. En la Comunitat Valenciana, el PP de Carlos Mazón vuelve a ser el partido más votado, con más distancia sobre los socialistas que en el conjunto de España y arrebatando al partido que ahora lidera Diana Morant plazas estratégicas, como Gandia, su ciudad.Fuera de España, las elecciones dejan la constatación del aumento de las fuerzas extremistas de derecha y ultranacionalistas. Un incremento que, no obstante, no hace peligrar -al menos por ahora- el proyecto europeo, por cuanto las fuerzas que llevan en su programa el refuerzo de la Unión suman una cómoda mayoría, gestionada y dirigida por el Partido Popular Europeo. La preocupación no viene tanto por el número de diputados conseguidos por estas opciones radicales como por la tendencia al alza que muestran, y que reflejan un problema que las autoridades de Bruselas y las nacionales de cada Estado miembro no pueden soslayar, así como por el tirón que exhiben entre los jóvenes. Pero sobre todo, la mayor preocupación viene tanto por el resultado de Francia como por el de Alemania. En el primer caso, el arrollador triunfo del partido de Marine Le Pen ya ha provocado que el presidente Macron disuelva la Asamblea Nacional y convoque elecciones anticipadas. En el segundo, la irrupción de AfD por delante incluso del SPD del canciller Scholz es un claro aviso del creciente desapego de amplias capas de la sociedad germana con el proyecto comunitario. Avisos que no pueden caer en saco roto.

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