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Peor lo tiene, desde luego, sir Ian Paisley Junior que, en las recientes elecciones en Reino Unido, ha perdido el escaño por North Antrim que durante más de 50 años ostentaron su padre y él. Eso sí que es una desgracia familiar. A los Paisley, pues, un saludo. Pero nosotros tampoco vamos mal en lo que toca a infortunios después de saber que nuestro Gobierno pretende crear un registro de españoles que ven porno para poder limitar a sólo treinta páginas web al mes el acceso del pueblo a semejante material suculento y quiere, además, enviar avisos a quienes, según el ministro José Luis Escrivá, abusen del tema. Por cierto, al ministro al que le interesa cuánto nos tocamos, ese al que últimamente veo más delgado, es a quien habría que preguntar si él mismo se va a dar de alta en la cosa. Un saludo, ministro. La excusa para este 'pajaporte', como lo llaman, consistiría en evitar que los menores lleguen demasiado pronto al sexo malentendido, ¡alabada sea la intención!, lo raro, sin embargo, es que con semejante propósito la medida vaya destinada exclusivamente al público adulto. Raro, raro.
Lo de las treinta veces máximo obedecerá a una sugerencia del padre Cardona que ya nos dijo, hace incontables años, en la catequesis de confirmación, antes de fugarse con la psicóloga del cole, que insistir con la zambomba hacía llorar al Niño Jesús y producía gran ceguera. Por fin alguien le hace caso, un saludo al padre Cardona. Y supongo que a los que no paguen las multas de tráfico o duden sobre la limpieza de los negocios sucios de Begoña Gómez, por ejemplo, se les restringirá el número de pajillas a que tienen derecho cada mes. Acertado, muy acertado, la letra con sangre entra. Me inquieta, no obstante, esa curiosidad malsana que muestra el Estado hacia los detalles de nuestras fantasías sexuales y el capricho autocrático de que Escrivá nos las tenga que autorizar. No lo veo. La prohibición del porno siempre fue un aliciente para buscarlo, nosotros escondíamos las revistas de tetas y nuestros padres bajaban a la peluquería a hojearlas, eso sí, pero ¿no estábamos ya en una democracia en que la intimidad del individuo quedaba garantizada?
Nunca un designio político tan universalmente respaldado, como el de evitar el porno a los menores, se produjo de forma tan chapucera, risible, curil. Escrivá es la nueva vieja del visillo espiando lo que hacen los demás. ¿Y por qué no bromuro en el café, como en la mili, y acabamos rápido? Vuelven el destape, la censura española y el 'Último tango' en Perpiñán. A Esteso y Pajares, un saludo.
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