Son ecologistas, pero antes que amantes de la tierra parecen gente de partido. De modo que se les ven enseguida las plumas de la secta. En todo caso, parece que andan cortos de información. Porque, de estar al pairo, habrían celebrado ya el funcionamiento del ... sistema OPS en el puerto de Barcelona, un avance sustancial, primordial para el futuro de los puertos españoles. Y desde luego para el porvenir limpio del puerto de Valencia.
Publicidad
El Onshore Power Supply, o Cold Ironing, conocido como OPS, es un sistema elemental por el que un barco, cualquier barco de cualquier tamaño, se enchufa a la electricidad cuando llega a un muelle y detiene todos sus motores, todos, para no contaminar. El puerto de Barcelona inauguró su planta eléctrica en el pasado mes de julio y ha pasado el verano ingeniándoselas con un empalme: un enchufe eléctrico móvil para barcos. El pasado 19 de septiembre, al fin, ya pudo atender con un par de mangueras de alto voltaje al MSC Mette, un monstruo de 400 metros, un gigantesco almacén flotante que durante los tres días que estuvo en la ciudad de la Copa América contaminó menos que una bicicleta.
Según está ordenado desde Bruselas, ese es el destino de todos los puertos de Europa. Ese hemos acordado que sea nuestro porvenir. Todos los barcos --grandes, medianos y pequeños-- han de ser enchufables en todos los puertos. Da igual que transporten azulejos de Onda que turistas ingleses: los cruceros modernos nacen ya preparados para conectar a los muelles lo que son verdaderas ciudades flotantes, hoteles de 4.000 camas. De manera que hay que invertir grandiosas cantidades de dinero para transformar y adaptar las terminales de carga y los buques... en los puertos señalados. Porque los puertos pequeños, antiguos, van a ir quedando relegados, en un proceso muy parecido al que estamos viendo con los coches de combustión y sus fabricantes. El puerto de Valencia, que está en pleno proceso de cambio, ya no va a ser el primero del Mediterráneo en adaptarse; Barcelona anda presumiendo estas semanas de liderazgo en limpieza y de cariñosa amistad con el ministro Puente. En el caso de Valencia, que lleva trabajando desde hace tiempo, va a requerir una planta transformadora mayor que la de algunas ciudades dado que hay día que tiene una veintena de buques operando. Hace falta muchísima inversión, tanto para la parte ya consolidada y en uso, como para los gigantescos muelles nuevos, de una superficie casi como Ciutat Vella.
Por eso es bueno recordar, tanto a los queridos y obsesivos ecologistas compromisarios como al atento Club Socialista de la Cara de Vinagre, que a quien hay que apretar las clavijas es a Óscar Puente, el ministro de la cosa y de los puertos. Y leer, leer más...
Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.