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Las sensaciones previas predecían un partido incómodo, salvo que el equipo de superior categoría marcase diferencias rápidamente en el marcador. Suele pasar así, si no, se puede complicar, aunque finalmente y en la mayoría de los casos, el más fuerte suele pasar. Las sensaciones nada ... más comenzar, un Valencia ganador en las disputas. Normalmente la diferencia es técnica, de ritmo de balón, de interpretación y ejecución en el juego, pero me llamó la atención que sólo en eso, en las disputas, éramos mejores. Y otra más, la lentitud de su línea defensiva, que ya al minuto y medio se vio perjudicada por una carrera al espacio de Hugo González que se plantó sólo ante Álex Daza, el meta local. Tras los primeros minutos, el Logroñés equilibró sin problemas, dejó de perder balones, muchas de esas pérdidas provocadas por la rapidez de un césped mojado, y jugó de tú a tú al Valencia. Aunque es cierto que se acercó bastante al área valencianista, sus disparos o remates no fueron contundentes, no generaron oportunidades de gol claras. Escaso peligro, el partido rozaba el aburrimiento alto. Un Valencia con muchos jugadores jóvenes, pero con suficiente velocidad arriba como para complicar en cualquier jugada. Yarek por izquierda y Foulquier por derecha ni siquiera acompañaban en ataque, no había desdoblamientos por banda, ni centros desde línea de fondo, nada. Pero tal y como estaba sucediendo, era suficiente para mandar en el marcador, como ocurrió tras los primeros cuarenta y cinco minutos. El Valencia no llegaba demasiado, más bien poco, pero tuvo dos o tres ocasiones importantes, entre ellas el gol al filo del descanso. Pelota por el centro, a trompicones perdió Yaremchuk, Yarek vio bloqueado su disparo por Iñaki, y fue Pablo Gozálbez el que con la izquierda la ajustó al palo derecho del portero del Logroñés. La ventaja ya estaba adquirida, que es lo realmente difícil en este tipo de enfrentamientos. Lo más sencillo debía llegar en la segunda mitad. Y tal y como se desarrolló la segunda mitad, podría haberse puesto cuesta arriba. Tan solo sus problemas en ataque evitaron el empate. Por control de juego, merecieron más en esta segunda parte, pero en los últimos veinticinco metros, como se dice como expresión muy futbolística, se les bajaba la persiana. Muy poquito de los nuestros, dos arrancadas de Fran Pérez, pelota al palo en una gran ocasión, y hasta el final, hasta el minuto noventa, nada más. Llegó el segundo y se acabó. Como os dije al principio, incluso complicándose, suele pasar el más fuerte, el de superior categoría. Compromiso solventado y a continuar. Un trámite incómodo que se solventó finalmente. Poquito de Yaremchuk, no demasiado de Hugo Guillamón, tampoco de Foulquier, jugadores con los que en cualquier momento se puede necesitar contar.
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