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Se enfrentaban dos equipos no desesperados: el Valencia muy alejado, desde hace mucho tiempo, de los puestos de descenso y albergando la posibilidad de alcanzar Europa, y el Villarreal, que en el último par de meses también logró separarse de los últimos de la clasificación. ... Llegó a rozar el milagro ante el Marsella, y ganar le suponía entrar, como valencianistas, y otros equipos como Betis, Real Sociedad, Getafe y Las Palmas, en la pelea por esas plazas para disputar competición europea el próximo ejercicio.
Objetivos diferentes a los planteados, por valencianistas al comienzo de temporada, y por los del submarino amarillo tras una primera vuelta complicada. Unos, los del Valencia, desde el principio demostrando que estaban para otros menesteres, y los otros, los del Villarreal, recuperando una posición en la tabla que corresponde con lo que se espera de ellos.
Como digo, una buena oportunidad para ambos, aunque más exigente y cortoplacista para los locales. Ganar les acercaba y metía en la lucha. Perder, y con tantos equipos por delante, les podía dejar ya casi fuera. Aun con tiempo para lograrlo, pero un premio clasificatorio muchísimo más difícil de obtener.
Y como factor añadido, el partido del jueves en la Cerámica, pensaron que era imposible, estuvieron a punto de conseguirlo, y precisamente esa esperanza y esa posibilidad no permitió que Marcelino restara minutos a sus principales futbolistas. Un Valencia mucho más fresco física y mentalmente visitaba a los de Castellón en un interesantísimo derbi. Un Valencia seguro y con mayor probabilidad de éxito, y un Villarreal que, aunque condicionado, por modelo y por cualidad estaba capacitado para ganar.
Primera mitad movida, muy abierta, aunque con poca presencia en las áreas. Sí hubo un par de oportunidades claras, una para cada equipo: la de Hugo Duro, que picó en exceso ante Jörgensen, y para el Villarreal, la de triple remate, solventada por triple intervención de Mamardashvili. Portero que salva puntos, sin duda, y muchos. Además lógicamente del penalti detenido por el meta georgiano. Y en cuanto al juego, el Valencia logró hacer efectiva su presión lo que, añadido a la ausencia de Parejo en medio campo del Villarreal, generó un descenso de los locales en lo creativo y en lo ofensivo, algo que suelen dominar con acierto. Haber contado con el de Coslada y con Gerard Moreno les hubiese permitido añadir mayor dosis de claridad en ataque. Muchos errores técnicos en controles y pases, poca continuidad, pero mucho ritmo.
La segunda parte comenzó diferente. Con Parejo el Villarreal tuvo mejor salida de balón desde atrás, difícil de neutralizar en la marca, y los movimientos Baena-Guedes permitieron a los locales controlar mejor el juego y mejorar en ataque hasta que llegó, a balón parado, el gol que les daba ventaja. Tras ese gol, de nuevo vivimos una segunda mitad muy parecida a la primera, de ida y vuelta, llegadas peligrosas por ambos lados, mejores las del Villarreal, y Mamardashvili otra vez impresionante. No podemos decir esta vez que el Valencia consiguió, en estos cuarenta y cinco minutos neutralizar tan bien al Villarreal, ya que fue uno de los enfrentamientos en los que el Valencia recibió más disparos hacia su portería. Pudo acabar en empate, pero el Villarreal generó mucho más peligro. Y esta vez no encajó, pero marcó. Los cambios le dieron esa viveza que le faltó en la primera mitad, compensando con el reparto de minutos la carga física acumulada desde el jueves. El Villarreal se suma a la pelea y el Valencia mantiene sus posibilidades.
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