Un espacio público dedicado al profesor Manuel Broseta

Es una oportunidad para sacar del olvido a nuestro mejor pasado y otorgarle la debida consideración popular, sin por ello negar, forzosamente, lo anteriormente vivido.

El profesor Manuel Broseta sigue siendo nuestro referente democrático. Universitario por vocación, enorme jurista, activista cívico en defensa de los valores que marcaron la transición, valenciano de pro, pieza clave en la construcción de autonomía política valenciana, luchador contra todo tipo de dictadura y defensor de la libertad. Su ejemplo perdura en la sociedad valenciana de modo sostenido en el tiempo.

«No hay ninguna misión legítima sin punto terreno de partida, ninguna que no esté arraigada en lo terreno con las posibilidades de su solución» decía Broch en 'La muerte de Virgilio'. Y así es, el profesor siempre tuvo arraigo en su suelo, la tierra valenciana, labrando una cultura que, no por ser propia, dejó de ser siempre universal, con honradez intelectual y moral, y con gran rigor en la búsqueda de la verdad y esfuerzo en el trabajo.

«Defendemos que el histórico Reino de Valencia es una región de España. Las comunidades autónomas (...) forman todas ellas la indisoluble unidad de la nación española (...). La construcción del Estado de las autonomías -pretende- transformar un Estado de autocrático en democrático y, a la vez, transformar un Estado de centralista en autonómico. La solidaridad es su objetivo, la igualdad entre ciudadanos su camino». Palabras suyas.

Sus ideas y planteamientos y ¿por qué no? también sus ilusiones, nos ayudan a conformar una sociedad civil digna de tal nombre en nuestra Comunidad.

Los principios que defendió Broseta y nosotros con él, están basados en la defensa de la democracia y la libertad, del Estado social de derecho y del imperio de la Ley, así como la reivindicación de una cultura e identidad valencianas, plenamente integradas en España.

Su figura ha sido reivindicada desde varios ámbitos: la Fundación, Conexus, Amigos o el Club de Encuentro, que bien debieran haber alcanzado, por su excelente nivel social, el reconocimiento popular que el personaje merece. Ese pequeño monolito del Paseo de Valencia al Mar, lugar de entrañable encuentro todos los 15 de enero, lugar donde la maldad y la intransigencia acabó con su vida, o la plaza en la Universidad son insuficientes para que el pueblo valenciano, la gente de a pie, reconozca plenamente su figura.

«Del más grave estrago de la muerte ha de venir la salvación, la superación de la muerte...» (Broch, de nuevo).

En la búsqueda de esa superación, desde SCV nos sumamos a la iniciativa de Rafael Venegas en estas mismas páginas y pedimos al Ayuntamiento que dedique con su nombre, ligándolo a algún espacio público de carácter emblemático como 'Alameda, Manuel Broseta', 'Parterre Manuel Broseta' o cualquier otro que pueda ser aceptado unánimemente por nuestros representantes municipales. Porque su nombre y figura encarnan los valores humanos en los que podemos estar todos de acuerdo más allá de ideologías y actitudes mezquinas e insolidarias.

Los nombres de las calles y las estatuas de nuestras plazas, nos remiten a la forma de ser de una comunidad cívica, reuniendo a los ciudadanos en torno a una memoria colectiva. Ambas son parte de la historia y de la cultura democrática, civilizada; son, en definitiva, una forma de superar en el espacio público y de forma permanente, el olvido de los valores que nos unen. Son como una flecha, del pasado o del presente más actual, lanzada hacia un mejor futuro.