La catastrófica actuación del Consell el 28-O y el calculado respeto de las competencias de la Generalidad adoptado por el Gobierno durante la emergencia no pueden llevarnos a obviar el penoso papel interpretados por la mayoría de los alcaldes, protagonistas estelares en este tipo ... de tragedias. Antes que la CHJ, los primeros responsables de impedir la construcción en cauces y zonas inundables, de velar para que ninguna obra pública altere inadecuadamente el curso de las aguas, de asegurarse de que los márgenes de ríos y barrancos no se conviertan en escombreras y muladares o de que las depuradoras funcionen correctamente y no se viertan en ellos líquidos contaminantes son los ayuntamientos. Ellos son, por tanto, los primeros culpables, tras los elementos, del alcance de la hecatombe ocurrida en parte de l'Horta Sud y de la Ribera. Y, sin embargo, no es que no se ha cuestionado su actuación; es que a todos, en general, se les ha puesto como ejemplo de lo que no hicieron Mazón y Sánchez, cuando la mayoría de ellos no es que obraron mal el día de autos es que se equivocaron antes y después. JC Ferriol recordaba el lunes no sólo qué ayuntamientos de l'Horta Sud afectados por los desbordamientos de la rambla del Poyo y del barranco del Pozalet se revolvieron contra el Gobierno de Rajoy cuando éste limitó el uso del suelo inundable, sino cuáles de ellos están gobernados todavía por los mismos que litigaron contra esta medida. José Sierra mencionó qué dos de ellos querían que los encauzamientos fueran subterráneos (sic). Y seis apoyaron con su presencia el temerario «Llitnou, riunou» de Ribó. Disparates que no habría cometido ni el Fiel-de-Fechos de 'El alcalde de Favara', de Bernat i Baldoví. Y que no varió tras el diluvio. El pastor de la parábola de la oveja extraviada deja a las otras 99 y no descansa hasta encontrarla. Pues bien, tres días después de las inundaciones de los desbordamientos una de estas sobrevaloradas autoridades no acertó a contestar cuántos de sus vecinos estaban muertos o en paradero desconocido. ¿Sabrá ahora si la empresa adjudicataria del servicio de limpieza viaria ha cumplido el contrato en todos sus extremos? Buena parte de la culpa del caos reinante en estos municipios es de los alcaldes. Lo denunció LAS PROVINCIAS. Quién si no el ayuntamiento debería haberse hecho cargo de la recepción, custodia y correcto reparto de las ayudas materiales recibidas. Es duro admitirlo, pero peor, amén de antidemocrático, sería ocultarlo. Han fallado todas las administraciones. Como para que el editorial de El País instara al Consell y al Gobierno a confiar más en los ayuntamientos, porque «son los que tienen de primera mano toda la información». Y, esto ya lo añado yo, ceden a cualquier presión.
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