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No seré yo quien critique que el Consell se desprenda de inmuebles que no necesita. Antes al contrario. Celebro que Mazón reduzca el inmovilizado que tiene la institución a imagen y semejanza de Alberto Fabra. Lo que me choca es que la consejera portavoz Ruth ... Merino asegure que la venta de la otrora Casa de los Caramelos a la Universidad Politécnica (UPV) constituye «un ejemplo de gestión eficiente» cuando no es verdad. Aun siendo cierto que el dichoso chaflán no había llegado a ser ocupado y, como asegura Merino, «sólo estaba generándole gastos» al erario valenciano. No lo es menos que la UPV ha pagado por ella 3,1 millones de euros por él, y eso es un 72,81% menos de lo que les costó a las Cortes y al Consell su compra y restauración. Hasta donde he podido averiguar el primero en negociar su adscripción a las Cortes fue Julio de España; su sucesora en la presidencia del legislativo, Milagrosa Martínez, firmó el acuerdo, y Juan Cotino hizo efectivo el pago de 6,8 millones en 2010 al escriturar la transacción. Suma a la que hay que añadir que Enric Morera, partidario como los anteriores de continuar ensanchando la Ciudad Parlamentaria iniciada por Antonio Gª Miralles, hizo suyo el presupuesto de reforma encargado por Martínez y acometió las obras. Trabajos, valorados en 4,6 millones, que terminó asumiendo el gobierno de Ximo Puig sin otro objeto que concederle al responsable de la Agencia de Emergencias el capricho de contar con un peliculero centro de mando más cerca del Palacio de la Generalidad que el de L'Eliana. Circunstancia que elevó el coste total del inmueble a 11,4 millones; en el supuesto, claro está, de que la rehabilitación no hubiera experimentado ningún sobrecoste, que es mucho suponer. Lo que situaría las pérdidas sufridas por la Administración autonómica en esta compraventa en 8,3 millones. Porque otra cosa, no, pero el edificio no había dejado de revalorizarse hasta ahora. La parte vendedora pidió por él 4 millones en 2005. Hacienda lo valoró en 2,9. Tinsa rebajó su precio a 2,8. El 12-07-2007, un mes después de acceder al cargo, M. Martínez aceptó abonar 3,58 millones en el plazo de dos semanas. Y Juan Cotino terminó pagando casi el doble tres años después, ignoro por qué. A mi, como columnista, sólo me cumple añadir que la UPV se podría haber ahorrado este buen negocio. Toda vez que aún no sabe qué hará con él. ¿Por qué se la queda entonces si encima se queja como sus congéneres de que está infrafinanciada? Yo se lo diré: porque las universidades públicas campan por sus respetos. La UMH compró meses atrás un local de parecidas características en el centro de Elche por razones tan ambiguas como las de la UPV.
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